I; Naturaleza.

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Era una mañana de verano cuando Katsuki se enamoró por primera vez.

Estaba explorando el bosque mientras sus padres cumplían sus tareas de reyes en el Gran Salón.
Últimamente ellos pasaban varias horas del día en esa parte del castillo y aunque Katsuki quería saber qué tanto hablaban no lo dejaban participar "Son cosas de adultos, algún día lo entenderás" le decían, así que simplemente se iba al bosque que quedaba detrás del castillo para matar el tiempo. No tenía amigos, no había muchos niños en ese lado del Reino del Sur ya que era una zona fría donde los inviernos golpeaban fuerte y, por su posición geográfica, también era un lugar donde se llevaban varias batallas entre reinos aledaños al de los padres de Katsuki. Sin duda no era un lugar acorde para criar a un niño (aunque al hijo de los reyes nada de eso le daba complicaciones para su desarrollo, era un niño fuerte).

El castillo se situaba justo al pie de la Gran Montaña en el Reino del Sur; allí el verano no se diferenciaba de la primavera, el sol casi nunca pegaba por completo, por lo que las mañanas y las noches siempre eran frías. Katsuki tenía permitido salir a recorrer el bosque en verano más no en invierno ya que la nieve lo cubría todo y era fácil perderse. Aunque sus padres se mantenían ocupados día y noche igualmente cuidaban de él y Katsuki pensaba que sus padres eran los mejores del mundo, era muy apegado a ellos y tenían una muy buena relación, le gustaba que durante la época de calor lo dejaran hacer lo que quisiese "Solamente no te acerques al Río Azul que fluye desde la montaña, allí suelen reunirse las bestias y aún eres muy pequeño para lidiar con ellas" le decía su madre cada mañana que salía hacia el bosque y jamás desobedeció la única orden que le daba.

Excepto esa mañana de verano.

Ese día hacía más calor de lo usual, incluso llegó a derramar un par de gotas de sudor mientras corría por los árboles recogiendo insectos y molestando a las aves que se cruzaban por su camino. Cuando se sentó al pie de un árbol a descansar escuchó cómo a lo lejos fluía el río que descendía de la montaña; el agua se escuchaba refrescante y si cerraba los ojos podía sentir cómo su cabeza se enfriaba mientras bebía el líquido de ese río. Pensó que tal vez con tanto calor las bestias no estarían rondando por ahí "Están cubiertas de pelo así que no deben gustarle el verano" pensó. Katsuki era un niño de apenas 10 años, pero se proclamaba el más inteligente y audaz del reino, así que se levantó del suelo y comenzó a correr hacia la dirección de donde provenía el ruido del agua, jamás había ido hacia esos lugares, pero tenía un buen sentido de la orientación así que sería pan comido llegar hasta allí.

Acabó llegando al río más rápido de lo que pensó, pero antes de acercarse se quedó escondido detrás de unos árboles para cerciorarse de que no hubiera ninguna bestia dando vueltas por ahí. Al ver que no había moros en la costa corrió para zambullirse en la cristalina agua. Metió sus pies y se alegró al sentir cómo su temperatura corporal disminuía. Se mojó la cara y la cabeza y jugó un poco con los pequeños moluscos y pececitos que se encontraban ahí.

Pero su diversión se detuvo cuando, proveniente de los árboles, se escuchaba cómo ramitas y hojas se rompían casi imperceptibles. No se asustó, pero sí puso toda su alerta en esa parte de donde salían los ruidos, aunque igualmente su corazón latía un poco más rápido cada vez que las pisadas se escuchaban más cerca y más cerca. Estaba totalmente inmóvil.

A los pocos segundos pudo distinguir una figura de contextura pequeña escondida en los mismos árboles donde hacía apenas unos minutos se encontraba Katsuki. Cuando la figura se acercó un poco más pudo ver que era un niño. Katsuki respiró un poco aliviado, pero no bajó la guardia.

- ¡¿Quién eres!?- Gritó Katsuki en dirección al "niño"- ¡No te tengo miedo, soy muy fuerte!

No obtuvo respuesta, el niño sólo se acercaba lentamente, casi que con vergüenza. Katsuki vio que se trataba de un niño igual a él, vestía pantalones negros y una camisa blanco -unos talles más grandes de lo que debería usar- ambas prendas se encontraban rotas y sucias. No llevaba zapatos y pensó que tal vez tendría los pies muy lastimados "Qué niño tonto" pensó. Cuando el niño al fin salió de entre los árboles, un poco de sol golpeó en su cara y Katsuki sintió cómo su corazón daba un vuelco y se le había cortado el aire.

Hasta que estés a mi lado. [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora