Supo que era su cumpleaños N°13 cuando las hojas de los árboles se tintaron de marrón y el viento ya no era cálido, sino frío, como las mañanas y las noches.
Era la primera vez que un señor rey lo había comprado. Bueno, la primera vez que alguien había logrado atraparlo y vendido luego de casi tres años escapando y escondiéndose de todos lo que quería hacerse con él. Cuando la aguja y la tinta quemaron su piel, dejándole para siempre el número maldito, supo que no había vuelta atrás. Ya no escaparía ni correría ni se ocultaria arriba de un árbol por días. Su "libertad" se había extinguido, al igual que sus deseos y sueños.
Enji, el rey del Norte, buscaba al gato que no había muerto. Al único que había logrado escaparse y ahora merodeaba por los bosques del Este. Nadie lograba dar con la bestia, por lo que fue un desafío llegar hasta él. Sonrió ampliamente, con toda la malicia del mundo pintada, cuando vió al pequeño Izuku tirado en una celda atado de pies y manos y con varias marcas que quedarían en él para siempre.
Apenas estaba consciente cuando se lo llevaron, no recuerda mucho, pero sí recuerda la carroza y varias personas con la mirada puesta en él. Ante cualquier movimiento reaccionaban y cuando intentó saltar de la carroza recibió tal golpe que hasta el día de hoy puede sentirlo.
También recuerda el cambio de temperatura abrupto. Nunca había sudado, era importante el no sudar en el Sur, por lo que se sorprendió y asustó al mismo tiempo cuando sintió su cuerpo entrar en calor y varias gotas de sudor cayendo por su frente. No estaba acostumbrado al verano, eso por seguro, y mucho menos al verano en el Norte que se sentía como estar en el mismísimo infierno.
Estaba débil, completamente débil, como si tuviera fiebre. Sentía náuseas, dolor de cabeza, sus piernas no respondían y apenas podía respirar. Era lo peor. Cuando entró a la zona del castillo que sería su casa por dos años, tiempo que duraba su contrato, sintió ganas de llorar. Quería armar un berrinche, tirarse al suelo, gritar y patalear para que no siguieran arrastrándolo hasta la próxima celda. Pero no podía. Simplemente se dejó llevar hasta su sentencia de muerte.
Su primera comida fue un trozo de pan, dos huevos y un vaso de agua. Lo recuerda bien porque mientras comía intentaba mantener las lágrimas en sus ojos. Si el guardia lo veía llorar le diría al rey y él pensaría que es débil, que no sirve, y lo tiraría por ahí. Se mantuvo en silencio mientras comía y cuando terminó dió las gracias con una sonrisa.
Tenía que dar lo mejor de sí para sobrevivir, al menos, dos años.
Y así pasó un año. En su cumpleaños N°14 conoció al príncipe Shoto, de su misma edad, quien se había escabullido hasta las celdas subterráneas para verlo. Su expresión siempre estaba neutral, lo que incomodó a Izuku, haciéndolo caminar por la celda para evitarlo.
Varias veces había visto al príncipe, aunque siempre desde una distancia bastante extensa, ya que pocas personas tenían permiso de acercarsele y claramente él no era una de ellas. El joven príncipe tenía clases constantemente y por lo que otros le habían contado, no tenía amigos o niños de su edad con quienes pasar el rato. Ni siquiera sus hermanos querían estar con él. No entendía el por qué, parecía alguien inofensivo, ordinario, aunque para los ojos del rey era "El rubí del Norte".Dejó de caminar cuando el príncipe carraspeó, llamándolo.
- ¿Si, alteza? - Preguntó de inmediato.
- Tengo una pregunta. - Izuku asintió. - ¿Cambias de pelaje como mis mascotas?
Izuku arrugó el ceño.
- Alteza, no soy mascota, no tengo pelaje.
No hubo respuesta, sólo un simple asentimiento por parte del príncipe. Su mirada aún sin ninguna expresión.
- No hablas bien. ¿Por qué?Se había visto obligado a aprender el lenguaje del humano. Palabras simples y obligatorias como "Gracias" "Majestad" "Por favor" eran las que más predominaban en su vocabulario los primeros tiempos. Con el tiempo, y mientras más convivía con los humanos, más acostumbrado estaba a sus palabras. Aunque nunca había tenido conversaciones muy largas, sólo con el rey para darle la información que le pedía cuando volvía de las "excursiones".
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Hasta que estés a mi lado. [Katsudeku]
أدب الهواةEl príncipe Katsuki Bakugo pasó toda su vida buscando a la única persona de la cual se enamoró cuando era niño. Para su fortuna, la llegada de un miembro de la tribu de los gatos hará que su sueño se haga realidad. Pero las cosas no siempre resultan...