XVI; Almas.

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Iida estaba parado frente a la puerta de la habitación de Izuku, en guardia sin quitarle la mirada de encima a Eijiro quien se encontraba sentado en el suelo intentando no quedarse dormido. Ya era pasada la medianoche y todo el castillo estaba en silencio a excepción de la habitación donde los brujos estaban tratando a Izuku.

Katsuki iba y venía; entraba a su habitación, salía, caminaba, se dirigía al puente y volvía. Eijiro le gritó más de una vez que se quedara quieto o "le arrancaría una pierna con sus garras". Iida interfería inmediatamente antes de que el príncipe desenvainara su espada.

Sero era el único que podía entrar y salir de la alcoba sin problemas. Al parecer a él no le afectaba nada de la magia que allí había por lo que Denki lo había usado de "mensajero" entre él y el príncipe.

-Bakugo deberías ir a dormir un rato, yo te llamaré si algo sucede. -

Sero acompaña a Katsuki quien estaba recostado en una de las columnas del puente. El viento helado soplaba con algo de fuerza, aunque ya no caía nieve. El cuerpo de Katsuki estaba acostumbrado a aquellas bajas temperaturas, varias generaciones viviendo en el Sur habían hecho que la piel de los salvajes se convirtiera en una especie de escudo ante la nieve y el frío que solía caer durante casi todo el año. Pero Sero seguía insistiendo que usara, al menos, la capa de piel que su madre le había confeccionado.

-Dormiré cuando tenga que hacerlo ¿Cómo está Denki? -

-Cansado. - Suspiró Sero. - Luego de esto deberás darle un día libre para que se recupere. -

Había un límite de cuánta magia podía usar Denki en un día hasta que se cuerpo y mente le pidieran un descanso. Katsuki sabía que ese límite había sido sobrepasado hace rato. Aun así, Denki no había salido de la habitación desde que había entrado y sólo había pedido a Sero una taza de café y unos cigarros de lavanda para "engañar a su cuerpo". Katsuki casi entra para sacarlo de allí y que durmiera, pero Denki desde el otro lado de la puerta le gritó "¡Si entras te dormiré con un rayo!"

No entró.

-Tu también tendrás un día libre luego de que todo esto termine. - Habló Katsuki. -

-No puedo dejar solo al futuro rey. Quién sabe qué pasaría si me fuera más de 20 minutos. -

Bromeó Sero y acto seguido Katsuki le golpeó el hombro. Pero, aunque le costara admitirlo, tenía razón. Se había hecho dependiente a la ayuda de Sero y eso algún día repercutiría en su tarea de rey. Pensó que le vendría bien estar un día sin la ayuda de su consejero para eliminar esa costumbre de siempre recurrir a él para todo. Sero no iba a estar para siempre.

-Aunque si insistes... -Volvió a hablar Sero ahora con un tono un tanto avergonzado que tomó por sorpresa al príncipe. - Me gustaría ir al Norte un día. -

Katsuki alzó una ceja. Ya entendía a donde iba el asunto. Sero evadió la mirada.

-Al Norte eh... ¿A descansar? -

-Si, a descansar. Me vendría bien visitar las aguas termales. -

-Oh si, claro, las aguas termales. -

Un pequeño silencio incómodo se formó para Sero, a diferencia de Katsuki quien estaba disfrutando molestar a su mejor amigo.

-No sabía que Shoto tuviera aguas termales en su hogar. -

Sero con la sorpresa se ahogó con su saliva y comenzó a toser y carraspear. Katsuki golpeó su espalda mientras intentaba contener la risa, inmediatamente Sero se incorporó y un color carmesí apareció levemente en sus mejillas.

- ¡Dios hace frío aquí! Deberías ir a tu habitación, si si. Yo también iré a calentar un poco las manos. Volvamos. Andando, vamos, vamos. -

Sero hablaba nervioso mientras salía caminando con prisa del puente. Katsuki lo observaba desde atrás ya sin poder contener la risa.

Hasta que estés a mi lado. [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora