Era una mañana de verano cuando Izuku se enamoró por primera vez.
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La tribu de los gatos del Sur caminaba en fila por el puerto en dirección hacia los barcos que los llevaría a la Isla Volcán. Custodiados por la tribu de lobos y encadenados en los pies para que no escaparan, no había forma de evitar el cruel destino que les había tocado; se había firmado un acuerdo que dictaba que cada tribu que cooperase con los humanos sería enviado directo a la Isla Volcán. No los matarían, dejarían que el destino se encargue de ellos.
Un pequeño de 8 años, cabello verde y mejillas pobladas de pecas caminaba junto a su madre tomados de la mano. La mujer lo aferraba fuerte, incluso podía sentir las garras de esta pinchar sus pequeñas manos. No entendía por qué su madre le había despertado de golpe en la mañana, o por qué había lobos en su aldea sacando a la gente de sus casas, la mujer sólo le había dicho que recogiera algunas cosas, lo más esencial para él y que se irían de viaje por un tiempo. No le agradaba la idea de dejar su hogar, pero obedeció a su madre y ahora se encontraban yendo hacia aquellos barcos en silencio, como todos los demás.
La madre de Izuku miraba discretamente hacia los lados, giraba la cabeza de vez en cuando buscando la forma de salir de esa, pero nada se le venía a la mente. Miraba a su pequeño caminar incrédulo sin saber lo que ocurriría luego y sólo pensó en que no podía permitir que nada malo le pasase. Que él no debía sufrir ese tormento.
-Mamá...-Habló el pequeño Izuku tirando del brazo de su madre. - ¿A dónde vamos? ¿Por qué los lobos están tan enojados con nosotros?-
-La tribu debe hacer un pequeño viaje cariño. -Respondió con una sonrisa rota. - Así lo ordenaron.-
-No quiero irme de viaje mamá ¿No podemos quedarnos? -
Su madre apretó sus ojos intentando no soltar ninguna lágrima para no preocuparlo. Aunque quisiera explicarle ella tampoco sabía casi nada del asunto, sólo que uno de los líderes de la tribu y su hijo habían sido partícipes en una disputa entre humanos, brindándoles información y estrategias para ganar a uno de los bandos. Por suerte ellos lograron escapar al mar, pero ahora su familia y amigos debían pagar las consecuencias.
Notó que se acercaban aún más a los barcos. Se quedaba sin tiempo. Usó su adivinación para leer a los lobos y encontrar la forma de que al menos Izuku salga de allí. Se paró en seco cuando encontró la oportunidad perfecta y ya no pudo contener las lágrimas, había una vía de escape para su pequeño. Se agachó hasta quedar a su altura y lo abrazó con tanta fuerza mientras con una de sus garras intentaba zafar la cerradura de las cadenas de su hijo.
-Izuku. -Le susurró al oído para que nadie escuchara.- Necesito que me escuches con atención. Cuando yo te diga saldrás corriendo ¿De acuerdo? Corre lo más rápido que puedas hacia el Río Azul, el que está cerca del castillo de los reyes. Lo recuerdas, ¿verdad? -Izuku asintió.- Mientras corras no mires hacía atrás, por nada del mundo. Ni aunque escuches gritos tú sigue corriendo.-
- ¿Mamá...? -Apretó aún más el abrazo, asustado por lo que su madre le pedía.- ¿Y tú...también correrás?-
-Izuku, mírame .-Tomó las mejillas de su niño que ya estaban mojadas por sus lágrimas. -Te prometo que correré y te buscaré cuando sea el momento, pero ahora necesito que tú seas valiente por mí y corras ¿Sí? Necesito que seas fuerte por nosotros para que podamos estar juntos después. ¿Puedes prometerme que serás valiente?-
Izuku limpió sus lágrimas mientras asentía con la cabeza y le prometía que lo sería. Su madre lo abrazó por última vez y besó su frente mientras las cadenas se soltaban de sus pies. Izuku la abrazó aún más fuerte y, aunque no entendía por qué su madre le estaba pidiendo eso, la obedecería y confiaría en sus palabras.
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Hasta que estés a mi lado. [Katsudeku]
FanficEl príncipe Katsuki Bakugo pasó toda su vida buscando a la única persona de la cual se enamoró cuando era niño. Para su fortuna, la llegada de un miembro de la tribu de los gatos hará que su sueño se haga realidad. Pero las cosas no siempre resultan...