XVII; Rojo y verde.

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Para más placer les dejo esta playlist para que escuchen mientras leen. Es la que escucho mientras escribo los capítulos y es, seguramente, la mejor forma de explicar lo que siento cada vez que pienso en estos dos muchachos. Ahora si, disfruten <3

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El canto de los pájaros se colaba en sueños intentando despertarlo, pero allí en su mente, en su propio mundo, no podía estar más a gusto. Sentía una calidez como nunca la había sentido, una comodidad, como si estuviera recostado sobre una nube. En su mundo de sueños nada podía interponerse en su felicidad.

Allí estaba, acostado sobre un verde césped en una pradera, rodeado de flores y mariposas que revoloteaban a su alrededor. El viento soplaba despacio y consigo atraía un aroma a lo que parecía ser la comida que alguien estaba preparando. Las nubes en el cielo danzaban sobre él y formando figuras que intentaba adivinar qué eran.

Calma. En su sueño había calma. Y estaba feliz.

Poco a poco, los rayos de sol se hicieron notar cada vez más hasta que llegaron hasta la ventana y rozando así el lado izquierdo de su cuerpo. No le molestaba, era como un saludo, una caricia en la mejilla para que pudiera decidir despertar por sí mismo. Y entonces decidió abrir muy lentamente los ojos.

Lo primero que notó Izuku al despertar fue un terrible dolor en su brazo izquierdo, como un calambre que le impedía moverse correctamente. Luego sintió la pesadez del cuerpo y de los ojos típica por haber dormido demasiado, se preguntó hacía cuánto estaba allí recostado. Recordó el momento antes de haberse desmayado y aún era de día en aquel entonces ¿Habrán pasado tal vez algunas horas? Seguramente apenas estaba atardeciendo.

¿Por qué se había desmayado? No podía recordarlo con claridad. Estaba en esta misma habitación con el príncipe y luego discutieron, ni siquiera recordaba por qué gritaban. Le daba dolor de cabeza intentar recordar con más detalles, tal vez lo haría mas tarde. Aún tenía sueño.

Aún no habría los ojos completamente y no se había movido para nada, el dolor en su cuerpo se lo impedían. Quiso cerrar los ojos y volver a dormir, estaba cansando, pero de repente sintió algo extraño en su lado derecho, como un bulto pesado ¿Tal vez una almohada? No, era mas pesado. Le costaba girar la cabeza para la derecha, pero como pudo, lo hizo.

Todo el cansancio y dolor desaparecieron cuando, al abrir sus ojos completamente, se encontró con una cabellera rubia como la arena recostada allí a su lado. El dueño de aquel cabello estaba al parecer sentado en una banqueta con la cabeza apoyada en sus brazos sobre la cama. Y estaba completamente dormido.

¿Aún seguía soñando?

Intentó hablar, pero tenía la garganta tan seca que ardía. Visualizó de nuevo el cabello de aquella persona a su lado, lentamente sacó su brazo derecho que se encontraba debajo de la manta y posó su mano sobre la cabellera que allí reposaba. Esta se removió un poco e Izuku apartó apenas la mano, pero luego volvió a colocarla en el mismo lugar. "Es suave" pensó. Movía los dedos muy despacio para no despertarlo, los cabellos se colaban en su mano, encajando perfectamente. Como si su mano estuviera moldeada para caber allí, como si perteneciera a ese lugar.

Otro rayo de sol entró por la ventana, pero esta vez iluminó aquel cabello rubio.

Y brillaba.

Izuku parpadeó y entreabrió la boca. Quitó su mano para poder apreciar mejor ese brillo, cada hebra de cabello danzaba junto con el sol y era un espectáculo para Izuku. Y era hermoso. Pero no pudo disfrutarlo tanto ya que el dueño de ese espectáculo estaba despertando y cuando este levantó la cabeza y vio a Izuku ahora eran sus ojos los que se iluminaban con los rayos del sol.

Hasta que estés a mi lado. [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora