XXVII; Felicidad.

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Lo primero que vió cuando volvió a la vida fue una maraña de pelo rubio y castaño recostado en su pecho. También escuchó el llanto de un niño.

El suelo estaba frío, muy frío. Y algunos copos de nieve caían sobre su nariz, molestándolo.

Se sentía extraño. Como si hubiera estado dormido durante mucho, mucho tiempo. Estaba cansado, le dolía el cuerpo, su cabeza estaba a punto de explotar, pero al mismo tiempo se sentía bien. Había descansado.

Tenía hambre, si no estuviera tan lejos de casa le pediría al señor Aizawa que lo acompañara a buscar salmón al río de la montaña. O le diría a Shinso que recorran el bosque para recolectar bayas, moras, nueces.

Era algo nuevo sentir nostalgia y le gustaba.

La maraña de pelo temblaba en su pecho y pronto sintió la humedad en su ropa, posiblemente a causa de la nieve y las lágrimas del dueño del llanto. Como pudo, levantó una mano y la apoyó en el cabello. De pronto, el susodicho dejó de moverse.

- Kacchan ¿Dormí mucho? -

Los ojos del príncipe aparecieron apenas. Izuku pensó para si que aquella era la imagen más tierno que jamás había visto, ganándole por lejos a los venados bebes que vivían cerca de la aldea. Los ojos y la nariz de Katsuki estaban mojados y rojos a causa de las lágrimas, pero aún así no perdían ese precioso encanto que a Izuku tanto le gustaba. Dios, amaba los ojos de Katsuki.

- Te moriste. - La voz del príncipe salía entrecortada. - Tu cora-zon. No...No latía. -
- Creo que acabo de gastar una de mis vidas. -
- ¿ Y cuántas te quedan?
Izuku pensó un segundo antes de responder. Paseó su mano entre el cabello lleno de nieve del príncipe. El efecto de la magia se estaba yendo por lo que había una mezcla de colores. Era muy lindo.
- Espero que muchas más. -

Sonrió. Y Katsuki dejó salir otras lágrimas más mientras lo miraba fijamente. Estuvieron así unos segundos hasta que Izuku arrugó el ceño y estudió un poco las facciones del príncipe.

Los ojos. El cabello. La piel. Pensó.

Parpadeó.

- Kacchan ¿Nos habíamos visto antes? -
El príncipe lo miró confundido.
- ¿De qué hablas? -
- Sabes, no soy la persona con mejor memoria del mundo. - Se acomodó un poco, empujando al príncipe hasta dejarlo en sus piernas. - Pero si mal no recuerdo, una vez ayudé a un humano a volver a su casa. -

Katsuki estudió a Izuku. Su rostro. Su cabello. Sus ojos. Sus pecas. Pensó.

Su corazón dió un vuelco.

- Izuku, no bromees con eso. -
- Juro por mi madre que no es ninguna broma, príncipe. - Sonrió ampliamente. - Llevabas un chaleco azul con bordados dorados, tu cabello era corto y brillaba demasiado bajo el sol. También recuerdo que cuidaste de mi mientras me limpiaba en el río, fue un gesto muy amable. Me hubiera gustado agradecerte apropiadamente, lo siento. -

Cuando Izuku dejó de hablar, un silencio flotó entre ambos. Los ojos de Katsuki estaban fijos en los de Izuku, perplejo por lo que estaba oyendo. En cambio Izuku no podía contener las ganas de hablar sobre todo lo que había pasado ese día. Quería abalanzarse sobre Katsuki y agradecerle por cuidar de él, cosa que no pudo hacer en su momento.

Su cuerpo iba a explotar en cualquier momento si no decía todo lo que tenía cautivo en el pecho.

- Sé que suena raro. - Volvió a hablar una vez que soltó una gran bocanada de aire. - Incluso parece una broma, pero es tan real como yo y como tú. ¡Ni siquiera sé por dónde empezar! Tengo tantas cosas en la cabeza, como si antes todo mi cuerpo hubiese estado vacío pero ahora lo abrieron y metieron toda esta nueva nostalgia dentro ¿Tiene sentido? No lo sé, pero se siente genial. ¡Recuerdo mi casa, a la tribu, y a ti! ¡Me hace tan feliz! En serio, esto es totalmente absurdo Kacchan. Nunca pude sentirme triste por no recordar mi vida, pero ahora que la recuerdo siento tantas ganas de llorar y de reír a la vez. Extraño mi casa, a mamá, al señor Aizawa, a toda la tribu en realidad. Y te extraño a ti. ¡Te extraño! ¡Y lloré mucho ese día que nos separamos, en serio! No sabía quién eras, no pensé que fueras un príncipe ¿Cómo podría saberlo? Tu mundo estaba muy alejado del mío, por más cerca que viviéramos. ¡Dios! ¡Quiero llorar! -

Hasta que estés a mi lado. [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora