XV; Magia.

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Luego de una hora desde que Denki había partido, Katsuki se retiró a su habitación y ahora se encontraba sentado en el ventanal de esta, con la mirada perdida en los árboles del blanco bosque. Pequeños cristales de nieve caían sobre su ropa y cabello, pero estaba tan absorto en sus pensamientos que no lo notaba. En una de sus manos manos sostenía el libro donde guardaba aquella flor que llamaba "su tesoro", en la otra sostenía la pluma con la que esperaba escribir todo lo que se le cruzaba en la cabeza, pero nada. El tintero a su lado estaba casi repleto de nieve, pero no lo notaba. Tampoco notó cuando Sero entró en la habitación con Denki y su compañía.

-Príncipe. –Llamó Sero desde la puerta. – Príncipe, Denki ha vuelto. –

Katsuki seguía con la mirada en los árboles, Sero decidió acercarse un poco más hacia él. Era común para el príncipe quedarse horas así, perdido en sus pensamientos, como si estuviera teniendo una conversación consigo mismo, una silenciosa. Nadie se atrevía a molestarlo cuando estaba en tan intimo y calmado momento, solo Sero, quien luego de acercarse un poco más al ventanal apoyó su mano en su hombro y se posicionó cerca de su oreja para llamar su atención. Katsuki no se inmutó.

-Bakugo. –Habló Sero por lo bajo. – Denki y la señorita Ochako han vuelto. ¿Quieres que los acompañe o irás tu mismo? –

Silencio. Luego de unos segundos Katsuki cerró el libro y dejó la pluma a un lado. Sero se alejó un poco.

-Iré. –Espetó con la mirada seria aún fija en el bosque. – Que los dos esperen en el puente. ¿Y el dragón? –

-Con la reina. Ha estado algo...nervioso. Creo que lo mejor sería que se mantenga alejado de la situación del joven Izuku, por lo menos hasta que sepamos qué tiene. Y si puede curarse. –

-Tráelo, se pondrá más nervioso si no sabe nada del idiota. Y busca a Iida también para que vigile al lagarto. Eso es todo, váyanse. –

Sero frunció el ceño. Katsuki se notaba más hosco de lo normal. Se preguntó si algo le había pasado mientras no estaba, pero ya tendría tiempo de charlar con él. Se limitó a asentir las órdenes del príncipe y acto seguido salió de la habitación junto con los otros dos.

Katsuki dio un último vistazo al bosque antes de bajarse del ventanal y dirigirse hacía el armario que se encontraba detrás del escritorio. Abrió ambas puertas e inspeccionó todas las espadas que allí guardaba. Su padre solía regalarle una en todos sus cumpleaños, una tradición que había nacido generaciones atrás. Todas aquellas espadas habían sido cuidadas por sus predecesores, cada una había peleado distintas batallas y Katsuki las respetaba a todas ellas. Su favorita era, sin duda, la primera que su padre le había heredado cuando cumplió 7 años. Una espada con la hoja de color negro y en la empuñadura llevaba un rubí incrustado junto con el símbolo de su familia, un sol dorado. Nunca la había usado, solo la portaba para ocasiones especiales.

"Un rey debe protegerse para poder proteger a su gente. Si sabes usar la espalda, nunca será necesario mancharla de sangre" Le dijo su padre, el rey, antes de entregársela, a modo de advertencia para que nunca hiciera mal uso de ella.

Lamentablemente, le hubiera gustado decir que ninguna de aquellas espadas la había usado para provocar la muerte de alguien. Conocía su pasado y era algo que le pesaría para siempre. Aún así, quería usar aquel trágico pasado para poder crear un futuro más brillante, más armónico.

Tomó una común que sólo utilizaba para entrenar. No era vistosa y tampoco tenía filo, pero serviría para mantener a raya a sus "visitas". Tener un dragón nervioso y una bruja traicionera en su castillo no era su escenario preferido.

Salió de su habitación con la espada colgada en la cintura y se dirigió al puente donde ya se encontraban Denki y Ochako esperándolo. Esta último fue la primera en acercarse a él. Caminó con prisa hacia el príncipe con una sonrisa.

Hasta que estés a mi lado. [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora