—No me preguntes eso, porque sabes la respuesta —me apresuré a decir, dándole la espalda y mirando hacia el mar.
—No me dejaste terminar, Clara —contestó suspirando —Sé que a Estados Unidos no te mudarás y no te pediría eso porque tampoco estoy seguro de formar mi vida allí.
—¿Entonces? —pregunté dándome la vuelta para mirarlo a la cara.
—Antes de venir, estuve buscando casas en Madrid —dijo y me hizo una seña para que guardara silencio mientras hablaba —Me quedan solo dos proyectos en Los Ángeles, al menos los que he firmado contrato, así que hablé con mi representante para volver a España apenas termine. Estaré una semana acá y me gustaría que tú y Lu vengan conmigo a ver las casas que he elegido, porque quiero esta familia, quiero intentarlo, Clara —pidió tomando mis manos.
—Nada me haría más feliz que vivir con los dos y Lucía se va a trepar por las paredes cuando se lo digas —dije imaginando su reacción.
—Si te gusta algunas de las propuestas de casa, puedes quedarte ahí cuando vayas a trabajar a Madrid los próximos días y luego cuando yo vuelva, nos mudamos con Lu —sugirió acunando mi cara entre sus manos.
—Me encantas Julio —dije dándole un rápido beso —Pero no pienses que voy a vivir ahí gratis, porque si va a ser nuestra casa, quiero aportar, aunque sea con los gastos.
—Está bien —dijo abrazándome —He pensado en ponerla a nombre de Lu, para dejarle algo estable, además de los ahorros que tenemos para su educación.
—Ya hablaremos de eso, ahora vamos a ese pequeño cuartito que he visto abajo, porque muero por comerte la boca y recuperar el tiempo perdido —sugerí tomándolo de la mano y llevándolo conmigo.
—Me encanta como tu cuerpo encaja con el mío —gimió introduciéndose lentamente en mí por segunda vez en la tarde.
—Y a mí el culito que has sacado estos años —dije apretándole el trasero con mis manos, apegándolo más a mi cuerpo.
—No podría enumerar todas las cosas que amo de ti —susurró en mi oído mientras que con sus manos acunaba mis pechos con fuerza —Pero tus lunares son mi debilidad —agregó besando los que están en mi cuello y el comienzo de mis pechos.
—No presiones tanto —pedí tocando su espalda.
—¿Te hago daño? —preguntó separándose un poco de mí para mirarme.
—No, pero me excitas y no quiero arruinar el momento con leche derramada —musité cubriéndome la cara —Mal chiste, lo sé.
—¿Puede pasar? —preguntó sorprendido.
—Sí, por la producción de oxitocina, se segrega también con la excitación sexual y el orgasmo —expliqué cambiando de posición y poniéndome sobre él.
—Mi pequeña biblioteca —susurró presionando más nuestros cuerpos.
—Mamá me dio muchos libros sobre maternidad los primeros meses de embarazo —respondí antes de inclinarme hacia atrás y ayudarme con una de mis manos para llegar al orgasmo.
—Mi bruja —gimió y se vació dentro de mí.
***
—Julio —susurré mientras me cambiaba de ropa tras la larga ducha que tomamos juntos. No podíamos dejar de meternos mano.
—¿Qué pasa? —preguntó abrazándome por la espalda.
—No usamos condón y no me estoy cuidando. No desde que me embaracé de Lu —confesé dándome la vuelta con preocupación.
—Perdón, Clara, debí protegerte —musitó tomando mi cara entre sus manos —Pero sería feliz con tener otra princesa en mi vida.
—No me vuelvas a dejar si eso pasa, Julio. Es lo único que te pido —dije con los ojos cristalinos.
—No cometería el mismo error dos veces —contestó besando mi frente. —Ahora vamos a apurarnos porque el taxi llegará dentro de poco.
—Apenas lléguenos a Pamplona quiero hablar con mamá sobre irme a Madrid con Luci y contigo —dije terminado de guardar las cosas en un bolso pequeño.
—Y yo organizaré nuestra escapada a Madrid —dijo sonriendo —Nos podemos quedar con mis padres unos días mientras vemos las casas —sugirió.
—¿Tantas son?
—Al menos unas siete en diferentes sectores de la cuidad. Me han gustado todas, pero tú y Lucia tienen la última palabra.
—Y Bailey —agregué —No olvides al cachorro, que pronto será enorme. He visto fotos de dálmatas y no son perritos de departamento —dije con una mueca.
—El patio manda entonces —dijo rolando mi mano para dirigirme a la salida del yate.
Llegamos a Pamplona cerca de las nueve de la noche. Lucía ya estaba acostada y durmiendo, así que aprovechamos de hablar con mis padres sobre la propuesta de Julio. Al principio se sorprendieron de su decisión, porque nadie imaginaba que dejaría pronto Hollywood con todas las ofertas que tenía, pero él explicó firme que no pensaba perderse más momentos importantes de nuestra hija y que ya tenía propuestas de trabajo en España, cosa que yo no sabía hasta ese momento.
Nos apoyaron y mamá quiso ver las casas que había elegido Julio, así que encendimos la computadora y entre los cuatro nos pusimos a ver las diferentes opciones. Las siete eran casas amplias y hermosas. Julio sabe que amo la naturaleza, así que la mayoría de las opciones eran casas de estilo rústico, pero modernas y un poco alejadas de la cuidad. Estaban rodeadas de árboles, montañas y mucho verde, además de que todas tenían piscina. Hubo una en particular que amé porque tenía una pequeña rampa para skate en el jardín trasero, un hobby que tenía de adolescente y que hace poco estaba comenzando a practicar Lu cuando la llevaba a las juntas con mis amigos.
—Me ha encantado la de la rampa de skate, es perfecta para Lu y mira esos árboles —dije señalado la pantalla —Son perfectos para una casita.
—Recuerdo que de niña siempre quisiste una y hasta plantaste un par de semillas para que crecieran árboles donde afirmar la casita —contó mi madre abrazándome por el costado.
—¡¿Insinúas que es mi sueño frustrado?! —exclamé fingiendo indignación —Porque lo es —agregué riendo.
—A mí también me ha gustado —agregó papá, que casi no había hablado.
—Entonces será la primera que veremos cuando estemos en Madrid —dijo Julio tomando mi mano.
—Creo que es hora de dormir —dijo mamá parándose del sofá —Lucía se ha dormido con Bailey en tu cama, hija —agregó guiñándome un ojo —Buenas noches chicos, descansen.
—Buenas noches —dijimos Julio y yo al unísono.
—Bien, voy arriba con Lu —dije sin moverme de mi sitio.
—Podríamos dormir juntos —sugirió tomado mi mano.
—No haremos nada en casa de mi madre, Julio —dije mirándolo mal y soltándome de su mano para tomar su cara y plantarle un beso. —Buenas noches, Dios Griego.
—Buenas noches, bruja. Cuida a mi brujita —respondió besando mi frente antes de caminar hacia la habitación de invitados, donde no permaneció ni cinco minutos.
Terminados durmiendo los cuarto en mi cama y comprendí que en esta lucha, había ganado la familia.
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One shot Clara Galle y Julio Peña
FanfictionMini historias de Clara Galle y Julio Peña, quienes interpretan a Raquel Mendoza y Ares Hidalgo en la adaptación de Netflix A través de mi ventana.