Entre la fama y la familia Parte 6

1.2K 94 13
                                    

—¿Por qué lo hiciste? —pregunté tocando mis labios.

—Ven —dijo tomándome de la mano para guiarme a la cama. —No tengo una respuesta a eso, porque no lo vi venir —suspiró.

—No lo vuelvas a hacer, me confundes, Julio —confesé desviando la mirada —Venía a disculparme por cómo te traté antes —agregué mirándolo de nuevo —No es que critique todo lo que haces por Lucía, solo que a veces me veo sobrepasada y siento que no puedo contar contigo más que en estas fechas, siento que el peso siempre cae sobre mí y que inevitable seré ¨la mala¨ muchas veces. Me dolió cuando Lu dijo que prefería irse contigo porque no la dejaba tener al cachorro.

—Créeme que me sorprendió también, es mi hija y la amo, pero jamás haría algo que te lastimara sin discutirlo contigo, incluso si es que pase la noche conmigo. Sé que por el solo hecho de ser su padre tengo ese derecho, pero no me lo he ganado de la forma correcta —dijo con sus ojos vidriosos.

—No quiero hablar de eso, porque siempre terminamos peleando. Sé que no cambiarás tus prioridades de la noche a la mañana y ya no espero que lo hagas en realidad...

—Alto ahí, Clara —dijo interrumpiéndome —Me estoy esforzando, estoy aquí —agregó tomándome de las manos —He estado tratando de cuadrar mis grabaciones para pasar más tiempo con ella, con ustedes y por eso muchas veces no alcanzo a llamar o no tomo los mensajes a tiempo —explicó.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—No sabía si iba a funcionar y ya vez, no llegué a tiempo para su cumpleaños —respondió con la voz apagada.

—Si me hubieses dicho hasta cambiaba el día, Julio —dije rodando los ojos.

—No me ruedes los ojos, Clara.

—¿O qué? —desafié.

—Te haría cosquillas, pero nuestro nieto está durmiendo y no quiero despertarlo —respondió mirando al cachorro con ternura.

—Nieto ¿en serio? —contesté rodando nuevamente los ojos —Si se hace en la habitación, tú limpias, me vale que seas nuestro invitado de honor.

—¿Es un honor para ti tenerme aquí? —preguntó levantando las cejas sugestivamente.

—Sí, porque tengo tiempo libre para mí y mis pretendientes —dije bromeando, pero creo que no entendió el chiste, porque al segundo lo tuve a escasos centímetros de mí.

—¿Qué? ¿Qué haces? —musité cuando sentí su mano apretar mi cadera mientras me depositaba sobre mi espalda.

—No hay espacio para pretendientes, Clara —susurró abriendo mis piernas con su rodilla.

—No me lo puedo creer —musité riendo bajito —Julio Peña Fernández, alias Ares Hidalgo, está C-E-L-O-S-O —dije lo último remarcando cada letra.

—No, solo protejo al pobre chico de Lucía —respondió separándose de mí, con un evidente problema entre sus piernas.

—No metas a la nena en esto, estás C-E-L-O-S-O —lo volví a molestar sentándome en la cama. Él me daba la espalda tratando de ocultar su erección.

—No —dijo firme, pero no le creí.

—No tienes porque estarlo —musité incorporándome para depositar un beso en su hombro desnudo y luego bajarme de la cama.

—No hagas eso —respondió con dificultad.

—También te confundo y me enoja que no lo aceptaras en su momento. Siempre pensé que era solo yo quien sentía algo más y por eso cuando quedé embarazada, no luché por una familia para Luci, nunca quise obligarte a hacer algo que no deseabas —dije con nostalgia mirándolo a la cara.

—No digas cosas que no sabes, Clara —susurró tomándome por la mano para sentarme en su regazo o mejor ducho sobre Ares. —Yo era un inmaduro cuando nos enrollamos y me fui a Estados Unidos aún no teniendo claros mis sentimientos, pero cuando me di cuenta de lo que sentía, ya era tarde para volver, estaba amarrado a un contrato y tú estabas llevando bien el embarazo sin mí —confesó acomodando mi cabello tras la oreja.

—Siempre me has hecho falta, Julio. No lo demostraba porque no quería ser un motivo por el cual dejaras tu sueño —respondí acariciando su cara —Supongo que nos faltó comunicación después de todo.

—Estoy de acuerdo, fuimos unos tontos —dijo apoyando su cara en mi hombro.

—Que el tonto eres tú, eh —contesté riendo bajito. —Tengo que ir a dormir, Lu despierta temprano y ahora por el cachorro será peor.

—Duerme conmigo, Clara —pidió —Prometo poner alarma y cargarte hasta tu habitación —agregó poniendo los mismo ojos que hacia Lu cuando quería algo.

—Bien, pero me llevas, que no quiero que Lucía nos encuentre e imagine cosas que no son —respondí parándome para que pudiera acomodar las mantas de la cama —Y pobre de que ese cachorro me orine encima, porque no respondo —dije metiéndome con cuidado de no botar al perro que estaba en un rincón.

—No metas a Bailey en esto, es un sol —defendió Julio acomodándose frente a mí y abrazándome. No tardé en corresponder al abrazo y comenzar a dormirme.

—Voy a dar todo de mí para ser lo que mereces, Clara —escuché que susurraba y depositaba una beso en mi cabeza.

No di indicios de que aún estaba medio consiente, porque no quería dejar de escuchar sus promesas, en general nos decíamos las cosas siempre peleando y no me agradaba en lo que se había convertido nuestra relación desde que se fue a Estados Unidos. Éramos buenos amigos antes de comenzar a enrollarnos casualmente, incluso así, Julio siempre era lindo conmigo, hablábamos de todo, bromeábamos y me cuidaba; sin etiquetas, pero siempre estando para mí hasta que se fue y supongo que mis hormonas empezaron a hablar por mí.

La relación entre nosotros se quebró y por lo mismo no que me quería ilusionar tan pronto. No, hasta que habláramos bien y no escondidos en un cuarto en mitad de la noche.

Desperté una horas más tarde al sentir algo húmedo en mi mejilla, abrí los ojos de sopetón pensando que era Julio, hasta que vi al cachorro acomodarse en mi cuello. No podía negar que el animal era lindo y aunque no era igual, por razones obvias, me recordaba a los primeros meses de Lucía, cuando despertaba de madrugada para alimentarse.

Me levanté con cuidado de no despertar a Julio y tomé a Bailey en mis brazos. El cachorro ya había comido porque tenía su plato limpió y había dejado un regalo en el piso, justo donde Julito pondría su pie al bajar de la cama por la mañana.

Salí de la habitación riendo bajito por la pequeña travesura que había hecho el nuevo miembro de la familia.

One shot Clara Galle y Julio PeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora