Entre la fama y la familia Parte 4

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Me acosté junto a Lucía, pero me fue imposible conciliar el sueño de inmediato, tener a Julio en la habitación de al lado me provocaba ir a decirle todo lo que me estaba conteniendo, a abrirle los ojos para que viera lo que se estaba perdiendo por haber elegido Hollywood.

Eran las tres de la mañana cuando por fin estaba cayendo en los brazos de Morfeo, estaba, porque una vibración en mi celular, que erróneamente dejé bajo la almohada, me hizo sobresaltar.

Julio: No puedo dormir ¿podemos hablar?

No podía creer que me escribiera a esa hora, pero estaba despierta y supongo que él lo presentía o no me habría enviado el mensaje y, como tampoco podía dormir, salí sin hacer ruido y entré a hurtadillas a la habitación de Lu.

- ¿Te desperté? -susurró cuando me vio entrar.

-Tampoco podía dormir -respondí sentándome en la orilla de la cama, al tiempo que Julio se sentó apoyando su espalda en el respaldo de Princesa. Se veía tan gracioso con una corona detrás, que no pude evitar reír.

- ¿Qué te hace gracia? -preguntó confundido.

-Tu cabeza en la corona -respondí sonriendo.

-Ya, que no es para tanto -dijo riendo también, mostrándome esa sonrisa que alguna vez me había derretido.

-Ya sé que me lo explicaste, pero me hubiese gustado que la llamaras, no sabes cuánto le dolió tu indiferencia en este día. A pesar de haber tenido un cumpleaños de ensueño, tu falta opaco todo lo demás. No quiero que siga sufriendo, Julio. Si no te vas a tomar esto enserio, preferiría seguir sola y tener su custodia completa. Sé que nunca lo hablamos cuando te fuiste, pero ahora siento que un régimen de visitas sería lo mejor, como te dije por teléfono -solté cansada de la situación.

-Clara...

-No, Julio -interrumpí -Elegiste y ahora debes asumir lo que viene. Tu carrera va en ascenso y me siento feliz por eso, aunque muchas veces pienses que no, pero estoy orgullosa de lo que has logrado. Solo me hubiese gustado que Lucía no estuviera en medio de todo, no me malinterpretes, porque la amo y jamás me arrepentiría de tenerla en mi vida, pero con tu creciente fama, tu tiempo con ella estará más limitado, ya lo estamos viviendo y Lu está sufriendo por no verte -vociferé volteando mi cara porque las lagrimas amenazaban con caer y no quería que me viera llorando.

-Clara, sé que no he sido el mejor padre para Lucía, sé que les he fallado, que no he hecho las cosas bien, pero quiero arreglarlo, solo no sé cómo -confesó soltando un suspiro y di vuelta mi cara para ver sus ojos cubiertos en lágrimas retenidas.

-No llores, Clarix -musitó diciéndome como cuando nos conocimos -Ven acá -me extendió sus brazos y fui sin dudar, porque necesitaba un abrazo, su abrazo para derrumbarme por completo. Julio antes de ser algo más, fue mi amigo, la persona con quien podía desahogarme sin importarme mojar su polera con mis lágrimas y mocos.

Lloré y él lloró conmigo, lo hicimos en silencio para no despertar a mis padres. No solo Lucía sufría por esto, nosotros también, pero como adultos, no siempre nos permitíamos expresar nuestros sentimientos y nos habíamos guardado tanto, que ahora solo necesitábamos llorar el uno con el otro.

No sé cuánto rato pasó, pero estaba apunto de dormir cuando escuché a Lucía llamarme.

-Tengo que ir -suspiré incorporándome -No quiero que te vea hasta la mañana o despertará a todos -dije saliendo de la cama -Buenas noches, Julio.

-Buenas noches, ahora no eres la única con una camiseta mojada -dijo apuntando su polera húmeda a causa de mis lágrimas. Solo le saqué el dedo medio y salí rápido hacia mi habitación.

***

A la mañana siguiente, desperté a causa de unos besitos en mi mejilla. Lucia amaba despertarme así y no me quejaba, prefería eso a que se me tirara encima. Anoche, inventé que había ido al baño y volvió a dormirse de inmediato, abrazada a mí.

-Mami, benos días -dijo sentándose en la cama.

-Buenos días, amor -respondí tomándola en brazos para hacerle cosquillas - ¿Me puedes traer algo de tu habitación? -le dije bajándola de la cama.

- ¿Qué cosa mami? -preguntó poniéndose sus pantuflitas.

-Está sobre tu cama, solo ve -alenté y me paré justo cuando salió de mi habitación.

- ¡Papá! ¡Papito! -gritó y me asomé con discreción por el marco de la puerta.

- ¿Cómo tas aquí? -decía tocando la cara de Julio con sus pequeñas manitos. Él la había sentado sobre la cama junto a él.

-Perdóname por no llegar a tiempo para tu fiesta, Lu -le dijo abrazándola fuerte -El avión se retrasó y pensé que llegaría, por eso no llamé -agregó con la voz entrecortada.

-Taba tiste -dijo separándose de él -Pedo ahoda soy feliz, papito -contestó parándose de la cama para llenar la cara de Julio de besos.

-Feliz cumpleaños, princesa -dijo acunándola en sus brazos -Hoy soy todo tuyo, podemos ir donde sea.

-Buenos días -dije saliendo de mi escondite tras la puerta - ¿Qué te ha parecido la sorpresa, Lu?

- ¡Papito es todo mío, mami! -chilló Lu bajándose de la cama hasta llegar a mi lado.

-Qué bien, porque mamá quiere tomarse el día para ir al cine con un amigo -dije sonriendo.

- ¿Con tío Eric? -preguntó Lu frunciendo el entrecejo.

-Sí, no ha podido venir ayer, pero tiene un regalo para ti, así que me juntaré con él.

-Yo también quielo vedlo, mamá -de quejó.

-Le diré que venga mañana ¿sí? Hoy debes ir con tu papá -le dije agachándome a su altura.

-Ta bien, dile que glacias por el degalo -aceptó sonriendo y asentí incorporándome.

-Hoy es toda tuya, Julio -musité dirigiéndome a él, que tenía un semblante serio -Ya la duché, solo debes ayudarla con su ropa y mamá le dará el desayuno -agregué y me fui a dar un largo baño.

Fui al cine como le había dicho a mi hija. Eric era un gran amigo y necesitaba contarle a alguien o que me estaba pasando y que él estuviera de visita en la ciudad era perfecto.

Llegué a mi casa a eso de las seis de la tarde, había pasado casi todo el día con Eric y sabía que Lu estaba en buenas manos con Julio, así que no me preocupaba porque aún no llegaban a casa, era día padre e hija después de todo.

No sabía si Julio se quedaría el día de hoy, pero acomodé la habitación de invitados por si acaso.

A eso de las ocho de la noche, sentí que mamá abría la puerta y bajé corriendo al escuchar unos ladridos.

- ¡¿Qué significa esto?! -pregunté al ver a mi hija cubierta de pegatinas en su frente y con un dálmata en sus brazos.

-Papito me ha degalado un pelito, mami, como el de la película de Cuella -respondió mi hija con una sonrisa que no alcanzaba a expresar lo feliz que estaba.

-Mamá ¿puedes darle la cena Lu? -pregunté con seriedad y asintió, llevando a Lucia junto al perrito a la cocina -Tú, acompáñame -dije subiendo las escaleras nuevamente.

Esta vez, me iba a escuchar.

One shot Clara Galle y Julio PeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora