Chico equivocado Parte 6

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Clara

Me quedé un rato frente a la puerta, hasta que se puso a llover y tuve que entrar rápidamente para no mojarme. Como la casa estaba a oscuras, no me di cuenta que había una mesa pequeña y tropecé, porque estaba un poco pasada de copas. No pude evitar soltar un grito al caer sobre mi trasero y cuando estaba por levantarme, una mano apareció frente a mí.

—¿Qué haces aquí toda empapada? —preguntó Julio ayudándome a ponerme en pie. —Déjame adivinar, Albert te dejó acá y se fue con Abigail —añadió y no fue necesario que respondiera, porque lo descifró en mi cara.

—Venga, toma una ducha y sécate para que no te vayas a resfriar, puedes usar la habitación de Albert si quieres. —propuso.

—¿Y tus padres? —pregunté mirando para todas partes. Me extrañaba que no hubieran despertado con todo el ruido que hice al caerme.

—No regresan hasta el lunes. Cosas de negocio —contestó caminando hacia el pasillo que conducía a la habitaciones de él y Albert.

—Me sentiría más cómoda si me prestas la tuya —dije con sinceridad al llegar a la puerta —La ducha —aclaré —Luego ya duermo en el sofá hasta que amanezca y pueda tomar un taxi a mi casa.

—Si quieres, puedes dormir en mi habitación. No creo que quieras ver a mi hermano entrando ebrio con Abby colgando de su cintura —respondió abriendo las puertas de su closet —Ten, toallas limpias y un pijama nuevo para que duermas cómoda. Yo estaré arriba en la habitación de mis padres por cualquier cosa. —dijo y salió dejándome en medio de su cuarto.

Cerré con seguro la puerta, ya que me gustaba desvestirme en la habitación y no en el baño. Y procedí a darme una ducha calentita con algunas bombas de baño que Julio tenía ahí. Me tomé el tiempo de lavar mi pelo y su shampoo olía delicioso, tanto que le saqué una foto para comprar el mismo después. Una vez que salí del cuarto de baño, me miré en el espejo de cuerpo completo que él tenía en su habitación. No estaba para nada mal, solo no me sacaba el suficiente partido con la ropa que solía ponerme.

Alejé mis pensamientos cuando vi que iban a ser cinco de la madrugada y me apresuré a ponerme la pijama que me dio Julio, que era de Spiderman y de seguro fue un regalo de adolescente que nunca usó. Me apresuré a dormir, pero justo cuando estaba por cerrar los ojos, oí la puerta de Albert abrirse, junto a la
risa de una mujer. Minutos después sentí la cama golpear la pared y no lo soporté más. Salí en silencio de la habitación de Julio y cuando estaba frente a la de Albert, no pude evitar escuchar una pequeña conversación.

—Menos mal no estaba esa chica en casa —musitó Abigail antes de gemir fuerte. —Tienes que hablar con ella porque parece una tonta ilusionada.

—Es su culpa, todas saben cómo soy —respondió acallando un gemido.

No quise seguir escuchando como hablaban de mí, así que fui en busca de la habitación de los padres de Julio, que supuse era en el piso de arriba.

—Julio, ¿estás despierto? Soy Clara —susurré golpeando despacio la puerta, pero no hubo respuesta inmediata. Cuando me voltee para volver abajo, una mano me tomó por el codo.

—¿Qué pasa Clara? —preguntó examinándome con la mirada. Tenía ojos somnolientos y estaba despeinado.

—Te he despertado, discúlpame —musité como vergüenza.

—No importa, ¿qué necesitas? —preguntó con amabilidad.

—¿Puedo entrar? Es que no quiero estar abajo, ha llegado Albert y... olvídalo. No es tu asunto —susurré con pena.

—Pasa —me indicó abriendo la puerta. —Es bastante molesto cuando trae tías a la casa, así que te entiendo —contestó.

—Me siento tan estúpida, Julio. Ha jugado literalmente conmigo, hasta como amiga —dije sentándome en el borde de la cama.

—Albert no tiene amigas, Clara —respondió acostándose nuevamente en la cama. —¿Vas a venir? Realmente estoy cansado —dijo palmeando a su lado en la cama.

—¿No te molesta? —pregunté parándome.

—Tengo sueño, Clara, pero también sé que quieres hablar. Me quedaría más tranquilo si me hablas estando acostada, por si me vence el sueño. —respondió abriendo las mantas.

—Lamento todo esto, de verdad. Eres la persona que menos quisiera molestar con este tema, pero es que no tengo a nadie, me alejé de todos por Albert. No sé cómo fui a caer así, con todas las advertencias en mi cara.

—Es el encanto de mi hermano —musitó poniéndose frente a mi, de forma que quedamos cara a cara en la cama.

—Soy tan tonta —susurré limpiando las lágrimas que comenzaban a caer por mis mejillas —Prácticamente me humilló frente a su amiga y luego me dejó acá tirada.

—No mereces llorar por mi hermano, Clara. De verdad no vale la pena. Dime algo ¿te obligo a hacer algo que no querías? Porque si es así, te juro que bajo ya mismo —preguntó incorporándose en la cama, pero lo detuve con mi mano.

—No ha pasado nada, Julio —musité negando con mi cabeza. —Al parecer tan ingenua no soy —añadí medio sonriendo.

—Venga ya, vamos a dormir. Mañana estarás con la cabeza más fría, pero ahora necesitas descansar —dijo acercándome a su cuerpo para abrazarme.

—Al menos estas paredes son insonoras —musité acomodándome en su pecho.

—Casi siempre duermo aquí cuando mis padres no están en casa —confesó —Me da pena el desfile de chicas que salen de la habitación de Albert con el corazón roto. Prefiero ahorrarme el espectáculo.

—Eres muy bueno, Julio —bostecé.

—Que va, tengo mis defectos —susurró cerca de mi pelo.

—Eres un gruñón —dije medio sonriendo en su pecho.

—No te lo voy a negar —respondió medio bostezando. —Buenas noches, Clara.

—Buenas noches, Julio —susurré.

Pasó un rato y no lograba conciliar el sueño, pensé que Julio ya se había dormido, pero cuando susurré "¿por qué no fuiste tú?", me di cuenta que no estaba durmiendo en absoluto.

One shot Clara Galle y Julio PeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora