Chico equivocado Parte 3

539 38 1
                                    

—No sé qué más quieres saber de él, Clara —respondió con un poco de molestia en su voz. —Déjalo, siempre pasa.

—Es simple curiosidad —respondí un poco achispada —Dale, cuéntame algo, que son tan diferentemente iguales. —pedí sonriendo y haciendo ojitos del gato con botas.

—Damon y Stefan, simple —respondió haciendo referencia a las personalidades de los hermanos Salvatore de The Vampire Diaries.

Supongo que soy Elena entonces —respondí riendo, sin darme cuenta de la referencia.

—Vamos a dormir, así disfrutamos el día mañana sin tanta resaca —dijo Julio levantándose y ordenando las cosas.

—Bien, pero como tú has cortado el rollo, tú limpias —dije sacándole la lengua y parándome.

—Ya lo estoy haciendo —susurró, dejando lo que tenía en las manos sobre la mesa para abrazarme de costado y darme un beso sobre la cabeza —Buenas noches, Clara.

—Buenas noches y gracias por venir conmigo —respondí y me fui hacia mi habitación.

Acostumbraba a dormir desnuda o sólo con la parte inferior de mi ropa interior, así que como estaba medio ebria, no recordé que no estaba sola y me tiré medio desnuda sobre la cama. Caí rendida y no me di cuenta de nada hasta una media hora después, cuando sentí la puerta cerrarse abruptamente.

—Pero ¿Qué mierda? —dije sentándome sobre la cama y caí en cuenta de que estaba solo en bragas encima de las mantas y Julio probablemente entró cuando dormía.

Me puse una camiseta encima y salí de la habitación tan rápido que casi me caigo en la oscuridad.

—Julio, ¿entraste en mi habitación? —pregunté nerviosa parándome frente a él en el sillón de la sala.

—Lo - Lo siento —dijo agachando la cabeza —Estaba abierto e iba por mantas.

—No, descuida. Olvidé que estabas aquí y suelo dormir así, perdón —susurré avergonzada.

—Está bien, Clara. Tampoco debí entrar así —musitó apenado.

—No tienes que dormir ahí, Julio.

—No, no te preocupes, no quiero incomodar —respondió al instante.

—Que hay una habitación de invitados, tonto. Acompáñame —dije tendiéndole la mano.

Lo acomodé en la habitación de invitados y tras decir "buenas noches", volví a mi cama, poniéndome unos pantalones cortos para dormir, no quería que volviera a verme medio desnuda, más que mal, recién nos estábamos conociendo y aunque lo encontraba guapo, no era el tipo de persona que se involucraba sentimental o sexualmente con alguien que no conocía y por lo que había visto de él, Julio tampoco era así.

A la mañana siguiente me levanté gracias al olor a pan tostado proveniente de la cocina. Lavé mi cara y cepille mis dientes antes de ir a desayunar, por supuesto que Julio había preparado suficiente comida para ambos, lo cual agradecí. Hace tiempo que nadie se tomaba esos detalles conmigo.

—Está exquisito, Julio —dije terminando el último bocado. 

—No exageres, solo han sido tostadas con palta y huevo ponchado —contestó llevando los trastes al fregadero.

—Es mi desayuno favorito —respondí ayudándole.

—Entonces que bueno que te gustó.

—Gracias por acompañarme, aunque nos conocemos hace un par de días, ha sido bueno tener tu compañía estos días —dije con sinceridad.

—Gracias por invitarme, Clara.

Ese día salimos por la mañana a dar una vuelta por la playa y en la tarde me dediqué a pintar mientras Julio preparaba algo de comer antes de volver a casa. Podía quedarme unos días más, pero sabía que él quizás debía volver, porque el común de los mortales tenía un trabajo de lunes a viernes. No le había preguntado en qué trabajaba, ya que aún no teníamos esa suficiente confianza.

Me dejó en casa y al entrar, me lleve la sorpresa de que Nat me estaba esperando en la sala.

—¿Qué haces acá? —pregunté dejando mis cosas a un lado del sofá.

—No has contestado mis llamadas o mensajes, así que decidí venir. Tu madre me dijo que fuiste a la casa de la playa, pero que volverías pronto, así que me dejó pasar y esperarte.

—Sí, pero estoy cansada Nat. ¿Podríamos hablar después?

—Que no he venido a hablar. Acuérdate que hoy es el cumple de Emilia y habías comprado tú el regalo —dijo incorporándose.

—Lo olvidé por completo. No tengo muchas ganas de ir la verdad, habrá mucha gente que no conozco y es en un club. No es muy "celebración entre amigos", ya sabes —respondí con sinceridad. Me daba ansiedad ir a un lugar repleto de desconocidos, porque sabía que Nat se iría con su novio y me dejaría ahí.

—Vamos, que te vas a quedar haciendo encerrada acá —me reprochó como siempre.

—Es domingo y vengo de trabajar en la playa. De verdad necesito descansar. Aparte Emilia no me invitó, te ha invitado a ti y tú le dijiste si yo podía ir.

—Porque si no le decía, luego te enojas cuando ves las publicaciones.

—Ya no. No me importa la verdad —mentí, porque aunque mi relación de amistad con Nat iba en deterioro, aún había cosas que me dolían.

—Pues, allá tú.

Y al final, la acompañé a la fiesta de su amiga Emilia, quien no me caía del todo bien, pero no me desagradaba tampoco. Como supuse había mucha gente desconocida en el club, al menos en la parte que habían reservado para celebrar el cumpleaños. Solo conocía a unas cuatro personas y no eran precisamente mis amigos. Me senté con Nat, su novio y Emilia y conversamos un rato mientras bebíamos. Iba todo bien, hasta que decidieron ir a la pista a bailar, dejándome sola.

Aproveché para ir al baño, ya que me estaba aburriendo, pero no contaba con que quedaban en otra zona del club. Pasé entre la gente y antes de llegar a mi destino, choqué con una espalda conocida.

—Te gusta chocar, eh —dijo al darse la vuelta y la sonrisa que me dio, hizo que se me cayeran las bragas, en mi mente por supuesto, porque siempre digna.

No entendía lo que me atraía de él o quizás sólo era el alcohol en mi cuerpo, pero cuando me invitó una cerveza, olvidé hasta las ganas que tenía de ir al baño.

One shot Clara Galle y Julio PeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora