Chico equivocado Extra "Maternidad difícil"

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Los primeros meses con Sol en casa fueron todo un desafío, principalmente porque Julio tuvo que volver a trabajar un par de semanas después de su nacimiento. Al principio me negué a que su madre me hiciera compañía, pero tras un par de días, tuve que aceptar su ayuda. Aún no me recuperaba completamente de la cesárea y me estaba costando un poco dar pecho, así que estaba siendo un poco doloroso todo el proceso y a veces me frustraba y lloraba junto a mi bebé.

Hoy era uno de esos días, a Sol le estaba costando agarrarse de mi pecho y tenía tanta hambre que lloraba casi a gritos. El pediatra me recomendó intentar con biberón o usar formador de pezón o pezoneras de lactancia, que Julio me iba a traer hoy, porque nos había costando encontrar y no quería renunciar a la darle pecho tan pronto.

—Tranquila, bebé —musité tratando de calmarla y volviendo a acercar mi pecho a su boquita, que de inmediato intentó atrapar, sin éxito, así que tuve que utilizar mis manos y ayudarla, lo cual era agotador para la cantidad de tiempo que se pegaba.

Sol era una bebé hermosa, radiante, por eso elegimos ese nombre para ella. No habíamos pensando en nada concreto, pero cuando la vimos por primera vez con su pelito rubio y carita iluminada, nos miramos y dijimos su nombre al mismo tiempo. Con el paso de los días, mostró sus ojitos de color azul, idénticos a los míos. Julio decía que era mi clon, con sus pecas y todo y yo no podía negar que éramos iguales.

—Ey! —susurró Julio entrando en la habitación —Como mamá no iba a poder estar hoy, me vine antes del trabajo —explicó dando un beso en mi coronilla y acariciando la cabecita de Sol que aún seguía alimentándose.

—¿Pudiste comprar las pezoneras? —pregunté haciendo una mueca de incomodidad.

—Sí, las desinfectaré para que las probemos en la toma de la noche.

—Gracias —respondí al tiempo que Sol dejó mi pecho, completamente dormida.

—Dámela, le saco los gases para que puedas descansar un poco —pidió tomándola en sus brazos.

—Estoy agotada emocionalmente y físicamente. Siento que no estoy siendo la mamá que necesita, la hago llorar cada vez que quiere comer y...

—Cariño —interrumpió Julio tomando mi mano con la que tenía libre —No te culpes por algo que va más allá de tu control, lamento no haber podido estar más tiempo acompañándote en casa, pero estoy tratando de acomodar mi horario para salir antes y ayudarte con Sol.

—Me duele un poco la zona de la cesárea —me quejé levantándome para ir a darme una ducha.

—¿Te has hidratado la cicatriz? Recuerdo que los puntos ya se absorbieron...

—No te tenido cabeza Julio —respondí sin ganas y me dirigí al baño para asearme. Efectivamente se me estaba formando un queloide por haber descuidado la herida y me deprimí un poco, ya que además no había logrado recuperar mi peso en este tiempo y sé que no ha pasado ni un mes, pero me sentía insegura y sin apoyo en este proceso.

Sé que no es culpa de Julio, él tiene un trabajo que mantener, pero me gustaría que estuviera conmigo, apoyándome cuando siento que no puedo ser una buena madre, que no puedo manejar la situación. Me permití llorar en la tina, hasta que Julio entró y me sacó del agua, que me tenía un poco entumecida. Me secó suavemente e hidrato la cicatriz por mí, prometiendo llevarme al día siguiente con el médico para que la examinara. Tras eso, me puso el pijama y bajó a preparar una sopa de verduras que comimos en la cama.

—Gracias, Julio. Sé que no han sido días fáciles, que no soy la misma Clara de la que te enamoraste y aún así sigues a mi lado —musité dejando el plato en la bandeja.

—Eres mi Clara y estoy contigo en los altos y bajos, porque te amo —respondió dándome un suave beso en los labios. —Iré a dejar los platos y subo para que durmamos un rato antes de que nuestro solcito despierte —musitó mirando hacia la cuna donde Sol dormía plácidamente.

—La amo tanto, quiero que sepas eso —susurré acomodándome en la cama, quedándome dormida de inmediato.

Logramos dormir solo una hora, porque Sol despertó por cambio de pañal y hambre. Probamos las pezoneras de lactancia y me ayudó mucho, porque no le costó pegarse y por primera vez sonreí al verla devorar su comida. Al día siguiente Julio me acompañó al médico por la mañana, antes de irse al trabajo. Me revisaron la herida y me dieron varias indicaciones de cómo cuidarla para evitar que siguiera cicatrizando de forma anormal; instrucciones que Julio se comprometió a recordarme.

Volví a casa, donde me esperaba mi suegra con Sol, que estaba tomando un biberón con leche materna que le había dejado por si despertaba con hambre, cosa que siempre pasaba. Quería estar sola, así que le pedí amablemente que se retirara y que por hoy podía arreglármelas. No tenía mucho que hacer después de todo.

Por la tarde, Julio llegó un poco más tarde de lo normal, así que estaba durmiendo para cuando eso pasó y no me di cuenta hasta la madrugada, que desperté para amamantar a Sol y él ya le estaba dando un biberón.

—¿Por qué no me despertaste? —pregunté somnolienta e incorporándome en la cama.

—Vuelve a dormir, que mañana salimos temprano —musitó levantándose con Sol para sacarle los gases.

—¿Dónde? —pregunté sin entender —Mañana tienes trabajo... —estaba diciendo y negó con la cabeza.

—He pedido mis vacaciones, no te había dicho nada porque no sabía si pasaría, pero hoy me las aprobaron, así que mañana nos vamos los tres a la casa de la playa. Ya he arreglado nuestros bolsos mientras dormías y las cosas de Sol —me sonrío en la oscuridad.

—Te amo tanto —musité llegando a su lado para darle un beso —Me habrías avisado y te ayudaba, seguro llegaste tarde y cansado.

—No más que tú. Además estabas tan tranquila durmiendo que no quería despertarte por eso, sé que duermes poco y lo necesitabas. No escuchaste a Sol, porque me la había llevado abajo antes de la hora que siempre despierta y cuando lo hizo, ya tenía su biberón listo —me explicó sin que preguntara, Julio sabía que tenía mucho miedo de no haberla escuchado.

—Eres el mejor papá que nuestra hija puede tener —musité dándole un beso en su manito, ya se había dormido. —Ponla en su cuna y ven a acostarte conmigo —dije haciendo un puchero que lo hizo sonreír.

—Las amo —susurró abrazándome en la cama —Vamos a tener los mejores días en la playa, ya verás.

Y eso esperaba, porque sin darme cuenta me estaba deprimiendo estar en casa.

Y eso esperaba, porque sin darme cuenta me estaba deprimiendo estar en casa

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One shot Clara Galle y Julio PeñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora