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De manera muy sutil movió las caderas, rozándose contra el gran bulto que sentía debajo y consiguiendo que la mirada de él cambiara a una más feroz.

Conocedora de lo que siempre habían impactado su color de ojos y la
amplitud de esto en cualquiera que los observara más de unos segundos, los
entornó, provocativa, y alzó sus largas pestañas una sola vez antes de
acercarse a él, aprovechando que estaba recostado en la silla, y besar su
mejilla suavemente para después bajar por su mentón marcado, repasando su piel con los labios, hasta el cuello, donde se detuvo, sacó la lengua y lamió con astucia.

—Cuéntame todas esas cosas que harán que salga corriendo o que me quede para siempre —dijo Lena cerca de su oído. 

Después, le proporcionó un pequeño bocado que lo hizo gruñir, rodearla con sus brazos y pegarla a su
dureza.

—Pequeña diabla, sé lo que intentas.

—¿Y voy a conseguirlo?

Asintió, sintiendo la lengua recorrerle el cuello, cada vez de manera más
descendente, hasta llegar a su pecho.

—Claro que vas a conseguirlo, nena. Vas a conseguir de mí todo lo que te
propongas.

—¿Qué has hecho, Tae? Cuéntame todo lo que has hecho este tiempo atrás,todo lo que has experimentado. Quiero que me enseñes. ¿Alguna vez…? —La seguridad la abandonó, pero se refugió en su cuello, subiendo de nuevo hasta él para no verle la cara y poder seguir alternando sus palabras con los besos—. ¿Alguna vez habías estado con dos chicas a la vez?

La sacó de su escondite y la irguió, dejándola como antes: sentada encima, a horcajadas y mirándolo. Si quería aprender, lo primero sería a fulminar por completo el pudor que le provocaba hablar de sexo.

—He estado con muchas mujeres a la vez. ¿Es eso lo que quieres saber?
¿De verdad te interesan esos detalles?

—Sí.

Lo meditó, porque lo habitual en las mujeres con las que se acostaba más de una vez era no querer escuchar detalle alguno de su vida, de sus relaciones pasadas. Y sabía que entrar en aquello era peligroso, que por mucho que se nublara, seguía siendo aquella chiquilla de la misma edad que Rosie. Era inevitable pensarlo, por más que quisiera dejarlo al margen. 

Sin embargo, astuta y atrevida, llevó las pequeñas manos hasta su polla,
alzó un poco el culo para facilitar la bajada del pantalón que ella misma estaba llevando a cabo y se la sacó, dejándola erguida ante la vista de los dos.

Seguía sorprendiéndola aquel falo grande y grueso que veía por segunda vez y, aunque la avergonzara pensarlo, ya había probado.

—¿Te gusta lo que ves? —le preguntó Tae, olvidando todas aquellas dudas anteriores al percatarse del deseo de Lena.

Ella se mordió el labio con timidez mientras asentía.

—Me gustas todo tú. Enterito, de pies a cabeza. Y me gusta esto —le señaló
el miembro sin dejar de morderse el labio, azorada. Él sonrió ante aquella
sinceridad y espontaneidad.

—Tócala —le pidió a la vez que se llevaba una mano a la boca, escupía en
ella y esparcía suavemente la saliva por toda su longitud—.Despacio,pequeña. Mientras, yo te contaré todo eso que quieres saber.

Le sonrió mientras rodeaba el contorno resbaladizo con su mano blanquecina y movía la mano de arriba abajo con lentitud, apagando la mente del hombre, llevándolo al cielo. En un momento dado, bajo la atenta mirada de él, Lena tocó el líquido transparente que brotó de su glande, hizo varios círculos sobre él y se lo llevó a la boca, lamiéndolo como lo había visto tantas veces en aquellas películas porno.

T A B O O | [KTH+18] Hefesto 1✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora