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Aquella noche, cuando Taehyung volvió de la discográfica y entró en la cabaña, vió a Alfred dormido en el sofá junto a la chimenea.

Contrariado entró en la cocina, bebió un vaso de agua y subió las escaleras sin hacer ruido hasta llegar a la habitación que había convertido en su oficina. 

Allí se encontraba Lena, sentada en el sofá que él utilizaba como cama. Llevaba puesto un camisón rosa, sus piernas desnudas y cruzadas mientras sostenía un libro.

Al levantar sus ojos se encontró con el hombre apoyado en la puerta y cruzado de brazos. Lena cerró el libro antes de bajar del sofá amplio con la tela colgando suelta sobre sus hombros.

—Lo siento. No podía dormir y no quería despertar a Kaia con la luz.

Taehyung dió un paso, cerrando la puerta tras él. 

Los latidos de su corazón y su respiración se aceleraron, la mirada en sus ojos era tan depredadora que ella se sentía como una comida que él iba a devorar en cualquier momento.

—Es un placer observarte.

—¿Leyendo?

—Haciendo cualquier cosa.

Se sonrojó.

Taehyung dio unos pasos hasta situarse frente a ella y se mantuvo quieto unos segundos, mirándola con fascinación a los ojos y preguntándose cómo era posible que al natural, sin una pizca de maquillaje, resaltaran de esa manera tan espectacular.

Recordó la tarde en la que la tuvo ahí mismo. En esa misma oficina, ella desnuda balanceándose sobre su regazo y su polla cobraba vida. No era capaz de retenerla. Tampoco es que quisiera. 

«Si estás dispuesta a conocerme. Quiero mostrarte mi mundo» le había dicho. Ella había aceptado.

Mierda. Se suponía que él esperaría para esto. De eso se trató en su casa. Debería esperar un poco más de tiempo, no mirarla con ese hambre. 

Ese no era el lugar para aquello. Si alguna vez no había un lugar para eso, esa era la casa de Alfred.

—Puedes quedarte, si lo deseas.

Sin otra palabra, se dirigió a su escritorio.

Lena tragó saliva y volvió a sentarse, la aprensión se curvó en su estómago junto con la emoción, mirando al hermoso hombre tomar asiento.

Podía sentir su mirada sobre cada centímetro de su cuerpo en su línea de visión. Podía sentir la caricia de sus ojos sobre su piel expuesta y sentir el calor que aumentaba en su cuerpo y se acumulaba en su núcleo, solo por sus ojos. 

Pasaron minutos.

Minutos largos y cargados.

Minutos pecaminosos.

Con la facilidad de la arena deslizándose entre los dedos.

Con la dificultad de un reloj roto.

Pasaron minutos.

Con latidos del corazón.

Con respiraciones.

Con el aire cambiando de nuevo.

Incapaz de fingir que no estaba rechinando todos los nervios de su cuerpo, Lena dejó caer el libro y giró su cabeza, solo para encontrar esos feroces y magníficos ojos  inmovilizándola contra el sofá.

Ella necesitaba empujar su cuerpo en posición vertical y llegar a su habitación con Kaia.

Necesitaba cerrar la puerta y alejarse de este hombre antes de saltar sobre su regazo y rogarle que la tome.

T A B O O | [KTH+18] Hefesto 1✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora