Epílogo

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- La – sentí como Peter me sacudía en la cama – Gorda – giré y me tapé la cara con una almohada – Dale, en una hora nos buscan y no terminaste la valija – fue eso que hizo que pegara un salto en la cama que me refregaba los ojos y lo mirara – Ahora sí – se acercó y me besó – Buen dia chiquita

- Buen día será para vos – rió y yo me estiré en la cama – ¿Llego a darme una ducha?

- Si no vas a tardar demasiado, como siempre, sí – achine los ojos y lo miré amenazante – Dale, anda que te preparo el desayuno – gatee en la cama para besarlo y sonrió. Él ya estaba cambiado y bañado, su valija ya estaba lista y en su mochila había cargado miles de notas de lo que habíamos hablado sobre el clip –

El viaje a Miami fue un éxito. Rápido y eficaz. Él se desenvolvió demasiado bien como director y yo me sentí muy cómoda trabajando. Siguió cada una de sus notas para que saliera lo mejor posible y cuando dio por finalizado el rodaje, se acercó y me besó. Los dos días que nos restaron, los disfrutamos para descansar. Como nuestra relación ya era de público conocimiento me dediqué a sacar fotos y postearlas, además de filmarlo entrando al mar musicalizando también. Una tarde, mientras él leía debajo de una sombrilla, yo me dediqué a observarlo y fue cuando decidí volver para atrás en mi cabeza y darme cuenta que había estado a punto de perderlo otra vez. Suspiré y estiré mi mano para acariciar su pierna, levantó sus anteojos de sol y me sonrió de costado.

El calor de la Florida nos hizo bien a ambos, recorríamos en el auto que la compañía nos había alquilado y a decir verdad, cada tanto nos reconocían y nos pedían fotos juntos, quizá las primeras fotos que salían a la luz con fanáticos. Él se desenvolvió con mucha naturalidad y eso me daba tranquilidad, no era incomodo ni era invasivo. En ningún momento llegué a pensar que era nuestro primer viaje a cualquier parte del mundo con nuestra relación blanqueada. Y era bueno. Porque aunque estaba bastante atenta a que él no se sintiera fuera de lugar, ambos disfrutamos y mucho.

Aterrizamos en Buenos Aires a mediados de diciembre, las primeras muestras de lo que habíamos grabado empezaban a llegar, pero sobre todo a él, porque él iba a elegir, me chantajeaba y me peleaba mientras yo intentaba mirar y él no me dejaba. Diciembre también llegó con una mudanza media imprevista y media obvia. Habíamos conseguido una casa hermosa y con un jardín espectacular, fuimos juntos a verla varias veces y después de darle demasiadas vueltas fue Peter a reservarla.

- Disfruta tu última noche solo – lo despedí en la puerta de mi casa, que estaba revuelta de cajas y de valijas –

- Te voy a extrañar – me hizo puchero y lo besé –

- Mañana ya dormimos juntos por mucho tiempo más – apoyé mis manos en sus hombros y sonreí –

- Si – dejo otro beso en mis labios – ojalá que para siempre – me mordí el labio y negué muerta de amor, por el hombre que seguía eligiendo después de tanto tiempo –

- ¿Tenes todo listo? – negó con la cabeza y revoleé los ojos – ¿Te falta mucho?

- No – levantó uno de sus hombros – Llego y me ocupo, quedate tranquila – suspiré y me burló suspirando sobre mis labios –

- Avisame cuando llegues – asintió sin querer separarse de mis labios – Te amo

- Yo también – sacó las llaves del auto de su bolsillo delantero y desactivo la alarma – Hasta mañana concubina – levanté mi mano saludándolo y entre al caos de mi casa que estaba por abandonar –

Después de siete cuatro meses de convivencia, en una casa llena de arte y de desorden, llegaba el día que le pertenecía por completo a él. El estreno de su serie y con eso una avant premiere en uno de los cines más importantes del país, y aunque ya nos habían captado juntos en algún que otro evento, esta vez era completamente oficial. Ya no había alguna cámara esperándonos donde nos podían esperar o alguno de los dos – yo más que él – subía una foto a las redes.

DestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora