Capítulo 5

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"...It's hard to see it.

How 's it end?

Oh, but it does have an ending..."


- No entiendo por qué Santiago no está acá – me preguntó Morena mientras disfrutaba una despedida en mi propia casa con amigos y familia – ¿Sigue en el mismo mood?

- Sip – levanté los hombros y agarré un bowl lleno de papas fritas – Ya ni me angustia amiga – reí irónica, porque en definitiva ya me había dejado de importar –

- Bueno igual – me miró indignada – está mal

- Sí,  ¿pero qué queres que haga? – la miré y negó –

Faltaban cinco días para volar a España. Mi familia había armado una despedida en mi propia casa y mi novio no estaba, de nuevo había tenido que viajar al campo, y otra vez me había invitado. Esta vez no solo me había negado si no que me peleé y le dije que me parecía muy egoísta que a días de un viaje, sin fecha de regreso, no podía acompañarme. Discutimos y se fue. Pensé que la angustia iba a abordar pero no fue así. Estaba tan harta de sus desplantes por mi trabajo que solo me enojé. Esa noche, cuando estaba sola, hice una videollamada con Peter, pero no hubo como otras conversaciones tal tensión sexual. Yo estaba tirada en la cama con pijama y él mientras cenaba me mostraba cosas de su casa. Reímos juntos. Y cuando bostece por primera vez me dijo que tenía muchas ganas de dormir conmigo, me hizo sonreír. Nos despedimos con besos a través de la pantalla y suspiré cuando deje el teléfono.

Todos en esta especie de fiesta preguntaron por Santiago, hasta al punto de hartarme y solo contesté que estaba todo bien, que me dejarán de preguntar y me ayudarán a disfrutar mis últimos días. Cuando salió por la puerta el invitado que faltaba para terminar la despedida me tiré en el sillón completamente agotada. Fui yo quien esta vez llamó a Peter para saber en que estaba. No podíamos vernos porque él tenía cosas que hacer esa noche y al otro día ya regresaba mi novio. Suspiré cuando me lo informó esa noche en su cama, se disculpó y aunque intente no hacer ningún reproche me fue imposible.

- Ay. Pero es que después me voy Pitt – puchereé y beso mis labios –

- Ya sé La, pero no puedo – hizo una mueca con su boca –

- Pero ¿qué es lo que tenes que hacer? – y fui directa por primera vez en mucho tiempo y río –

- Nada de lo que estás pensando, pero ya tenía otros planes y no puedo cancelarlos – me crucé de brazos – Daleeee – estiró largo y tendido la e y me llenó de besos –

- Está bien – en realidad nada estaba bien en mi cabeza pero habíamos prometido no hacernos planteos –

- Entonces cámbiame la carita – y jugó con sus manos en mi boca para hacerme sonreír –

- Ayia! – me quejé y río –

Nuestros encuentros pasaron de ser puro sexo a ser especiales, compartíamos el rato, él leía algo y yo podía estar perfectamente en mi mundo de música o trabajo. Un domingo por la tarde en mi casa yo pasaba coreografías en videollamada con Denise y él desde el sillón con sus auriculares veía una película. La historia de dos amantes paso a ser de dos enamorados que no querían confirmarlo. Porque cada vez que hablábamos de mi viaje a los dos los ojos nos brillaban diferentes. Pero ninguno decía nada. Teníamos un pacto silencioso de que nos íbamos a extrañar y no solamente en la cama. Por eso, disfrutábamos nuestros encuentros que cada vez eran más frecuentes. Empezamos viéndonos una vez por semana y terminábamos nuestro tiempo entre tres y cuatro veces, cuando yo estaba sola él pasaba con la ayuda de Eugenia por mi casa y si no, yo me escapaba a su casa ubicada en zona norte.

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