Capítulo 2

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"...Now, I have a secret I need to tell you

I have been true, and I needed no clue

We live in such extraordinary times

Exquisite visions fill up my mind..."


Sábado por la mañana y el despertador sonó para despertarme, cumpliendo su nefasta función. Me estiré un poco molesta, mi novio ya no estaba en la cama, supuse que estaba abajo desayunando. Revisé mi celular antes de levantarme. Mensajes de trabajo, mi viaje a España ya estaba programado para dentro de quince días. El clima en mi casa no era el mejor, los reclamos no tardaron en llegar, las exigencias para arreglar de antemano los encuentros que íbamos a tener. Todo eso me agotaba y me angustiaba. Estaba por irme a cumplir un sueño con una súper producción para la plataforma más importante del mundo y en mi casa, donde esperaba recibir toda la contención y sacarme afuera los miedos, lo único que recibía eran reclamos.

Ese mismo día teníamos la reunión del elenco. Mi malestar también tenía que ver con eso, iba a reencontrarme con Peter después de muchísimo tiempo sin verlo, después de haber ido a lo de Eugenia y tener la charla que intente esquivar. Estaba de mal humor por mil motivos diferentes, y eso me hacía actuar en consecuencia. Así que antes de salir de mi cuarto saqué del vestidor una de mis valijas y la abrí para empezar a meter ropa que iba a tener destino Madrid. ¿Era una llamada de atención para mi novio? Quizá. Pero no me importaba. Esta vez nadie iba a impedir que yo hiciera lo que se me antojara. Empecé a guardar prendas que iba encontrando en el desastre de mi ropero, sin doblar, sin acomodar. Cuando estaba bastante llena la valija, la corrí a un costado y me dispuse a hacer la cama. Salí arrastrando los pies de la habitación y fui directo a la ducha. Intenté sacar mi enojo y mis nervios con el agua que recorría mi cuerpo, tarareé canciones y cuando estaba enjugando mi pelo, Santiago entró con intenciones de meterse en la ducha conmigo. Escapé de la situación diciendo que estaba apurada, que mi amiga pasaba por mi dentro de muy poco, sonrió y salió negando con la cabeza. Estaba segura que ya había visto el desorden de mi valija y venía a aplacar un poco la situación, pero no tenía ganas de eso, no ahora, mi cabeza estaba completamente en otro lado.

Elegí un jean con una remera bien básica y unas zapatillas que después agregué un tapado. Los primeros días de mayo venían con algo de frío. El punto de encuentro era lo de Nicolás y Gimena, lo que provocaba en Eugenia un grado de incomodidad por una pelea que habían tenido, es por eso que me había pedido ir juntas y no lo dudé. Cuando estaba terminando de maquillarme, de manera muy natural, me llegó un mensaje de ella diciéndome que estaba saliendo, que en cinco minutos estaba por mi casa. Así que agarré mi cartera y cuando estaba por salir Santiago apareció desde la cocina.

- ¿Te ibas sin despedirte? – sonrió de costado, su estrategia era relajar toda la situación así que sonreí y me acerqué para besarlo – ¿A qué hora volvés?

- No tengo la menor idea – revisé mi celular y lo guardé – dependo de Euge – levanté los hombros –

- Avísame si necesitas que te busque, no tengo problema – sonreí y asentí. Se acercó y me volvió a besar – Pásenla bien, disfruten – asentí y salí de mi casa. Suspiré cuando estuve del otro lado.

Esperé que la camioneta de Euge estuviera llegando sin dejar de mirar hacia atrás, la puerta de mi casa, sacudí mi cabeza para espantar algunos pensamientos y la bocina hizo que me asustara. Abrí la puerta del acompañante y cuando saludé a mi amiga escuché una vocecita que hizo que me diera vuelta y me derritiera de ternura. Rufina venía con nosotras y eso era todo lo que estaba bien. Esa nena era un ángel y cualquier situación incómoda podía descontracturarla. Entendí la táctica de Eugenia y por dentro pensé en felicitarla, pero no quería generar más nervios de los que ese auto ya cargaba. Pusimos música y bailamos y cantamos con Rufi sin parar. En ese auto era todo risas, supongo que para las dos era necesario distender nuestra mente y llegar lo más frescas que podíamos. Sabía que Rufina iba a ser la excusa de cualquiera de las dos para escapar de la incomodidad que podría generarse.

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