"...Seeing I got this woman here
She loves me all the time
No need for excuses.."
Cuando lo ví, sentí como detuvimos el tiempo en pleno centro de Madrid. El ruido de la ciudad no frenó, y las personas que paseaban por ahí tampoco. El corazón se encastró donde correspondía después de muchos días y mi alma se relajó en sus brazos. Me dejé llevar y no importó quien miraba o a quién le interrumpimos el paso en esa esquina. Solo quería disfrutar de su presencia ahí mismo, en ese lugar.
- No entiendo nada – sacudí mi cabeza y dejé de besarlo para mirarlo a sus ojos – Eugenia me pidió que venga a buscarle unas cosas para las chicas que después se las tenía que mandar – lo miré curiosa y él se cruzó de brazos y sonrío –
- Capaz, sólo capaz, lo que tenías que buscar era a mí – extendió su sonrisa de nuevo – Pero espero que no me mandes de vuelta, viaje muchas horas
- ¿Todo esto fue un plan entre ustedes dos? – asintió tranquilo – No puedo creerlo – y volví a enroscar mis brazos en su cuello para volver a besarlo – Igual – interrumpí el momento para mirarlo – tenemos que hablar
- Ya sé, ya sé – suspiró y levantó sus brazos excusándose y volvió a colocarlos en mi cintura – Estaba muy ansioso y muy nervioso
- No – levanté un dedo y lo coloqué en su nariz – no te atrevas a justificar lo pésimo que estuviste conmigo estos días – bufó y volvió a unir nuestros labios –
- ¿Podes perdonarme? – me hizo un puchero y aflojó mi alma – Por favor
Me llevó un rato reaccionar y entender todo lo que estaba pasando alrededor. Él me abrazaba y me besaba a cada rato, y yo disfrutaba. Extrañaba sus brazos y su boca sobre mi cuerpo. Caminamos de la mano, sin pensar demasiado en que alguien pudiera vernos, estábamos del otro lado del continente y eso me hacía creer que éramos invisibles. Me relató su semana previa antes de llegar y sus nervios. Volvió a disculparse por haber estado tan distante y negué con la cabeza cada vez que lo hizo. Estábamos desorientados de amor, tanto que de repente nos cruzamos con el Parque del Retiro, nos miramos y decidimos entrar. El calor ya se asomaba fuerte para ese momento y agradecí el momento donde decidí cambiarme el jean por un short para salir. El estaba con un pantalón largo y una remera gris. Su barba había desaparecido porque las grabaciones habían terminado y su pelo largo también. Encontramos un banquito en la sombra y ahí nos sentamos. Nos sentamos para besarnos y acariciarnos. Charlamos, de cosas sin sentido y jugué con sus dedos, en algún momento el calor era tan insoportable que corrí a comprar un agua mineral para que compartiéramos.
- ¿Hasta cuando te quedas? – le dije mirándolo mientras él jugaba con sus piernas –
- Veinte días – sonrió –
- Ah – suspiré –
- Gorda – rio – Acabo de llegar, ¿ya vas a empezar a hacer drama? – agarró mi cara y me beso. Negué y le regalé una sonrisa –
- Igual vos y Eugenia me van a escuchar – revoleó sus ojos – en serio, yo estaba muy angustiada, y ella lo sabía – me interrumpió con un beso –
- Me estaba ayudando ¿sí? – me volvió a besar – no te enojes tanto – negué con la cabeza – Porfa – y sonreí –
Alrededor de las dos de la tarde el hambre llegó a mi cerebro y lo invité a almorzar. Sé que intentó decirme los riesgos de andar sueltos por la calle, pero yo estaba más allá de todo. Necesitaba tenerlo cerca y solo, sin que se lo pida, había volado muchas horas, así que nos sentamos en un bar perdido cerca de Plaza Mayor para compartir una tortilla y unas gambas al ajillo. Reímos cuando él agarró un poco del segundo plato y se quemó los dedos con la fuente bien caliente – de la cual ya nos habían avisado – brindamos con cerveza nuestro reencuentro y no paro un segundo de interesarse por todo lo que estaba viviendo yo en esta ciudad. Escuchó con atención los horarios que me correspondía rodar esta semana y supe que en su cabeza solo estaba acomodando nuestros próximos planes. No quise preguntarle, quise que me sorprenda.
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Destinados
Fanfiction¿Cuantas veces nos tenemos que perder para bajar la guardia y encontrarnos?