"...There's a place we know
What's cold enough won't grow
We have seen the dark
And the darkness took its toll
And the journey waits for no one
If no one breaks the mould
And our hearts are stronger than we know..."
La mañana del domingo me desperté desnuda y abrazada al cuerpo de Peter. La cama estaba completamente deshecha, me abrazaba a su cuerpo y un poco al acolchado que quedó completamente fuera de su lugar. El frío de esa mañana fue quién me despertó. Lo miré como dormía y dejé un par de besos en su espalda descubierta. Sonreí, porque de nuevo me encontraba dónde quería estar y aunque me costaba aceptarlo, mi vida sin él nunca había sido la misma. Levanté del piso su remera y me la coloqué. Bajé despacio y se movió solo un poco pero siguió durmiendo. Así que aproveché para ir a prender la calefacción central y preparar el desayuno para llevárselo. Puse el pan a tostar y separé las tazas mientras el café se terminaba de hacer. Froté mis piernas entre sí, tenía frío. Me asomé por la ventana que daba al jardín y corrobore que iba a ser un día bien de invierno. La tostadora fue la que me despabiló y corrí hacía la cocina y serví todo en una bandeja. Manteca para los dos, dulce para mí, azúcar y edulcorante. Los dos cafés con leche hacían equilibrio para no caer sobre la mesada, camine despacio hasta entrar al cuarto. Él ya estaba sentado en la cama, con los ojos achinados y su sonrisa completamente desplegada. Me mordí el labio y apoyé la bandeja en la mesa de luz. Llegué hasta su cuerpo y lo besé, susurró en mis labios "Que bien te queda mi remera" y yo lo volví a besar.
Él café se enfrió y las tostadas también, porque esa mañana volvimos a tirar las sábanas y a ser uno. Los besos no frenaron, su boca no la desprendió de mi hombro ni de mi cuello. Sonreí y nos abrazamos fuerte. Me animé a susurrarle en el oído "Te amo" y él me lo correspondió. Desayunamos finalmente cuando él decidió bajar a calentar el café y las tostadas. Paseaba ya en boxer por mi casa que estaba calefaccionada y volvió conmigo y comimos juntos. Revisé mi teléfono, y aproveché para responder mensajes, entre ellos de Eugenia, pidiéndome perdón por no avisarme que lo había autorizado. Reí y le puse que la quería mucho, además le agradecí por contenerme cuando lo necesite.
- ¿Tenés algo para que almorcemos o queres que vaya a comprar? – beso mi hombro y sonreí –
- Hay un par de cosas, mamá me dio para que trajera – besé su cabeza. Aún estábamos en la cama desarmada –
- ¿Sabes que tengo ganas de comer? – negué con la cabeza, pero él no me vio porque estaba jugando con mi brazo mirando al frente – Asado – giró su cabeza para mi lado y sonrió como un chico -
- Bueno – reí – si vos tenes ganas – levanté un hombro – Habría que ver que hay, que falta – asintió y se sentó rápidamente al lado mío –
- ¿Puedo ir a ver? – asentí y me dejó un beso – ¿No te parece decirle a Cande y a Andrés? – asintió contento – O a quien quieras
- Ahora les escribo – sonreí y lo volví a besar mientras intentaba escapar de la cama –
Gestioné ese almuerzo lo más rápido que pude. Envié un mensaje al grupo de amigas que integramos Eugenia, Candela, Maria y yo, simplemente poniendo "Hola", la primera que respondió fue Cande "Amiga, ¿qué onda?" "¿Querés venir a comer un asado ahora conmigo?" "Ehhhh?!" contestó María sin entender nada y Euge solo puso muchas caritas sonrientes "Las espero, vengan con compañía – especialmente por favor – no hace falta que traigan nada" "No entiendo, ¿vos vas a hacer asado?" María de nuevo "Ay Mery, obvio que ella no jajajajaja" la china de nuevo "Naaaaa, no me digas que es lo que pienso" Candela interpretó rápidamente y siguió una guerra de stickers sin parar. Mientras reía con el celular Peter apareció preocupado a decirme que era necesario salir a comprar cosas y aún más cuando le confirmé que venían varias personas. En el lapso que salió yo aproveché para acomodar y recorrer mi casa. La extrañaba, mi departamento en Madrid no se asemejaba en nada, espié mi estudio, que había quedado tal cual cuando me fui, el jardín con los árboles que lo rondaban sin hojas y una pileta con el agua seguramente ya podrida. Prendí la calefacción un poco en el quincho donde íbamos a comer todos juntos y me encargué de poner la mesa para nuestros invitados. María confirmó su asistencia pero después del almuerzo y el resto avisó que venían. De repente, sin darme cuenta, estaba viviendo quizá la película que siempre quise vivir. Mis amigos y Peter. Sus amigos y yo. Que eran los mismos. Pero todos juntos. Me daba un poco de pudor empezar a imaginarnos como novios, pero lo saqué de mi cabeza para dejar de darle vueltas. Mientras esperaba revise un poco mi teléfono, decidí subir una historia a Instagram avisando que estaba en Buenos Aires, que iba a pasar unos pocos días y que retomaría mi actividad apenas aterrizara. Sonreí cuando guardé el teléfono y a los pocos minutos escuché el auto de Peter. Me asomé por la puerta principal y lo ayudé a sacar las cosas del auto, ordenamos todo y él se dirigió hacia la parrilla para empezar a armar el fuego. Empezaba a asomar Agosto y con eso el cumpleaños de Peter, que sabíamos que difícilmente íbamos a transitarlo los dos juntos. Me pidió que apagara los calentadores que tenía afuera porque el fuego que estaba preparando alcanzaba. Sonreí y lo hice, no sin antes dejarle un beso en su hombro.
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Destinados
Fanfiction¿Cuantas veces nos tenemos que perder para bajar la guardia y encontrarnos?