"...No one love you like I love you
I never cheated, never lied
I never put no one above you
I gave you space and time..."
Cerré la puerta del departamento de Lali y suspiré para tragar el enojo y la angustia, caminé hacía la puerta y saludé al señor de seguridad que se encontraba siempre en el mismo lugar, con el mismo traje y casi siempre, la misma sonrisa. Frené un taxi antes de que ella pudiera bajar, me subí y me dirigí directamente hacia el aeropuerto. Mi teléfono sonó varias veces, pero me dediqué a rechazar llamadas, ella y Eugenia no paraban de mandarme mensajes. Suspiré y deseé estar cuanto antes en el avión para partir al único lugar donde necesitaba estar. Estaba decidido a no hacer ninguna declaración a la prensa, y por suerte, ya había sorteado la primera parada que era Madrid. Puse el celular en modo avión antes de despegar y cerré los ojos. Tenía las lágrimas completamente contenidas, y el corazón que galopaba dentro mío, hacía mucho que no me sentía tan enojado y defraudado. Sacudí mi cabeza varias veces antes de colocarme los auriculares y hacer sonar música desde mi celular. Pase mis manos por mis ojos y giré mi cuello para hacerlo sonar. Los nervios y el enojo acumulado hicieron que me durmiera mucho antes de lo planeado. Me desperté cuando la azafata me ofreció la cena y pedí pasta para comer. Mi cabeza no paraba de pensar en lo que había pasado, y aunque dolía estaba asombrado con el valor que había tomado para que esta vez, nada de lo que me dijera me iba a sanar. El valor que tuve cuando llamé y pedí un pasaje urgente para volver a Buenos Aires, en otro momento no lo hubiera tenido, es que simplemente esta vez no iba a dejar pasar lo ocurrido.
Aterricé en Argentina a medianoche, esperé mi valija con mis anteojos de sol puestos y mi cabeza gacha, no sabía cuántas personas podían reconocerme como tampoco sabía si había alguien esperándome del otro lado para hacerme alguna pregunta. Salí acarreando mi equipaje y respire cuando vi el área completamente despejada. Me subí a un taxi que me llevó directamente a la puerta de mi casa, y fue ahí, cuando giré la llave y la oscuridad de mi casa me abrazó. Cerré y me apoyé sobre la pared y respire. Respire profundo y cuando exhalé elimine todo el cansancio y la bronca que acumulaba. Arrastré los pies a la ducha y dejé el agua caer sobre mi cuerpo. Las horas de vuelo me habían agotado, pero también tenía un dolor en el medio del pecho que no podía esquivar. Me envolví en una toalla y me senté en el pie de la cama.
- Al fin – gritó Eugenia del otro lado con un tono ya desesperado –
- Te llamo porque tengo literalmente 39 llamadas perdidas tuyas y no se cuantos mensajes – suspiré –
- 19 mensajes – asentí - ¿Cómo estás?
- ¿A vos qué te parece? – rasque mi cabeza –
- Como el orto – no respondí y mi silencio fue su respuesta - ¿Querés que hablemos de lo que pasó?
- No China, no voy a meterte en esta, ya esta ademas, ya fue – suspiró ella –
- Pero Pitt – estaba un poco alterada – No es meterme, es que sos mi amigo, y quiero saber que pensas, que te pasa, nada más
- Sí me conoces ya lo sabes, y también sabes que no me gusta hablar de lo que me pasa. Ya está. Ya estoy en mi casa, solo quiero dormir, y despertarme en otro lugar – tomé aire –
- No digas eso – suavizó su voz - ¿querés que mañana nos veamos?
- No – reí – necesito estar solo, un poco de aire
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Destinados
Fanfiction¿Cuantas veces nos tenemos que perder para bajar la guardia y encontrarnos?