Shang Qinghua esta secretamente enamorado del capitán del equipo de baloncesto, pero jamás se atrevió a dar un paso hacia él, hasta que una serie de eventos desafortunados lo envían directo a los pies de Mo Bei.
Ahora tiene que enfrentar la locura d...
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Despertó con un dolor de cabeza horrible.
La luz del sol entraba de lleno en la habitación, lo cual era extraño porque Shang Qinghua cerraba las cortinas para dormir… parpadeo varias veces antes de acostumbrarse a la crueldad del sol a media mañana.
El malestar lo hizo gruñir. Se sentó en la cama, se masajeo las sienes y respiro profundo. Tenía la garganta seca y sentía la boca pastosa y salada, como si se hubiese quedado dormido inmediatamente después de comer pero, sentía el estómago tan vacío que le ardía. Extendió la mano para buscar su teléfono y entonces descubrió que no estaba su mesita de noche.
Miró atentamente.
Sus sabanas no eran oscuras ni tan suaves… pensándolo bien, el aroma de la habitación no es familiar pero tampoco desconocido. La cama no era suya.
No estaba en su casa.
Despertó semidesnudo en la cama de…
…en la cama de Mo Bei.
La realidad lo golpeo como un balde de agua helada.
El piso estaba limpio, no había señales de su ropa, ni sus zapatos. Lo único que conservaba puesto eran sus calcetines de The Avengers y el boxer a juego. Tampoco había señales de Mo Bei. Probablemente salió antes, es domingo, Mo Bei seguramente tiene planes.
Shang Qinghua se levantó con cuidado, no le dolía nada en absoluto. La vaga fantasía de Mo Bei desflorándolo desapareció con pena de su mente. Vaya ridiculez.
Camino hacia el baño. Solo iba lavarse la cara, buscaría sus pertenencias, tomaría un jodido vaso de agua y se iría lo más pronto posible, rezando para que al día siguiente Mo Bei no este molesto por la nochecita que pasaron juntos.
El cuarto de baño era majestuoso, elegante y sobrio como el resto del departamento, pero eso no hizo que Shang Qinghua se quedara atónito en el marco de la puerta con el pomo fuertemente agarrado en su mano.
Allí adentro estaba Mo Bei.
Pero claramente la puerta no tenía seguro. Estaba abierta ¿Cómo iba a saber Qinghua que estaba ocupado?
Hubiera sido menos incomodo si él estuviera sentado en el retrete cagando. Sí, cagar era más natural.
La mirada de Shang Qinghua cayó en un lugar inapropiado y casi al instante la aparto, pero después la enfoco en la cara de Mo Bei, lo cual lo avergonzó aún más.
Mo Bei se estaba secando el cabello, tenía los brazos alzados y la toalla en la cabeza, cuando Qinghua abrió la puerta esto fue lo que vio: al chico completa y majestuosamente desnudo, recién salido de la ducha, fresco y bienoliente.
—Yo… lo siento —dijo, pero no se fue.
— Ya. ¿Cómo estás? —dijo Mo Bei, como si fuera completamente normal tener conversaciones desnudo por ahí.
