Shang Qinghua esta secretamente enamorado del capitán del equipo de baloncesto, pero jamás se atrevió a dar un paso hacia él, hasta que una serie de eventos desafortunados lo envían directo a los pies de Mo Bei.
Ahora tiene que enfrentar la locura d...
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A la mañana siguiente todavía podía sentir el frio en sus mejillas, el viento alborotando su cabello y calando hasta los huesos, la sensación hormigueante del motor, el aroma a bosque en la espalda de Mo Bei, el calor agradable de su cadera…
Fue aterrador.
Fue hermoso.
En cada cambio de velocidad su pecho chocaba con la espalda de Mo Bei y por una fracción de tiempo compartían el mismo vibrar del motor. Los músculos duros de su espalda, su cabello más negro que la noche y la blancura inmaculada de su nuca, esos pequeños detalles son sumamente preciados para Shang Qinghua.
Y no había forma de conocer tales placeres hasta que se subió en esa motocicleta del demonio.
No se arrepentía.
De lo que probablemente si se arrepentiría seria de ir a una fiesta organizada por Sha Hualing.
En aquel entonces, cuando estaba recostado en su cama con la cabeza colgando del borde, la idea no parecía tan inconcebible, pero al llegar a la casa de Sha Hualing, los nervios se dispararon en su cuerpo y experimento una especie de bloqueo sensorial.
Los viernes por la noche solía usarlos para ver maratones de películas, jamás para ir a fiestas temáticas.
Mingyan llevaba una bonita boina roja que combinaba con su falda, no solía usar mucho ese color, ella era más de colores fríos, sobria y a veces minimalista. Shang Qinghua a su lado llevaba con orgullo sus medias rojas de cereza y algo tan simple como un overol de mezclilla roto en las piernas.
Para entrar a la fiesta de Hualing había que vestir mínimo una pieza de rojo. Esa era la invitación, esa chica estaba loca por el color rojo, prácticamente lo usaba a diario y para malestar estomacal de Qinghua, a ella el rojo le sentaba muy bien.
Llegaron en el auto de Liu Qingge.
Los mellizos disfrutaban usar ropa de gemelos. Mingyan le conto que su madre tenía una obsesión por vestirlos igual, después de la muerte de ella, ambos mellizos continuaron haciéndolo, de esa manera sentían que la tenían cerca. Así que Liu Qingge también llevaba pantalones a cuadros en rojo para combinar con la falda de su hermana.
Shang Qinghua lo presentía pero no estaba seguro, resulta que Sha Hualing es tan millonaria como Mingyan, casi como la hija de la mafia o algo así. La casa era una mansión con un enorme jardín y ventanas grandes de cristal brillante, los árboles, arbustos y flores estaban bien cuidados, el césped era de un verde tierno y había un camino de grava que conducía hasta el umbral de la entrada donde unas enormes puertas se alzaban.
Los lugares así, siempre lo hacían sentir tan pequeño.
Desde el patio se podía adivinar que detrás de las puertas se daba una fiesta, pero al entrar Shang Qinghua no tuvo expectativas que pudieran comparársele a la vista que lo recibió. Un enorme salón con luces de colores brillando tenuemente y humo flotando en el aire entre los cuerpos jóvenes que bailaban al ritmo de la música… de Ariana Grande. La cacofonía lo abrumo en el instante en el que cruzo el lumbral.