Shang Qinghua esta secretamente enamorado del capitán del equipo de baloncesto, pero jamás se atrevió a dar un paso hacia él, hasta que una serie de eventos desafortunados lo envían directo a los pies de Mo Bei.
Ahora tiene que enfrentar la locura d...
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Le hizo una felación allí antes. Se arrodillo en el suelo de frías baldosas y se esforzó para complacerlo. Ahora, en el mismo lugar, la temperatura sube y la ropa estorba.
Mo Bei le quito la camisa sin mucho esfuerzo, y Qinghua coopero completamente con él.
-No tengo un maldito condón -gruñó Mo Bei cuando le dio la vuelta-, pero, maldición estoy tan caliente.
Empujo a Shang Qinghua contra los casilleros, el metal se sintió frio en su pecho y sus manos. Tenía el pecho de Mo Bei en la espalda, la sensación era mediamente familiar, el bombeo de su corazón le hizo ser consciente de su alrededor. La respiración pesada, la piel caliente, la dureza, el deseo, y un poco también, la desolación de un corazón que se abandona.
Si en algún momento pensó que Mo Bei se mostraría cohibido, entonces estaba muy equivocado. A él no pareció importarle en absoluto cuando su mano descendió por su vientre y sujeto con fuerza la dureza entre sus piernas, masajeo su excitación con maestría y lo hizo gemir hasta desfallecer.
Hasta este entonces Qinghua se sentía un poco especial. Bueno, era la excepción de este chico heterosexual, pero ahora todo a su alrededor tiembla, y no se cree capaz de soportar una devastadora realidad.
Mo Bei le dice que tense las piernas y se frota en medio de ellas, lo escucha exhalar pesadamente sobre su nuca, muerde y lame sus hombros. El movimiento de su pelvis es lento, moderado; el palpitante miembro se desliza entre sus muslos, húmedo, caliente, duro como una roca. Se le seca la garganta solo de imaginarlo, lo conoce bien, lo ha tenido en la boca. Imagina tener a Mo Bei completamente dentro de él, y eso le acelera el corazón. Y explota. Nada se compara a la explosión de dopamina que causa el clímax. Las manos grandes y ásperas de Mo Bei no tienen comparación. Nunca se sintió así antes.
Las manos de Mo Bei se aferran a sus caderas, marcando la piel con sus dedos, enrojeciendo y apretando, dejando marcas visibles por todos lados. Respira sobre su piel, inhala su olor y lo abraza con fuerza cuando se viene. Shang Qinghua no recuerda estar más complacido en su vida. Incluso después, cuando se vuelve incómodo y él se viste demasiado pronto.
Permaneció sumergido en la brumosa sensación de ser ingrávido, solo unos pocos segundos, después fue consiente. Crudamente consiente de su alrededor, de su desnudes y de la humedad en medio de sus muslos, del frio y también de la distancia.
Estaba sucio.
-Date prisa, te llevare a casa -dijo Mo Bei, esperaba recostado en los casilleros, despreocupado, solo tuvo que volverse a poner la camisa, pero Shang Qinghua debió limpiarse primero antes de vestirse.
Se sentía tan usado.
Jamás imagino que algo como el sexo pudiera causar tanta repulsión después. No sabe exactamente como ponerlo en palabras, pero se siente como la primera vez que se masturbo. Culpable y avergonzado. Solo que esta vez tiene compañía, y eso lo hace peor.
