Shang Qinghua esta secretamente enamorado del capitán del equipo de baloncesto, pero jamás se atrevió a dar un paso hacia él, hasta que una serie de eventos desafortunados lo envían directo a los pies de Mo Bei.
Ahora tiene que enfrentar la locura d...
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En la noche le llamo su padre.
Shang Qinghua no esperaba aquella llamada, mucho menos esperaba la razón por la que había llamado.
Las pruebas para entrar a la universidad estaban a la vuelta de la esquina. Y su padre quería que, naturalmente, fuera a la mejor, lo que estaba bien para Qinghua. Lo que esta terrible es que le dicte que debe estudiar.
— ¿Qué? —simplemente no se lo podía creer.
—Estudiaras ingeniera, lo tuyo son los números.
— ¿Qué sabes tú que es lo mío? —se atrevió a decir, molesto.
Era su padre pero eran completos extraños. Tan ajenos el uno con el otro que era raro hablar de familiaridad. Y de vez en cuando llama para ver que todo vaya bien, pero en realidad no le importa demasiado, solo lo tiene allí para cuando se vuelva útil usarlo a su beneficio.
—No puedes decirme que hacer con mi vida, ni siquiera eres parte de ella.
— ¿Quién te mantiene? —atacó su padre, un tono de voz tranquilo pero en el fondo severo.
—Eres socio en una firma, la pensión es una vergüenza viniendo de ti. Puedes dejar de enviarla cuando quieras, no la necesito. No te necesito.
Y colgó.
Era más fácil por teléfono. Siempre al ver los ojos de su padre entra en una especie de pánico. Incluso si no lo tenía en frente el miedo se presentó de manera física, en su pecho, con la fuerza de un corazón acelerado.
Esto iba a suceder tarde o temprano, Shang Qinghua solo no quería que las cosas acabaran mal entre él y su padre, porque a pesar de todo, un hijo siempre va desear el visto bueno de su padre. Y en el fondo, deseaba que aquel hombre que lo sostenía en los brazos mientras lloraba porque no podía montar en bicicleta, estuviera allí, en el hombre de traje que lo trataba como a un bien mancomunado.
Ahora necesitaba urgentemente un trabajo.
Por la renta no tenía que preocuparse, el piso era suyo, pero desde un principio la pensión siempre se le quedaba corta y en los veranos solía trabajar con el señor Min en la tienda de conveniencia, pero de lejos era un trabajo autosuficiente.
Y no tenía mucho tiempo libre que digamos.
Después de que se limpió las lágrimas le marco a Mingyan para contarle lo que había pasado con su padre. La chica le respondió al instante, lo primeo que dijo fue que estaba en una pijamada de chicas, con Qingxuan, Yingying y… Mo Xuanyu, que tenían mascarillas en la cara y no podía hacerla reír.
Qinghua sorbió su nariz y pensó seriamente en despedirse y dejarlas tranquilas, pero Mingyan era su mejor amiga e inmediatamente adivino que algo no andaba bien.
— ¿Qué ocurre? —preguntó con voz seria.
— ¿A quién matamos? —se hizo oír la voz de Mo Xuanyu.
