Capítulo 3 - Hasta el final

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Leon propinó un codazo brutal a un engendro en plena cara, no dándole oportunidad de que le mordiera, mientras volaba la cabeza a otro que le acechó por la espalda. Patrick, a su lado, se puso en pie tras descabezar a uno de los monstruos sin compasión.

—Casi no me quedan balas —el novato se quejó, con fastidio, metiendo su último cargador en su pistola, tras ocultar el cuchillo que Leon le había dado, de nuevo, en su cinturón.

Leon lo miró, pensativo y preocupado.

—A mí, tampoco. Yo estoy agotando mi último cargador.

—¿Qué vamos a hacer, entonces? Toda esa gente está desquiciada por el miedo. En cualquier momento, alguno de ellos cometerá una locura, llevado por la desesperación, que quizá nos cueste la vida a todos. Sin contar con que, si todavía ninguno ha vuelto a intentar acabar con tu amiga, es porque todos te tienen a ti más miedo, incluso, que a estos malditos zombis. No quisiera tenerte como enemigo —declaró tras emitir un silbido, mirándolo admirado.

Leon lo traspasó con una mirada severa.

—No voy a permitir que usen a Claire como cabeza de turco —dejó bien claro.

—Tranquilo, yo estoy de tu lado. Sabes que confío plenamente en ti. Y el Presidente también lo hace.

—Lo sé. —Se mantuvo en silencio, por unos segundos—. Este edificio es demasiado pequeño como para que intentemos salir por alguna de sus puertas; la planta baja está infestada de monstruos. Debemos subir. Pide el Marine One, para que nos recoja en la azotea. Yo te cubriré.

—¿El helicóptero presidencial? —pidió confirmación, sorprendido.

—No pretenderás que evacúen al Presidente en un Osprey sin las medidas de seguridad pertinentes. Di quién eres y a quién estamos protegiendo e, inmediatamente, la Casa Blanca perderá el culo por hacerte llegar lo que pides —aseguró tranquilamente.

Por un momento, Patrick lo miró, admirado. Aquel hombre parecía ser incombustible, con una determinación a prueba de bomba. Y un sentido del honor y del deber inusual.

—¿Cómo va esa herida? —quiso saber, preocupado.

—Sobreviviré. Preocúpate de conseguir el helicóptero. Y regresemos junto a los demás.

Minutos después, Patrick golpeó el código que habían convenido, con los nudillos, en la puerta del cuarto donde los demás se habían atrincherado. Fue Claire, quien les abrió. Y ambos entraron rápidamente, cerrando tras ellos después.

—De mucho peores, hemos salido —Leon dijo al Presidente, en voz alta, para que todos pudiesen oírle—. Con civiles a nuestro cargo, la planta baja es prácticamente impracticable. Patrick ha solicitado el Marine One, que aterrizará en la azotea en cuarenta minutos. Ese es el tiempo del que disponemos, precisamente, para subir los cinco pisos que nos separan de allí. Nos desplazaremos lo más rápido que podamos y, una vez en la azotea, nos atrincheraremos allí hasta que llegue nuestro rescate.

—Perfecto. Vayamos cuanto antes —el Presidente ordenó.

—Estamos al lado de los ascensores —un hombre, ya entrado en años, les hizo notar, entusiasmado—. Llegaremos arriba enseguida.

—Sin ascensores —Leon ordenó, mirándolo fijamente.

—¡Pero este tipo está loco! —el hombre comenzó a gritar, fuera de sí—. ¡Desde el principio ha querido que nos maten! ¿Es que no lo veis?

—Si Leon hubiese querido que nos maten desde el principio, hace mucho tiempo que ya estaríamos muertos. Eso, tenedlo por seguro —Patrick lo amonestó, dirigiéndose a todos, indignado.

☆꧁RESIDENT EVIL - SACRIFICIO꧂☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora