El golpe sordo con el que el helicóptero se estrelló contra el suelo no fue tan fuerte, debido a la gran amortiguación que las ramas de los árboles que este destrozó en su caída ejercieron sobre su fuselaje. Aún así, Jill necesitó varios segundos para superar el fuerte dolor de cabeza y las náuseas que el choque le había producido.
—La leche... —dijo, agradeciendo poder sentirse viva de nuevo—. Chris, debemos salir de aquí cuanto antes. No sé qué ha sido de ese bicho. Pero no creo que un golpe como este haya acabado con él —afirmó, alerta.
La sorprendió no recibir respuesta alguna por parte de su comandante.
Moviéndose con cuidado, se giró para reclamar órdenes. Y lo que vio hizo que su corazón diese un vuelco, lleno de angustia. A su lado, Chris respiraba con dificultad, todavía sentado en el puesto del piloto. Pero no era capaz de moverse. Su pecho, bajo su hombro derecho, sangraba peligrosamente, empalado contra el asiento por una gruesa rama de árbol que había travesado el cristal delantero del helicóptero.
—Oh, Dios mío... —Con cautela, intentó analizar la situación, con el fin de valorar si podía extraerle la rama sin poner en riesgo su vida.
—Ni lo intentes —Chris le ordenó, con voz débil—. Coge un walkie y ponte a salvo. Yo me encargaré de distraerlo —dejó claro, mirándola con dureza, resuelto.
La castaña le devolvió una mirada llena de indignación.
—¿Me estás ordenando que deje que te maten? ¿Sin más? ¡Y una mierda! —le dejó claro, airada.
—No tenemos tiempo para discutir. Haz lo que te mando.
—Vete a la mierda; pero no ahora. Te juro que voy a sacarte de aquí con tu bonito culo intacto —le dejó claro, tajante.
Deseó, con todas sus fuerzas, escuchar de nuevo la voz de D.C., cuando apretó el botón de comunicaciones del helicóptero con manos temblorosas. «Que no se haya averiado, que no se haya averiado, por favor...», suplicó para sus adentros, nerviosa. Sin embargo, intentó mantener la compostura frente a Chris, fingiendo que tenía la situación totalmente bajo control.
—Comandante —tras unos segundos de estática interminable escuchó por fin, con alivio.
—Soy la chica maravillas, D.C. —dijo inmediatamente. No había tiempo para remilgos, ahora.
Del otro lado, hubo silencio durante unos segundos. Después, la voz firme de D.C. se hizo notar.
—Te escucho —el técnico anunció, cauteloso.
—Nuestro helicóptero se ha estrellado y Chris está mal herido. Te envío las coordenadas —dijo claramente, mientras introducía los datos en el ordenador de abordo—. Tan sólo se puede acceder aquí mediante una avioneta que sea capaz de amerizar. Y hay un engendro mutante que nos está dando por el culo. Así que, venid a por nosotros ya, pero sed prudentes. Lo último que necesitamos es tener que preocuparnos por vosotros, también.
—Entendido, Jill. ¿Tú estás bien? —la voz serena de D.C. quiso saber, preocupada.
—Tranquilo. Mantendré a raya a ese bastardo el tiempo que necesitéis.
—Coordenadas recibidas. Necesitaremos media hora para llegar ahí —dejó claro, y aguardó su respuesta.
—La tenéis. Gracias, chicos.
—Sin problema. Cuidaos.
Nada más la conexión se hubo cortado, Jill se esforzó por acceder a la parte trasera del helicóptero, ahora dañada por el golpe y con el fuselaje destrozado por los árboles caídos en varios puntos. Al menos, ninguna de esas malditas ramas había atravesado el depósito de combustible, comprobó con alivio. Con cuidado, cogió varias granadas de mano, una escopeta y un par de pistolas, además de varios cargadores. Antes de intentar bajar del helicóptero, regresó al lado de Chris. No supo porqué hizo lo que hizo, tan sólo que, apenas sin darse cuenta, se encontró besando los labios de su comandante, con suavidad.
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☆꧁RESIDENT EVIL - SACRIFICIO꧂☆
RomanceSituada inmediatamente después de los sucesos de "Infinite Darkness". Hace tiempo que Leon Scott Kennedy, muy a pesar de sí mismo, ya no ve a Claire Redfield como una niña, sino como a una mujer fuerte y resuelta a la que está demasiado acostumbrado...