Capítulo 22 - Un discreto fiambre

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Los cuatro agentes aguardaban la llegada de su superior, con paciencia. Se trataba de tres hombres y una mujer: Nathan Riker, un tipo castaño de más de 1,90, musculoso, especialista en explosivos y en misiones de asalto; Anna Adams, una rubia despampanante, quien había participado en la mayoría de misiones humanitarias que Naciones Unidas había desplegado en los últimos años; Orson Wallick, especializado en operaciones de protección a altos cargos del Gobierno; y Patrick Welles, el único que, hasta el momento, se hallaba familiarizado con riesgos biológicos.

—Este tipo tiene una hoja de servicios impresionante no, lo siguiente —Anna comentó, tranquilamente—. Y está bueno no, lo siguiente —añadió, con una sonrisa pícara en el rostro.

Al escucharla, Wallick bufó con desdén.

Y Patrick se señaló el dedo anular de su mano izquierda, en la base, en un gesto evidente. Riker rió por lo bajo, divertido.

—No puede estar casado, imposible —ella afirmó, incrédula.

Patrick no pudo rebatir aquella afirmación, pues la puerta se abrió y Leon Scott Kennedy, su superior al mando, entró en el cuarto; caminó hasta la mesa que había junto a una de las paredes y se apoyó en esta, con calma.

—Wallick, estás fuera —dijo al agente, con voz fría—. Preséntate en la Agencia y te será asignada una nueva misión.

Cogido por sorpresa, Orson Wallick lo miró con incredulidad.

—El Jefe en persona me ha asignado bajo tu mando —rebatió, desafiante.

—Y yo digo que estás fuera. Puedes retirarte.

El resto de agentes observó a ambos, con curiosidad.

Wallick negó con la cabeza, mirándolo con desprecio.

—Es porque intenté matar a esa zorra infectada, a la que tú defendiste como un puto calzonazos, ¿verdad? —Clavó en Leon una mirada furiosa y amenazadora.

En cuestión de segundos y sin haberlo visto venir, el agente yació en el suelo, despatarrado, con la nariz chorreando en sangre. De pie ante él, Leon lo miró con desprecio.

—Primer motivo: porque en Eagle Pass, tú dejaste claro que tan sólo ibas a proteger al Presidente; estuviste más que dispuesto a dejar de lado al resto de supervivientes, sin importarte lo más mínimo lo que pudiera sucederles. Esa actitud no es la que yo quiero en mi equipo. Nosotros hemos sido entrenados para proteger, para servir; sea quien sea quien lo necesite. ¿Está claro? Si no intentas salvar una vida, jamás salvarás ninguna —dejó claro, con voz fría—. Segundo motivo: Claire Kennedy, mi esposa, no está infectada ni lo ha estado nunca. Tu miedo se impuso a tu razón; y eso, es algo que tampoco voy a consentir. Tercer motivo: aquí, mando yo; y punto. —Se dirigió al resto de agentes, mirándolos con dureza—. ¿Alguna pregunta?

Todos se mantuvieron en silencio, devolviéndole miradas tranquilas.

—Perfecto.

La puerta se abrió, de pronto, y Pierce Summers, un nuevo agente, entró por ella. Leon hizo un gesto con la mano hacia Wallick, invitándolo a que se marchase. El agente humillado se puso en pie, con rabia, y salió sin mirar atrás.

—Pierce es un genio de la tecnología, además de un estratega consumado —lo presentó—. Sigiloso y cauto como nadie, es capaz de colarse allí donde, para la mayoría de agentes, resulta imposible hacerlo.

—Bien venido, compañero —Nathan le ofreció la mano, amistoso.

Y el joven pelirrojo se la estrechó con una sonrisa.

☆꧁RESIDENT EVIL - SACRIFICIO꧂☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora