Había anochecido. El Hummer H1 que Chris conducía avanzaba por aquella senda, aparentemente inexistente, como un cuchillo esparciendo mantequilla. Al lado de su hermano, Claire dormitaba, intranquila, vencida por el cansancio y por el sueño. En el asiento de atrás, Leon mantenía la vista perdida en la lejanía, aparentemente abstraído en sus pensamientos. Nada más haberse bajado del Osprey, ya el recio aunque discreto vehículo los aguardaba en el helipuerto. E inmediatamente después, los tres se vieron transitando una autopista para, progresivamente, ir recorriendo carreteras cada vez más secundarias y poco transitadas. Hasta acabar avanzando por un bosque que, por su exuberante vegetación y frondosidad no profanada por el hombre, ni siquiera debía figurar en los mapas. Pero no era así; al menos, no para todos los mapas. Chris tenía perfectamente claro a dónde se dirigía. Por ello, y basándose en el tiempo que llevaban recorriendo aquella senda tan bien oculta a las miradas profanas, aseguró, contundente:
—Hemos llegado.
Escasos segundos después, el Hummer se detuvo ante una preciosa casita de madera cuya existencia allí parecía ser todo un milagro. Inmediatamente, Leon escrutó los alrededores con mirada crítica y asintió, satisfecho. Se apeó del vehículo, sin aguardar a que Chris añadiera nada más. Por su parte, Chris salió del todoterreno, también; lo rodeó por la parte delantera, abrió la puerta del copiloto y, con sumo cuidado, tomó a Claire entre sus brazos. Resuelto, caminó hacia la casa, seguido por Leon quien, al alcanzar la puerta tras él, pudo observar que ninguna cerradura protegía la edificación. Sin embargo, con una mano, el moreno presionó una secuencia de puntos en el marco de la puerta y, como por ensalmo, esta se abrió. Los dos hombres entraron rápidamente y Leon cerró la puerta tras ellos. Presionando un interruptor situado en la pared, Chris, sin mostrar ningún miedo a que pudiesen ser vistos desde el exterior, hizo que una tenue y acogedora luz se encendiese.
—Cristales opacos desde fuera —sintió la necesidad de explicar.
—Lo suponía.
Con Claire todavía en brazos, caminó hasta alcanzar uno de los cuartos que había al frente. La casa no disponía de ningún pasillo que recorrer, ya que cuatro habitaciones eran visibles e iban a parar, directamente, a una amplia sala central. Y nada más. Una nueva luz, más tenue que la anterior, fue encendida en una pequeña y coqueta habitación, con una cama en el centro. Chris depositó a su hermana en la cama y salió, no sin antes asegurarse de que ella seguía descansando. Y casi se topó de frente con Leon, quien le había seguido y lo aguardaba a pocos pasos del cuarto.
—Te quedas a solas con mi hermana —Chris afirmó con voz amenazadora, molesto, mirándolo fijamente.
Leon le devolvió una mirada impasible.
—Sí. ¿Y?
—Que ella es mi hermana.
—Sí. ¿Y? Vamos, Readfield, habla claro de una vez —le pidió, tranquilamente.
Chris lo asesinó con una mirada de peligrosa advertencia. Sin embargo, fuese lo que fuese lo que pasó por su mente, decidió guardarlo tan sólo para sí mismo.
—No tengo nada que decir.
—Bien. Nos veremos mañana.
—Cúrate esa herida. Le podrás colar a mi hermana que es tan sólo un puñetero rasguño; pero no a mí —le ordenó, con un gruñido—. Y, si puedes, descansa. Ni siquiera la B.S.A.A. conoce la existencia de este lugar; es sólo mío. La ducha está a la izquierda. Y la cocina la tienes ahí. —Señaló con el dedo unos pequeños fogones que resaltaban pegados a una de las paredes de la casa, tras una mesa pequeña pero acogedora, rodeada por tres sillas de madera—. En la nevera tienes conservas. Y en el cuarto de la derecha, el tuyo —hizo hincapié en esas dos últimas palabras, aparentemente de un modo innecesario—, hallarás un amplio armario con ropa, tanto de mujer como de hombre, en varias tallas. Coge lo que quieras; estás en tu casa. Yo vendré mañana, a primera hora, antes de regresar a la base de la B.S.A.A.
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☆꧁RESIDENT EVIL - SACRIFICIO꧂☆
RomanceSituada inmediatamente después de los sucesos de "Infinite Darkness". Hace tiempo que Leon Scott Kennedy, muy a pesar de sí mismo, ya no ve a Claire Redfield como una niña, sino como a una mujer fuerte y resuelta a la que está demasiado acostumbrado...