Varios días después, Leon dormía tranquilamente, boca abajo, con los brazos debajo de la almohada. Mostraba un semblante relajado, sereno, mientras Claire lo observaba dormir, enamorada, tumbada en la cama junto a él y apoyada en uno de sus codos. La fina sábana apenas cubría los boxer masculinos de color negro, única ropa que él llevaba puesta. Así que, su espalda fornida se mostraba ante ella en su total perfección.
—Debo mostrar una cara espantosa, cuando duermo —él afirmó, de pronto, aún adormilado, sonriendo con los ojos cerrados.
A pesar de que no era la primera ocasión en la que él demostraba haber intuido que ella lo estaba observando dormir, la pelirroja no pudo dejar de asombrarse por ello. Cariñosa, apartó de su rostro un mechón rebelde de aquel cabello rubio que tanto adoraba.
—Me pasaría el día viéndote dormir —aseguró, enamorada.
—Debo estar cómico, entonces.
Con un gesto remolón, se desperezó para estirar los músculos y abrió los ojos. Su mirada se ensombreció, al darse cuenta de que su esposa observaba su cuerpo con cierto pesar.
—¿En qué piensas? —le preguntó, preocupado.
—Sufriste la herida de tu hombro por mi culpa —ella afirmó, sin dejar de mirar el vendaje que él todavía llevaba cubriéndola.
—Ni mucho menos. —La cogió por una mano y tiró de ella, obligándola a que se acurrucase pegada a su cuerpo. Y la abrazó, protector—. Si tú supieras cuántas veces me has salvado la vida, alucinarías. Así que, sigo en deuda contigo, pelirroja —respondió, de un modo enigmático.
Claire intentó buscar su mirada, pidiendo una explicación. Pero él la tenía sujeta a su pecho con tanta firmeza, que apenas pudo moverse. Sintió su aroma, su calor, tan dentro de sí misma, que no pudo evitar suspirar, satisfecha.
—¿Sabes...?
—Dime.
—Durante años, me negué a mí misma pensar en ti con todas mis fuerzas, me negué a recordarte, siquiera, cuando no te tenía cerca. Me dolía demasiado saber que tú jamás me querrías; al menos, no como creí que querías a Ada —confesó, con tristeza.
—Yo jamás he querido a Ada —él dejó claro. Relajó su abrazo, para que ella pudiera girarse y mirarlo a los ojos.
—¿Y por qué a mí jamás me miraste con tanta pasión contenida, como la mirabas a ella, cada vez que ambos os encontrabais? Y no me digas que no es cierto, porque yo he sido testigo de ello en demasiadas ocasiones —le reprochó, molesta.
—Eso no era pasión contenida. Pasión contenida siempre ha sido el modo en que te he mirado a ti, hasta que tú me obligaste a confesarte lo que siento —aseguró, muy serio.
—¿Que yo te obligué? —protestó, molesta.
Él la miró con una sonrisa pícara y la besó.
—Ahora, en serio. Mi relación con Ada era brutal, en todos los sentidos. No tenía nada que ver con el amor, la generosidad o la confianza. Estaba basada en el riesgo, en la lucha de poderes, en caminar sobre el borde de un precipicio... era como esa droga que alguien se toma para evadirse de todo aquello que le causa dolor. En mi caso, era una relación de cobardes; y yo no soy un cobarde. Así que, con el tiempo, me sentí obligado a ponerle fin —se explicó lo mejor que pudo, para que ella pudiese hacerse una idea de lo que la morena significó para él.
—Pero se nota que ella te quiere... Pude verlo en sus ojos, en Piedras Negras. Le rompiste el corazón, Leon.
Él negó con la cabeza, con tristeza.
ESTÁS LEYENDO
☆꧁RESIDENT EVIL - SACRIFICIO꧂☆
RomanceSituada inmediatamente después de los sucesos de "Infinite Darkness". Hace tiempo que Leon Scott Kennedy, muy a pesar de sí mismo, ya no ve a Claire Redfield como una niña, sino como a una mujer fuerte y resuelta a la que está demasiado acostumbrado...