Capítulo 31

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Anoche fue una de las más románticas de mi vida y todavía más, siendo con él. El hombre más caballero y gentil que hay en esta vida. Estuvimos hablando y solucionando todo sin discutir y me sentí mejor que nunca. Lo único que arruinó un poco la noche, fue tener que ir a recoger a mi hermano de la discoteca ya que lo echaron de lo bebido que iba y bueno ahora mismo son las siete de la madrugada y lo voy a llevar al gimnasio conmigo con resaca, como castigo. Puede que pudiera hacerle algo peor, pero creo que es un buen castigo para un vago como él. 


-Buenos días princesita- le dije en broma levantándole todas las persianas y dejando que entrase toda la luz a su cuarto. 

-¿Qué haces?- dijo tapándose con el edredón hasta encima de la cabeza y lo destapé, tirándole la manta al suelo. -¡Hace frío y me duele la cabeza!- me chilló e intenté no reír. 

-Es hora de ir al gimnasio- me miró con cara de confuso y así si que no pude evitar reírme un poco. 

-¿Al gimnasio? ¿Sabes cuánto llevo sin ir al gimnasio?- asentí 

-Llevas exactamente desde que te mudaste con nosotros porque no quisiste ponerte a trabajar para pagártelo, así que hoy tómatelo como castigo- contesté tirándole en la cabeza una camiseta negra de deporte, junto con un pantalón de chándal también negro.-Lo demás te lo haces tú, te espero en diez minutos en el salón y si no bajas, te bajaré yo de la oreja, escaleras abajo- dicho eso, bajé al salón y le di los buenos días a Marc que ya estaba despierto. 

-No deberías ir al gimnasio estando embarazada- me dijo y después me dio un beso en los labios. 

-He leído que es bueno para el bebé, así que dependiendo de cómo vea hoy la cosa iré más seguido de nuevo- Él solamente asintió y pasó una de sus manos por mi espalda y se fui hacia el fregadero para dejar su taza de café. -Por cierto... ¿Qué te pareció la cena de ayer? Lo comida digo- se acercó a mí y a milímetros de mis labios contestó.

-Buenísima, aunque tú lo estás más- y me robó un beso. Reí como una boba negando con la cabeza y me fijé en la hora que era. A mi hermano le quedaban exactamente tres minutos para bajar. 

-Siento que tuviéramos que ir a buscar a mi hermano, creo que le daré dinero para que se apunte en la autoescuela y al gimnasio, así hace algo, porque tampoco quiere trabajar- rodé los ojos sentándome en una de la sillas de la cocina y apoyando mis codos en la mesa para sostener  mi cabeza. 

-Yo creo que deberías convencerle para que trabaje, ni que sea media jornada y que se gane él su propio dinero, hasta que el año que viene pueda ir a la universidad- lo miré aún sin saber que hacer y él se sentó delante mío y me cogió las manos. 

-Creo que tienes razón- dije y resoplé -Pero no tengo ni idea de cómo voy a convencerle- añadí. 

-Por cierto, he estado mirando casas y así para comprarle una a tu hermano- me dijo y rápidamente negué. Ni en broma. -Sé que no quieres que me gaste dinero en vosotros porque te da pena y te sabe mal, pero al fin y al cabo, terminaremos casándonos y dentro de unos meses tendremos hijos juntos- dijo -Creo que tu hermano ya tiene una edad para independizarse y se puede mudar por la zona, hay casas en venta y si necesita cualquier cosa, vivimos al lado- fruncí los labios y entonces mi hermano apareció por la puerta de al cocina. Seguro que lo escuchó todo. 

-Cariño, seguimos con la conversación más tarde ¿si?- le di un beso, una vez me levanté de la silla -Te quiero- me dio otro beso y con mi hermano nos dirigimos a la entrada de casa para coger las llaves de mi coche. 

-¡Cariño!- chilló Marc. -Verás... creo que vamos a tener una charla bastante larga cuando vuelvas del gimnasio a parte de lo que hemos previsto...- dijo saliendo de la cocina, ya que yo estaba buscando mis llaves por todas partes. -Se podría decir que ayer cuando fuimos a buscar a tu hermano y cogí yo el coche, vi que le faltaban muchas cosas y que estaba algo viejo, de hecho, es del dos mil cinco- recalcó eso último -Así que me lo llevé a casa de Alex para que hoy por la mañana temprano se lo llevase a un tienda de coches de segunda mano y estás sin coche- me quedé sin saber qué decir. 

-¿Y ahora qué hago?- le pregunté aún procesando lo que me había dicho. 

-Pensé que te ibas a cabrear cantidad, gracias a dios- suspiró aliviado 

-Tú mismo has dicho que tenemos una larga charla después de que venga del gimnasio- y al decirle eso, Marc se enderezó y cambió su expresión rápidamente. 

-Coge el que más te guste de los del garaje- propuso y no me quedó más remedio que hacerle caso y elegir uno de sus coches. 

-Cogeré el M4, el BMW- le dije y asintió sonriendo. Bajamos las escaleras que conectaban la casa con el gran garaje de coches de Marc y me dio las llaves del BMW junto con un dulce beso en el que sentí algo de arrepentimiento pero un que lo hizo como un gesto bonito, así que traté de no sacar mi enfado por haber tomado esa decisión sin mi permiso y me subí al coche. 


Por dentro era una locura, los asientos eran muy pero que muy cómodos y estaban impecables, en realidad todo el coche lo estaba. Arranqué el coche y al haber tantos botones y en el mío tan pocos, no sabía para qué servían. así que decidí conducir normal y no tocar nada. Salimos de casa con el coche y hasta que daba miedo rallarlo o hacerle cualquier destrozo. En ese momento era como si no tuviera ni idea de conducir, casi que el coche lo hacía todo solo. 


-Llegamos- le informé a mi hermano y él solo sopló -Oye, no quiero que te enfades conmigo, pero te dije que no bebieras y no me hiciste caso- suspiré -Aunque seas mayor de edad, estás a mi cargo ¿entiendes?- dije en un tono neutro y dijo que si, así que nos metimos dentro del gimnasio y fue como volver a hace unos años cuando solíamos hacer cosas juntos. Antes de todo, antes de los problemas, antes de que me echasen de casa, cuando era inocente, cuando lo éramos los cuatro. 

Inesperado | Marc Márquez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora