Capítulo 36

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Era un sábado por la mañana, llevábamos varios días de vacaciones y yo de baja porque estaba a punto de dar a luz. Nos encontrábamos con Marc en su casa, donde inunda la tranquilidad.

-Buenos días princesa- me dijo abrazándome por la espalda y dándome un beso en la clavícula. -Que bien huele ese desayuno- dijo y me giré para darle un beso en los labios.

-Buenos días- le dije yo y me sonrojé. Llevaba días sintiéndome tal y como le dije en el discurso, como una adolescente cuando se enamora por primera vez, me ponía nerviosa a la mínima que me tocaba y me sonrojaba cada vez que lo miraba a los ojos.

-Que bien sabes disimular- dijo riendo y me encogí de brazos.

-Más quisieras que me pusiera nerviosa por ti- le contesté y este alzó una ceja riéndose. -Lo que escuchas- añadí.

-Que bien huele- dijo sentándose en la isla de la cocina.

-Tortitas americanas, para que te dejes un poco de tanta verdura y saborees la buena comida- le dije y este empezó a reírse. Se frotó las manos y le di un cachito de tortitas. Su cara fue total de placer y de poder saborear algo tan dulce como eso.

-Joder, no sé si están más buenas las tortitas o mi prometida- reí.

-Las tortitas, SIEMPRE- dije convencida y ambos reímos.

-Suena bien lo de "prometida"- volvió a repetir y sentí un hormigueo en el estómago.

-Ay Marc Márquez, no sé qué tipo de hechizo me hiciste pero si pudiera volver atrás y escoger entre venir a la entrevista de trabajo o no, lo volvería a hacer una y mil veces más- me acercó a él y colocó sus manos en mis caderas. Al estar  sentado elevó un poco la cabeza y se acercó tanto a mi cuello que podía notar su aliento caliente en él, algo que provocó que se me erizase toda la piel.

-Marc...- jadeé sin poder evitarlo.

Empezó a besarme el cuello lentamente, algo que me volvió loca y me desestabilizó por completo. Acto seguido, empezó a rozar sus labios contra los míos y entonces una vez ya desesperada los uní en un beso lento y excitante, entre besos y besos pude notar la sonrisa de Marc. Lo amaba con todo mi ser.
Su mano bajó a mi pantalón y se adentró en él, lentamente también se adentró en mi ropa interior y empezó a tocar mi zona íntima haciendo círculos y matándome de placer. Abrí los ojos cuando de repente dejó de mover los dedos y sentí vergüenza, me estaba mirando, mejor dicho, contemplándome y pude ver como en sus ojos desbordaba el deseo. Me besó de nuevo y empezó a mover más rápido los dedos dentro de mi, traté de no gritar del placer, así que me limité a jadear y a besarle.

-No puedo aguantar más- dijo Marc y me cogió en brazos para subirme encima de la isla de la cocina, me bajó los pantalones y la ropa interior y acto seguido él hizo lo mismo.

Me besó y me besó con amor, hasta que yo tampoco pude aguantar mucho más y entró dentro de mi. Tuve que morderme el labio inferior para no chillar.
Al estar embarazada, el deseo sexual se me había multiplicado y cada vez que hacia el amor con Marc, era tremendamente excitante.
Poder tener al hombre de mis sueños delante de mi de esa forma, era todo lo que necesitaba para ser feliz, solamente a él muriendo de placer conmigo.

-Ma...Marc- empecé a decir.

-Espérame nena- empezó a moverme más rápido y fuerte dentro de mi, hasta que los dos terminamos a la vez.

Sin duda, hacer el amor con él era el mayor regalo, porque nos amábamos y eso también se veía reflejado en el acto.
Me cogió en brazos teniendo cuidado con mi barriga enorme y subió las escaleras, para acto seguido dejarme tumbada en la cama y tumbarnos juntos disfrutando de la compañía del uno al otro y del silencio.

Inesperado | Marc Márquez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora