Capítulo 27 (Nicole)

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El salón es pequeño pero muy acogedor, con luces cálidas desprendiéndose de magníficas arañas y un ventanal de estilo antiguo que da a un amplio balcón, el cual capta al segundo mi atención.

Adrián mantiene su mano en mi cintura y una sonrisa de orgullo pintada en los labios mientras saludamos cordialmente al resto de los invitados, autores que han publicado en su sello y algunos ex compañeros de universidad. Me siento cómoda y segura a su lado, incluso cuando me presenta como su pareja. Un buen término, neutral, alejado de la fresca novedad del noviazgo y del todavía lejano compromiso matrimonial. No pierde oportunidad de besar mi mano, mi hombro o mi mejilla, y lejos de avergonzarme sonrío y me dejo llevar.

−Bueno, bueno, llegó el invitado de honor –dice un hombre a nuestras espaldas. Con una mano dispersa a los demás y nos giramos para verlo: −Buenas noches.

−Buenas noches –repito, inclinando la cabeza.

−Nicole, él es el profesor Horacio García, fue mi tutor en la práctica de la carrera.

−Un placer conocerte, preciosa.

−Profesor García, gracias por todo esto –empieza a decir Adrián, un poco nervioso. –De verdad no era necesario.

−Tonterías. Primero, llamame Horacio. Y segundo, si puedo darte una mano, tené por seguro que lo voy a hacer.

−Su alumno es muy talentoso en el trabajo –agrego. –Tiene un gusto exquisito y le presta gran dedicación a cada texto que elige.

−No espero menos, después de cuánto lo torturé mientras estudiaba. –Lanza una fuerte carcajada; yo intento no reír, pero el rostro avergonzado de Adrián es demasiado tierno. –Ya, hablando en serio, siempre tuvo mucho potencial, y desde su primer proyecto se involucró en cuerpo y alma. Bueno, siendo un texto de Mariana, el significado era doble.

−¿Mariana?

Entonces recuerdo la portada llena de girasoles que está siempre presente en el escritorio de Adrián, y también la foto de ambos sosteniendo el libro que vi aquella noche cuando subía a su cuarto.

García suspira: −Chica talentosa, hermosa, tan dulce... Lástima que tuvo un final tan prematuro.

Adrián traga saliva, se afloja un poco la corbata y se aclara la garganta.

−Nicole es diseñadora y confeccionista. De hecho, creó el vestido que está usando ahora, ¿no, mi amor?

Asiento, a pesar de la sorpresa que me causa el repentino cambio de tema. Él me implora con una mirada que le siga la corriente.

«−De hecho, otra de sus creaciones está concursando para estar en la Semana de la Moda de París.

−¡Espléndido! –exclama el profesor. –Parece que seguís inspirando a mujeres artistas.

En ese momento, avista a una pareja de mujeres que ha llegado y le pide a Adrián que lo acompañe a hablar con ellas, ya que una está interesada en publicar su manuscrito. No parece muy convencido de dejarme sola, pero lo animo con una sonrisa.

−Voy a echar un vistazo a tus creaciones –susurro antes de besar sus labios.

El profesor lo lleva por los hombros, casi como si fuera un niño. Escondo una risa mientras me acerco a la mesa larga, vestida con un bello mantel verde, donde han expuesto todos los títulos publicados por la editorial. Levanto cuidadosamente una copia de "Atrapados", la novela de romantic suspense que recibí de regalo en Navidad, y acaricio con orgullo el logo del caballo alado al pie de la portada. Miro a mi alrededor, maravillada de ver la recompensa a tanto esfuerzo y dedicación.

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