"Puede que no parezcan errores, pero siempre tendrán castigos"
La realidad de esto es que no sabía hasta que punto buscaba Nathan controlarme. Pero desde luego, no era poco. Habían pasado tres días desde que habíamos tenido esa conversación sobre mi libertad, tres días en los que Nathan se iba todas las mañanas y volvía casi a la hora del almuerzo.
Nathan siempre demostraba su fanatismo por el control. Justo como ahora.
— No toques los cuchillos, ni los ralladores, en lo posible tampoco los rodillos— Ordenó mientras preparaba la masa para galletas. Me crucé de brazos mirándole mal "Hagamos galletas, cariño. Será divertido"
— ¿Qué haré yo entonces?— Nathan se giró hacia mi mientras mezclaba los ingredientes.
— ¿Quieres darle forma a la galletas?— Preguntó dándome una linda sonrisa. Me di mi tiempo para observarlo, llevaba una camisa negra y un pantalón de pijama, en realidad iba bastante normal, si no fuera por su inusual atractivo. Parecía sacado de una revista de chicas.
— Si quiero ¿Puedo probar la masa?— Me fijé en que todavía las chispitas de chocolate se encontraban en el paquete.
— No, cuando las galletas estén listas y frías podrás comer— Decretó, mirándole con enojo le saqué la lengua. Nathan solo soltó una pequeña risa.
— No hagas berrinche, cariño. Si continúas con esa cara puedo olvidarme de las galletas y adelantar una siesta para que se te quite el enojo— Advirtió pero se veía que lo decía en broma. Aunque claro, mi enojo no distingue de formas y maneras.
— Entonces puedes hacer tus galletas solo— Dictaminé saliendo de la cocina enfurruñada ¿Cómo se atrevía a invitarme a hacer galletas y luego amenazarme? Pues ahora que se coma sus galletas solo.
No había emprendido la subida a las escaleras cuando sentí como me tomaron de la mano.
— Esa no es manera de comportarse, Lori. Las niñas buenas no hacen eso— Jale mi brazo, sin embargo su agarre, a pesar de no hacerme daño, no cedió.
— No soy una estupida niña, Nathan. No seas imbecil— Enfurecí intentando tener mi brazo de vuelta. La tranquilidad de Nathan pareció evaporarse casi tan rápido como mi juicio.
— ¿No eres mi niña? ¿Eso dices?— La calma en su voz seguía presente, aunque la advertencia brillaba en colores fosforescentes. Aunque con lo siguiente que dije definitivamente terminó de cavar mi propia tumba.
— ¡Claro que no! Soy un adulta, estudio medicina, no soy una madita niña como intenta hacerme ver un jodido secuestrador— Chillé molesta explotando de manera irremediable por la cólera del momento. La expresión de Nathan pasó rápidamente a ser oscura, el enojo se pudo ver claramente en su expresión. Juraría que nunca había visto algo tan aterrador como él en ese momento.
ESTÁS LEYENDO
Nathan
RomanceFue irrefrenable, fuera de mí control. Él es un demente, un loco, cualquier cosa que puedas decir negativo de una persona. Y yo soy suya. Tengo dos meses, dos meses para ganarme su confianza y lograr escapar. Descubrir sus secretos en el proceso y...