Capítulo 2

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—	¿Princesa? ¿Se encuentra bien?

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— ¿Princesa? ¿Se encuentra bien?


Me sobresalto al oír la voz de mi dama, que me saca de mis pensamientos y me trae de vuelta a la realidad. En estos momentos se lleva a cabo un gran banquete en la sala del trono. Fuerzo una sonrisa y asiento con la cabeza en respuesta a la pregunta de Ashia.


— ¿Segura? —inquiere con cierta desconfianza.


Lo cierto es que no. No estoy bien. No puedo dejar de pensar en lo que sucedió hoy durante el Dilthan, las predicciones que recibimos por parte de las visionarias y la orden de su ejecución. Temo lo que pueda llegar a pasar, lo que yo pueda hacer.

Según las visionarias, voy a destruir Aqua. Pero no necesariamente tiene que ser algo intencional, quizás cometa algún error que conduzca al fin de la Corte de Agua. Madre siempre está diciendo que me equivoco mucho y que me falta mucho para ser una gran reina. ¿Tal vez sea eso? Quizás no debería ascender al trono.

Pego un respingo cuando siento el codo de Ashia clavarse en mi costado, volteo a verla con una mueca de dolor y ella me da un asentimiento de cabeza.


— El Lord Ashbel, gobernante de Ignis, viene hacia aquí.


Antes de poder responderle a mi dama, el Lord se detiene frente a mí e inclina su cabeza a modo de reverencia. El gobernante de Ignis es un hombre mayor, debe tener uno o dos años más que mi padre, de cabello negro y ojos grises. Siempre con una sonrisa en el rostro y una personalidad amable. Esta noche luce un traje negro hecho a medida y sobre sus hombros descansa una larga capa de tonos rojos, naranjas y amarillos que simulan ser llamas de fuego.


— Princesa —saluda —, siempre es un placer verla.


— Lo mismo digo, Lord Ashbel —respondo con una sonrisa —¿Qué tal está su esposa?


Una sonrisa se dibuja en su rostro al oírme preguntar por su pareja. Eso es algo que siempre me ha gustado del Lord de la Corte de Fuego, a pesar de los años que lleva casado, el amor que siente por su esposa permanece intacto. Siempre la ve con ojos de enamorado y no puede evitar sonreír cuando está con ella o cuando alguien la nombra. Lo mismo le sucede a ella con él.

Es, sin dudas, el tipo de relación que me gustaría tener.


— Ah, mi querida Mary. Ha tenido que quedarse en Ignis porque nuestro pequeño no se sentía muy bien.

— Lamento oír eso. Espero se recupere pronto. —respondo ganándome otra de sus sonrisas.


Mira por encima del hombro al guardia que lo acompaña y murmura algunas palabras que no alcanzo a oír. El hombre da un paso al frente, acercándose a mí con un estuche rectangular en sus manos. Es de color rojo, lleva grabado el símbolo de la Corte de Fuego y tiene un pequeño moño dorado.


— Le he traído un obsequio en nombre de mi familia. —explica.


La pequeña caja es abierta por quien lo sostiene, dejando ver una delicada pulsera de plata con un diamante resplandeciente.

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