22 || Recuerdos

14 1 0
                                    

EMMA

Ayer fui a visitar a mis padres y adelantamos lo que tendríamos planeado para el día de hoy. Así ellos podían permitirme pasar toda la noche con Tyler.

Mis amigos y yo, hemos estado en contacto. Mañana irán todos al hospital a dejar sus regalos y a visitarlo.

Han pasado nueve días en los que mi tristeza va en aumento.

Todavía no puedo creer que no lo tenga conmigo.

Ayer me dolió escuchar a su madre llorar diciendo que su corazón se detuvo por primera vez.

Los médicos hicieron una maniobra y lograron que su corazón volviera a latir.

Me duele que casi lo perdí, sufre mucho.

He estado pensando mucho en mis sentimientos.

Llegué a la conclusión de que me he vuelto una maniática oliendo las sábanas de su cama y rociando su perfume por mi cuerpo.

Son cosas que he llegado a hacer para no olvidarlo y tener una parte de él en mí.

Su madre está aún peor. A veces no come y tampoco se está preocupando por la salud de Leah.

Me encuentro acostada en cama de mi mejor amigo viendo televisión.

En mi tiempo libre, veo los canales de medicina para ver si tengo la suerte de que pasen alguna cosa que me ayude a estimular a Tyler para que despierte.

Veo la hora en mi celular.

Son las 6:49pm.

Me levanto de la cama y voy a el baño.

Entro a la ducha y me baño.

Al salir de la ducha, me seco con la toalla y salgo del baño.

Me pongo mi ropa interior y busco entre mis cosas el suéter rojo que me mandó la abuela de Tyler. Le pedí que me lo hiciera y que bordara su nombre en él, así que en el medio del suéter hay un escrito con la palabra “Tyler” en letra cursiva blanca.

Me lo pongo junto a un jean blanco rasgado que compré. También una bufanda verde y un gorrito de lana blanco, también de su abuela.

Cuando estoy lista el reloj da las 8:32pm.

Salgo de la habitación y bajo las escaleras.

Me despido de los padres de Tyler, quiénes están desanimados en la cocina. La pequeña Leah no ha querido salir desde que llegó.

Salgo de la residencia y conduzco hasta la clínica.

Al llegar me subo al ascensor y me quedo viendo a la pareja que llora en frente de mí.

—El ya se encuentra descansando, amor —dice el hombre.

—No tenían el derecho a desconectarlo, tenían que esperar un poco más —responde quién imagino es su esposa.

—Siento tanto su pérdida —digo entrando en la conversación.

—No lo sientas, no sabes lo que es que tu hijo pase ocho meses en coma y no despierte —me contesta la mujer y mis ojos se llenan de lágrimas—. Me desconectaron a mi hijo porque necesitaban desalojar la habitación.

—Si sé lo que se siente —digo firmemente y ellos me miran—. Mi mejor amigo tuvo un accidente que produjo que también cayera en ese estado —lloro en silencio—. Después de tanto pensar, me di cuenta que yo también lo amo y que nada de ésto habría pasado si yo no le hubiese mentido, voy de camino a visitarlo.

—Lo siento por tí, niña —dice el hombre y los dos se acercan a abrazarme. Se despegan y la mujer me mira apenada, le devuelvo la mirada y asiento para que sepan que está todo bien y que entiendo su frustración.

—Gracias. Lo lamento —hablo y veo como el ascensor se abre—. Adiós.

—Cuídate —dicen y salgo limpiando mis lágrimas.

Camino hasta la puerta de la habitación de Tyler y veo a la enfermera de turno.

—Buenas noches. ¿Puedo pasar? —pregunto.

—Buenas noches, Emma. —Ya me conoce—. Claro que puedes pasar, adelante.

—Gracias —sonrío amistosamente.

Camino hasta la puerta y la abro.

Veo a mi mejor amigo en la camilla y se me parte el corazón.

Ya no tiene la barba que tenía, seguro sus padres se la quitaron. Tiene el cabello un poco más largo que de costumbre.

—Buenas noches, Ty —digo sentándome a su lado—. Hoy es noche buena y quería desearte una feliz navidad —las lágrimas salen enseguida—. Como quisiera ser yo la que se encontrara en tu lugar. No te lo merecías, no te merecías esto. ¿Quien sabe que estarás pensando o si estarás soñando? Acabo de encontrarme en el ascensor a una pareja que perdió a su hija luego de que estuviera ocho meses en tu estado. La clínica la desconectó porque necesitaban la habitación. No sabes el dolor que sentí al escuchar que dijeron eso, me sentí horrible, sentí como mi corazón se rompía al pensar que te podrían hacer lo mismo, pero sé que tú eres fuerte. Leí en internet que es bueno hablarles a las personas en coma, eso las motiva y las hace sentir queridas. Espero que sepas que te quiero muchísimo —miento, porque lo amo—, que eres especial y único. Que en mi corazón estarás para siempre, pase lo que pase. Ya casi se cumplen diez días sin escuchar tu voz, sin ver cómo te molestas por nada y por todo. Quiero que sepas que al despertar escucho cualquier audio enviado por tí a mi celular. Creé una carpeta con videos y fotos tuyas, las veo siempre.

Lloro.

»Recuerdo muy bien el día que nos conocimos. Yo estaba con Sophi y Mack. Tú estabas solo porque tus amigos se habían ido y te acercaste para preguntar si podías hacernos compañía —derramo más lágrimas—. Recuerdo que luego te preguntamos en que primaria estudiabas y era la misma a la que yo asistía. Así nos hicimos mejores amigos.

»Amo todos los recuerdos que te incluyen. Siempre has sido un ser fundamental y esencial en mi vida. Para que veas que aunque no me acompañes en voz o en físico mi mayor regalo hoy, es escuchar tu corazón latir en la máquina. Te traje un regalo, espero que cuando despiertes puedas abrirlo —lo dejo en la mesita de al lado—: es una pequeña cadena de oro, representa el valor que tienes en mi vida. Me acostumbré a tenerte cerca, a hablarte y me duele que no puedas responder lo que te digo. Le pedí el permiso a tu mamá para quedarme en tu habitación mientras no estás. Espero eso no te moleste —río.

La chica que lo tenía todo (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora