27 || Yo...

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EMMA

Al llegar, corro hasta las escaleras y comienzo a subirlas.

Llego hasta el piso de Ty y corro lo más rápido que puedo hasta su habitación.

Entro sin importar que no me hayan dado el permiso.

Respiro muy agitadamente y levanto mi cabeza para verlo.

Sin duda está peor.

Verlo me cristaliza los ojos enseguida.

Se ve como un cristal, se ve frágil y destruido.

Me acerco y me siento en la silla.

Tomo su mano y hablo libremente:

—Leí tu carta, Ty. Tú también eres especial para mi. Cómo quisiera que esto fuera como en las películas, que al declarar mi amor por ti, despertaras. Pero ésta es la vida real y no es perfecta como en ellas. Tu carta me ayudó a abrir los ojos, sin duda eres muy inteligente. Gracias por ser tan honesto y por siempre intentar protegerte. Hoy más que nunca agradezco la compañía que me hacías al llegar mi periodo, por llevarme helado de mantecado y compresas tibias. Te doy las gracias por estar para mi en todo el momento en el que te necesité.

Comienzo a llorar.

»Yo... estoy enamorada de ti, Ty —admito—, y me duele que no puedas responderme o hacer algo al respecto —me acerco y lo beso en los labios, me despego y sigo—. No puedo evitar sentirme triste al verte en ese estado, me duele verte tan frágil. Pareces una muñeca de porcelana —río limpiándome las lágrimas—. Tienes que ser fuerte y aguantar. Todos los días le pido al cielo para que no deje a tu corazón dejar de latir. Feliz San Valentín. Gracias por nuestra amistad y por lo que estoy segura que viene.

•••

Han pasado 9 meses desde que Tyler cayó en coma.

9 meses desde aquel 15 de diciembre.

Hoy he pasado todo el día llorando. Hace dos meses los médicos le dijeron a los padres de Ty que debían tomar la decisión de desconectarlo, porque tienen que desvalijar la habitación. La necesitan.

Los cumpleaños de los chicos y de Leah pasaron, ninguno se celebró. Nadie quiere festejar sin él.

Los doctores le dieron a la familia Castillo un mes más. Si Tyler no despierta, lo desconectarán.

Sus padres perdieron todo tipo de esperanza que tenían, Leah cayó en una tristeza profunda y me preocupa con lo pequeña que es.

Yo, por otro lado, sigo intentando ser optimista. Sé que nadie me va a quitar al amor de mi vida, porque él es fuerte.

Si pudo lograr nacer sin complicaciones, puede con esto.

Estoy en la sala de su casa con los chicos.

Estamos viendo una película, pero estoy segura de que nadie le está prestando atención realmente, y que todos están sumergidos en sus pensamientos.

Así hemos pasado varios días, decidieron quedarse aquí conmigo y pasamos algunos colchones a la habitación de Ty.

Los padres de mi mejor amigo no hablan, parecen unos robots. Incluso parece que a veces actúan automáticamente.

—Chicos —los llamo—. ¡CHICOS! —grito y ellos se sobresaltan.

—¿Qué? —susurra Sophia.

—Parecen unos zombies —digo.

—Emma —me contesta Drew—, no intentes alegrarnos. En unas semanas lo desconectarán y seremos cinco.

Me parte el corazón escucharlo decir eso, el fue el último de ellos en rendirse.

—¡El va a despertar! —grito—. ¡Yo estoy segura!

—No se puede hacer nada, Emma —replica Alex.

El Alex que ha sido desde hace cuatro meses, éste Alex perdió todo tipo de sentido del humor. No es el mismo que era hace unos meses.

—Claro que se puede hacer algo —demando—. Con esas caras no harán nada. Tenemos que mantener la esperanza.

—Mi esperanza se fue por el drenaje —balbucea la pelirroja con la mirada perdida.

—No les diré más nada entonces —me enfado cruzándome de brazos.

Aunque sé que esto es un proceso difícil y es entendible.

•••

El día que tanto odiaré llegó, día en el que Tyler será desconectado.

Todos hemos pasado el día de ayer y de hoy llorando.

Nadie puede creer que en diez meses no haya podido despertar.

Estamos todos los chicos en el carro de Alex, quién conduce hasta la clínica.

Todos vestimos de negro.

Sus padres vendrán con Leah y otras personas de su familia.

Los únicos que entrarán a la habitación seremos nosotros y ellos tres.

Llegamos hasta la clínica y suspiro.

Comenzamos a bajarnos del auto.

El silencio.

El silencio ya es algo a lo que nos hemos acostumbrado. Todos prefieren tener que ahogarse en sus pensamientos a alzar la voz y objetar algo.

Al entrar, mis ojos se llenan de lágrimas al saber que será la última vez que pisaré este lugar y la última vez que lo veré vivo.

Entramos al ascensor y el silencio es repugnante, solo se escucha el sonido de la tonta caja de metal en la que nos metimos.

Salimos y caminamos hasta la habitación. Todos nos encontramos llorando en silencio.

De nuevo esa palabra.

Veo a los padres de Ty y me lanzo a abrazarlos.

Me abrazan fuerte, yo era como una hija para ellos.

Me despego y abrazo a la pequeña Leah. Ella me rodea con sus brazos y moja mi vestido con sus lágrimas.

—Mi hermanito va a morir —dice entre lágrimas y yo de verdad no encuentro palabras para intentar darle un consuelo.

—Si, Leah —acepto más para mí.

Me abraza tan fuerte que parece que me va a ahorcar, pero la dejo para que se desahogue en mí.

La cargo y escucho al papá de Ty decir:

—Es hora —demanda y suelto un sollozo.

Sus padres entran solos primero para decirle sus últimas palabras.

Al salir luego de un rato, veo como sus padres lloran y los chicos intentan consolarlos.

Leah y yo entramos a la habitación y la abrazo con fuerza. Ella seguro será lo que más me recuerde a él.

Me acerco a la silla y me siento con Leah en mis piernas.

Ella toma su mano y comienza a hablar.

—Hermanito, despierta —se le rompe la voz—. Tu eres el que me protege del cocodrilo de mis sueños. Te necesito en mi vida, por favor —me abraza y en ningún momento deja la mano de su hermano de lado.

—Ty. Despierta, ¿si? —digo en un susurro—. Tu eres una de las necesidades que tengo para vivir. Sin ti, yo no. No te prometo bajar una estrella por ti porque no lo puedo hacer. Pero si despiertas y me das una oportunidad, me convertiré en la mujer más feliz de éste mundo. Agradezco todos los momentos en los que me defendiste. Cuando estábamos en la piscina y me estaba ahogando. Tú me salvaste, fuiste el único que quiso ayudarme, a pesar de que tampoco sabías nadar.

La chica que lo tenía todo (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora