Capítulo 6

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Él gana todas...

Alaina.

Tomé su camisa entre mis manos y lo pegué aún más a mi, besándolo con desesperación, nunca sabes cuanto has extrañado a alguien, hasta que lo tienes frente a ti y no puedes controlar tus emociones.

Gemí sobre sus labios sin poder contenerme, su mano sujetando mi cintura no se a movido y eso me gusta aún más. Otro golpe en la puerta nos devolvió a la realidad, a una asquerosa y jodida realidad donde nos tuvimos que volver a separar .

Edmond me observó y tomó mi mano con cuidado, no dije una palabra, no se si es por qué en este instante no tengo idea de que decirle o porque él es mejor sedante que el alcohol, abrió la puerta del baño y nos encontramos a una chica asiática de brazos cruzados, claramente furiosa por la espera l

—Mejor se hubieran quedado ahí dentro— Protestó con sarcasmo.

Edmond se giró con cara de pocos amigos y refutó.

—Cuando estés a punto de follar en un baño, la vida te regresará el favor.

Lo observé con ojos bien abiertos e intenté disculparme con la chica por la actitud del cavernícola a mi lado, pero me cerro la puerta del baño prácticamente en la cara. Edmond tomó mi mano y lo seguí mientras camina entre la multitud escribiendo algo en su teléfono como si fuera el puto dueño del lugar.

—Tengo que avisarles a mis amigas que me iré contigo.— Dije en voz alta, para que me escuchara sobre la música y sintiéndome incrédula aún de haber aceptado irme con él.

Siguió caminando tranquilamente y respondió— Ya está hecho, lo acabo de hacer hace un instante.

El gana todas.

Salimos del club y nos dirigimos al estacionamiento, en el cuál solo se encuentran algunas personas, su jeep plateada está estacionada justo frente a nosotros y no pude evitarlo, mi corazón comenzó a latir apresurado, sintiéndome igual que hace año y medio cuando salí con él por primera vez.

Edmond soltó mi mano y se subió en el asiento del piloto, mientras yo comenzaba a debatirme si esto de verdad es una buena idea.

—¿Subes?— me preguntó cauteloso.

Lo observé y sentí ganas de decirle que no, que se fuera al cuerno y qué dejara de molestarme... Pero, por otro lado, el lado más fuerte, me dice que debo ir con él, que me lo debo a mi misma.

Mi plan será cerrar el ciclo con él y solo quizás ser amigos nuevamente.

Me subí al asiento del copiloto y Edmond arrancó su camioneta sin decir nada más.

Lo observé conducir por las calles, desviándose de la ciudad, sentí las viejas sensaciones que sentía cuando estaba con él, cuando íbamos a nuestros lugares y solo existiamos nosotros dos. Esa vieja sensación que causan los buenos recuerdos.

Edmond encendió la radio y sonreí al escuchar La canción de Flora Cash: «Youre Somebody Else

Él también sonrió y solo condujo en un cómodo silencio, alejándonos  de la ruidosa ciudad, mientras que la canción que estamos escuchando nos identifica más y más.

Unos minutos más tarde se detuvo en un mirador en las afueras de la ciudad. Apagó el motor de la camioneta y la canción acabó, salimos de nuestros lugares, acercándonos con paso lento a la baranda metálica, después de un rato, al fin me miró, sus ojos color miel tan diferentes, tan, brillantes, me examinaron, me observó como si fuera un auténtico espejismo, se que es incorrecto que esté aquí con él, luego de lo que me hizo, de lo que nos hizo a ambos, pero no puedo engañarme a mi misma, no hay otro lugar donde quiera estar en el mundo, que no sea aquí, con él, justo ahora.

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