Capítulo 20

431 56 8
                                    

Zona roja.

Edmond.

No puedo evitar sonreír con malicia al observarla de pie frente a mi, su rostro todo angelical cubierto por una fina capa de sudor, el cual la hace lucir totalmente deseable.

Sus mejillas se encuentran sonrojadas, sus ojos claros reflejan lo brillosos que están, junto a su respiración agitada por su reciente orgasmo.

Ella sería un perfecto cuadro digno de admirar.

¿Se han preguntado qué es lo que más les gusta de una persona?

Yo si.

Me enloquecen las sonrisas.

Su sonrisa, para ser exactos.

—¿Por qué me miras tanto?— Pregunta con un toque de maldad y reproche en su voz, sin dejar se sonreír, frunce con confusión su entrecejo.

Otra canción empezó a sonar y las personas a nuestro alrededor continúan bailando despreocupadamente, mientras que otros van a sentarse, a la playa o por algo de beber.

—Solo veo lo malditamente perfecta que eres.— Confieso con total sinceridad.

Todo me había parecido indiferente durante toda mi vida, hasta que llegó ella como un huracán y cambio todo a su paso.

Rueda sus ojos, poniéndolos en blanco.

—¿No crees que exageras?— Agrega negando con su cabeza.

Copio su gesto de poner los ojos en blanco.— No, no lo hago. Eres perfecta.— Aseguro serio.

Intentó ocultar una sonrisa, pero fracasó terriblemente.

Divisé a Maya en medio de la multitud, apartando a algunas personas para así lograr llegar hasta nosotros.

—Por fin los encuentro.— Nos sonrió a ambos y me arrebató mi vaso para darle un trago, gesto que me dejó algo descolocado.

Esta chica está loca, definitivamente.

—Matt los está buscando.— Comentó en voz alta, para poder hacerse escuchar sobre la música.— Ya todo el grupo está reunido en uno de los cuartos de arriba, solo faltan ustedes.— Concluyó.

Lana la observó algo confusa, mientras yo solo las observo ambas ajeno al tema.

—No hemos visto a Matt.— Respondió dirigiéndose a su amiga,— Estábamos bailando y se nos fue el tiempo.—Explicó y me dio una mirada fugaz.— ¿Para que nos buscaban?

Maya sonrió ampliamente y tiró de nosotros en dirección a las escaleras que dan con el segundo piso de la casa, no dio explicación alguna y solo nos adentramos entre la multitud.

Intenté soltarme un par de veces, pero la rubia es insistente y también me arrastró con ellas a la planta de arriba.

La observé de mala manera una vez que estuvimos frente a la puerta de una de las habitaciones.

—Puedes decirnos ya, ¿que demonios hacemos aquí?— Pregunté de mala gana.

Lana me observó, pero no se quejó de mi pregunta, ni de mi manera de dirigirme a su amiga, al parecer ella también está confundida y algo molesta de que hayan interrumpido nuestro pequeño momento.

Maya hizo caso omiso a mi pregunta y con su usual sonrisa coqueta abrió la puerta, dejándonos ver dentro a un grupo de personas, entre ellos mi mejor amigo y su novia.

—Jugaremos verdad o reto.— Río como si nada.

Esto debe de ser una puta broma.

—No jugaré eso.— Protestó Lana a la defensiva.

Justo AhoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora