Capítulo 25

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¿Que estás haciendo conmigo?

Edmond.

Juego con el lápiz que sostengo en mi mano, mientras escucho la canción que se encuentra reproduciéndose en mi teléfono y retumba por toda mi habitación. Solo observo la hoja en blanco frente a mi en mi escritorio y tomo una respiración profunda al pensar en lo que me he metido al aceptar hacer esta mierda.

¿En que demonios estaba pensando cuando acepte hacer esta puta estupidez?

Jamás me ha importado impresionar a nadie con las cosas que pueda hacer, llamar la atención y fanfarronear de mis habilidades es algo que está lejos de ser lo mío. Desde pequeño he odiado ser el centro de atención, de las miradas curiosas que siempre están dispuestas a cuchichear a nuestras espaldas y destruirnos a la mínima oportunidad. Prefiero solo observarlo todo, desde un punto donde no llame demasiado la atención de nadie y pasar desapercibido.

El punto cero.

Paso una mano por mi cabello y lo desordeno sin problema, me pongo de pie para buscar un cigarrillo e intentar calmar y desviar un poco la ansiedad que siento justo ahora.

Necesito urgente la jodida nicotina inundando mis pulmones.

Mi teléfono vibra sobre el escritorio un par de veces, pero lo ignoro y me concentro en lo que necesito.

Tomo la caja entre mis manos y saco un cigarrillo, lo enciendo y doy una calada larga, para luego exhalar el humo, llenando mi habitación de él y su particular olor.

Vuelvo a observar en dirección a mí escritorio y pienso en todos los cigarrillos que tendré que fumarme para poder escribir esa jodida mierda. Doy otra calada  y una media sonrisa se forma en mis labios al imaginarme a la pelirroja malhumorada de la cual estoy enamorado hasta el culo, observandome con una mueca de desagrado por verme fumando esta mierda.

Observo el delgado cigarrillo entre mis dedos y niego con mi cabeza sin dejar de sonreír al imaginarla frente a mi diciéndome que soy un idiota o proclamando cualquier otro insulto hacia mí, mientras pone sus ojos en blanco.

Joder.

Sus ojos estuvieron en blanco perfectamente todo el rato que estuve arremetiendo contra ella con embestidas certeras y profundas en su húmedo coño. Jamás la había visto tan mojada y gimiendo mi nombre tan alto sin importarle que alguien pudiera escucharnos. Recuerdo a la perfección la calidez de su centro al recibirme tan bien, empapandome por completo de sus jugos.

Observo mi entrepierna y noto el bulto que hace mi polla ya erecta al solo pensarla desnuda y abierta para mí.

Mi teléfono vibra de nuevo con la notificación de un mensaje sobre el  escritorio y doy la última calada a mí cigarrillo para luego acercarme a tirarlo en la cenicera. Desbloqueo el móvil y desplazo varias notificaciones para luego llegar hasta las más recientes.

Abro los dos últimos mensajes y sonrío sin poder disimularlo.

Lana.

«Estoy cerca de tu apartamento. ¿Puedo ir de visita? <3» 

Recibido 3:40 pm

Río y abro el siguiente mensaje.

Lana.

“Jones, de todas maneras iré, así que no sé ni para que pregunto.»

Recibido 3:47 pm

Demandante y decidida como ninguna otra, si, así es ella, sabe lo que quiere, como lo quiere y cuando lo quiere. Maldita sea, me va a volver loco en el mejor de los sentidos.

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