VII

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Un pie delante del otro, uno dos, uno dos, sin pisar las líneas. El aburrimiento me mata.

Situación: la profesora de matemática nos dejó salir 10 minutos antes de hora porque se tuvo que ir de urgencia. Por eso mismo me encuentro divagando por los pasillos. Ya estoy lista para mi próxima clase, tengo mis libros en mano y mi bolso al hombro; solo necesito hacer tiempo. Entonces hago lo que mejor se me da: pensar estupideces.

¿Por qué "todo junto" se escribe separado y "separado" se escribe todo junto? ¿Quién inventó los pasillos? ¿Tenemos un límite en nuestra memoria interna para guardar información? ¿Por qué los gatos no maúllan entre ellos para tener conversaciones? Espanto las preguntas existenciales de mi cabeza y abro mi novela para seguir leyendo un poco.

En algún momento suena el timbre de cambio de hora y cada vez hay más gente caminando de aquí para allá. De repente un sonriente George se acerca a mí corriendo y a continuación siento un vacío repentino en mis manos.

El libro, me sacó mi libro. Mi bebé.

Se nota que reaccionar rápido no es lo mío, ya que cuando alzo la vista él ya está corriendo hacia la dirección contraria. Estupendo, ahora tengo que perseguirlo.

- ¡Oye! ¡Ven aquí George! ¡Devuélvemelo!

Aunque corra y corra es inútil. Él es un atleta y yo soy más lenta que una tortuga como para alcanzarlo. Por lo menos se da cuenta y frena; cuando yo llego hacia donde está parado ya se me echaron a perder los pulmones y me estoy sosteniendo el costado derecho del dolor.

- ¿Me vas a devolver mi libro? Esto no es gracioso.

-Mmm, deja que lo piense- se agarra el mentón como si de verdad lo estuviera debatiendo- no lo creo.

Me recupero lo suficiente como para intentar agarrarlo de sus manos, pero antes de que pueda cumplir mi cometido él se lo lanza a alguien atrás mío. Me giro y resulta ser Sam.

-Por favor- me quejo- se supone que ustedes están para- ¿Cantar canciones? ¿Cuidarme? ¿Ser los esclavos de El? - no sé para qué están, pero seguro que no es para molestarme.

-Puede ser, pero es divertido de todas formas- acto seguido Sam alza mi copia de "Mil besos tuyos" en el aire fuera de mi alcance.

- ¡Vamos!, métete con alguien de tu tamaño Collins.

-Es uno de mis principios, pero me divierte verte saltando como una pulga inquieta.

Auch, no te metas con esta pulga.

-No me obligues a tomar medidas extremas- lo amenazo.

- ¿Qué vas a hacer? ¿Buscar una escalera? Sería divertido verlo.

-Yo te lo advertí.

Pego un saltito y cuando menos se da cuenta estoy encima de él con mis piernas alrededor de su cintura y una mano en su hombro para apoyarme. Él está tan sorprendido que afloja la suya lo suficiente como para que yo tome mi libro de regreso. Logra apoyar a tiempo su mano derecha en mi trasero y la izquierda en mi espalda antes de que me caiga.

Lo miro, me mira, lo miro otra vez, la gente nos mira, George nos mira partiéndose de la risa. Ambos estamos con las mejillas teñidas de rojo. Me bajo lentamente y él me suelta suavemente hasta estar separados.

-L-lo siento, creo que fui muy lejos- se disculpa.

-Es- está bien. No pasa nada.

Qué incómodo.

La vergüenza nos inunda a ambos y cada quién sigue su camino.

Y como es usual, tropiezo con alguien. Esta vez es un pobre chico del centro de estudiantes que estaba pegando un cartel en la pared. Le pido disculpas y él se va; me quedo leyendo lo que dice el poster:

Guía para enamorar a Eider (GUÍA PARA AMAR #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora