XXV

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Semana de exámenes finales es igual a maltrato y tortura estudiantil. No tengo pruebas, pero tampoco dudas al respecto.

Por motivos personales y académicos, empezaré a cruzar la calle sin mirar a ambos costados.

Casi puedo saborear el fin de curso y, con él, las vacaciones de verano, pero mientras tanto me veo obligada a sobrevivir esta infernal semana de evaluaciones finales.

Puede que exagere un poco, pero en serio, pareciera que los profesores se complotaron en contra de los pobres alumnos para hacernos la vida miserable; tan solo hoy tengo cinco exámenes diferentes de Química, física, álgebra, literatura e historia.

En cualquier momento mi cerebro hace cortocircuito y escribo como respuesta: la raíz del polinomio multiplicado por la constante gravitacional es igual al peróxido de Cristóbal Colón sobre William Shakespeare.

Todos estos días estuve estudiando como una desgraciada para, aunque sea hacer el mediocre intento de aprobar. Camino por el pasillo mientras rezo un padre nuestro antes de entrar al aula de mi primera prueba.

...

Prueba 1/5 superada con creces. Esta era fácil, podría rendir una evaluación de lenguaje aún con los ojos cerrados. Eso no quitaba el hecho de que la maldita profesora se haya entusiasmado y puesto 30 ACTIVIDADES A DESARROLLAR EN OCHENTA MINUTOS.

Mi mano, pobrecita necesita descansar un poco de lo adolorida que se encuentra. Tengo unos diez minutos por el cambio de hora antes del segundo examen, por lo que aprovecho a ir hasta una máquina expendedora y comprar alguna bebida fría para mi débil extremidad.

Miro a través del vidrio y analizo mis opciones: agua o gaseosa, fascinante. El agua venía en una botella de plástico por lo que se calentaría enseguida, pero la asquerosa gaseosa de uva y cereza estaba envasada en una lata de metal, conservaría mejor el frío.

Ni siquiera tengo tanta sed. Meto un billete de cinco dólares en la máquina y oprimo algunos botones para indicar lo que quiero. Espero unos segundos hasta que el resorte gira y deja caer mi bebida.

Me agacho para sacarla y la apoyo en mi mano, cuando me levanto veo de golpe a Elvis mirándome. Pego un saltito sobresaltada.

- ¡Por el amor de dios! ¡Deja de hacer eso! - le reprendo con un golpe en el pecho y él estalla en una carcajada sonora.

-Lo siento, pero es muy fácil asustarte- dice como puede entre risas- oye, quería hablarte de algo.

- ¿Qué cosa? - pregunto mientras abro la lata y tomo un sorbo de la gaseosa, al instante hago una mueca de desagrado y arrugo toda la cara.

-Pues verás, hace tiempo que yo...-

- ¿Quién inventó esto? Esta bebida es un asco- exclamo interrumpiéndolo- lo siento, ¿qué decías?

Él traga saliva y me mira a los ojos nervioso.

-Yo...yo...-

-Ya suéltalo- lo animo.

Cuando está a punto de decírmelo el timbre suena en un estruendo que me hace acordar que tengo que marcharme a mi siguiente examen.

-Lo siento Elvis, tendrás que decírmelo después. Tengo que irme- le comento y sin más me voy, ya que en verdad estoy algo apurada.

...

Evaluación 2/5 rendida. Me gustaría saber que bicho le picó hoy al profesor de química. ¿Cómo se le ocurre hacer todos los puntos de opción múltiple? ¿Quién pone agua, H20 e Hidrácido como variables posibles? SON LO MISMO.

Guía para enamorar a Eider (GUÍA PARA AMAR #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora