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Advertencia: Este capítulo es bastante...crudo y duro. Significó un gran esfuerzo para mí, ya que lo escribí, leí, revisé, corregí y edite con un nudo en la garganta. Lo voy a decir al final, porque de lo contrario no lo van a entender sin leer, pero desde ya sepan, es contenido sensible que puede afectar a algunos. 

...

Ya ha pasado un día entero, pero mi furia sigue intacta. Anoche no pude dormir por haberme quedado pensando en todo lo que sucedió. Me dolió y bastante que me vieran como si fuera un premio o un objeto el cual pudieran controlar a su antojo. Sin importar que haga aún tengo un pequeño malestar en mi corazón, algo que me abruma comparable con una mochila de veinte kilos que me veo obligada a cargar en la espalda.

Me conozco lo suficiente como para saber que para calmarme y estar en paz voy a tener que hacer lo mismo que me puso así: bailar.

Parece ser el momento ideal, las clases ya terminaron y no parece haber ni un alma en todo el colegio. Por lo general a estas horas solo está el equipo de soccer entrenando y el resto de los clubes desarrollando sus actividades, eso quiere decir que nadie pasea por los pasillos y no me prestarán atención si decido usurpar un salón únicamente para mí.

Me dirijo al aula que suelo ocupar para estos casos mientras observo en mi celular qué canciones puedo poner cuando a varios metros de distancia escucho unos gritos femeninos.

- ¡Suéltenme!¡Por favor! ¡AYUDA!

Me toma un momento procesar lo que eso significa. Gritos de ayuda = alguien está en peligro.

-Cállate putita, ¿no era esto lo que querías? - dice una voz masculina.

-A puesto a que esto es lo que quieres, si eres una ofrecida, nos provocaste y aquí estamos. Estate quieta y disfruta- habla otra voz, más grave.

Por dios, ¿qué le están haciendo? Se me achica el corazón de tan solo pensarlo. Corro como si mi vida dependiera de ello hasta la puerta que intenta amortiguar las súplicas de la chica.

Necesito ayudarla. No me puedo dar el lujo de pensar, tengo que actuar YA.

Cuando entro al salón una escena horrorosa aparece ante mi vista. Hay dos chicos de último año con una chica de mi clase. Uno de ellos la sujeta inmovilizándola mientras el otro le mete una mano por la falda y le rompe la blusa con la otra. El tipo que la sostiene le besa el cuello y le susurra quién sabe qué atrocidad. Ella ya dejó de gritar y resistirse hace rato y se limita a llorar desconsoladamente.

-SUELTENLA- grito para que me presten atención. Ambos se voltean y me observan un tanto sorprendidos; la chica me mira con un poco de esperanza en los ojos y restos de rímel corrido.

-Miren a quién tenemos aquí, Eider la princesita. ¿Te cansaste de los lame pisos del equipo de soccer y quieres unirte? Tienes un culo fascinante que estoy deseando tener hace un buen rato si no fuera que ese grupito de chicos te sigue como perros falderos.

Aunque su comentario me genera náusea lo ignoro. Mi debilidad le puede costar la vida a la chica.

-Déjenla ir ahora mismo. Ella no quiere estar aquí, ¿no lo ven?

- ¿Daisy? Claro que sí, lleva toda la semana provocándonos con miraditas y faldas cortas. Además, ¿qué vas a hacer tú para detenernos? Somos dos y tú eres una chica flacucha. Nadie te va a creer jamás una palabra de lo que digas. Ven aquí, no seas mala- empieza a acerarse a mí para agarrarme.

Ellos no lo ven y nunca lo verán. Escaneo rápidamente la habitación en busca de algo que pueda ayudarme a salir de esta situación de forma segura. Lo encuentro al instante y por un momento agradezco a la estúpida ley que les otorga armas a los menores de edad.

Guía para enamorar a Eider (GUÍA PARA AMAR #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora