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Me pasé toda la noche llorando hasta que me quedé dormida agotada de mi propia tristeza. Es una sensación horrible, no se la recomiendo a nadie.

Desperté al otro día, viernes, con único objetivo: enfrentar a El

Hoy no solo es el último día de clases, sino que también es cuando tomaré el vuelo hasta Latinoamérica. Mi pasaje marca como el momento de partida tan solo dos horas después de que salgo del colegio, por lo que debo de irme allí de inmediato apenas termine mi horario.

Todo está listo para marcharme, Vivian ya se encuentra en casa descansando, y sé que no habrá otra oportunidad para confrontar a Elvis, es ahora o nunca. Hago lo que puedo para arreglarme, ya que tengo los ojos hinchados y unas ojeras enormes por la terrible noche que pasé.

No quise contarles nada a mis padres, para no preocuparlos, ya tendré tiempo de sobra para relatarles todo, pero por ahora tan solo me queda un asunto pendiente. Cruzo los pasillos del instituto en su búsqueda y cuando lo encuentro corro hacia él.

- ¡Hola Eider! – me saluda y lo abrazo fuertemente- oye, ¿dónde estuviste ay...? -

Se calla cuando lo estampo contra la pared y uno su boca con la mía.

Honestamente, no tengo idea de lo que estoy haciendo, pero solo sé que, si iba a convertir todo en una catástrofe, antes quería besarlo, aunque sea una vez. Una primera y última vez. No lo voy a negar, hace bastante que deseaba hacer esto.

Elvis se sorprende, pero enseguida me corresponde desesperadamente. Se agacha y me agarra de la cintura para acercarme más a él, mientras yo me agarro de sus brazos para no derrumbarme. Sus palmas descienden hasta mis glúteos, empujan para levantarme y automáticamente enredo mis piernas alrededor de su cadera. Él suelta un jadeo.

Sus labios rozan con los míos como si estos fueran el aire que necesita para respirar. Su razón para vivir.

Es un beso que nos vuelve locos a los dos, lleno de deseo y de hambre, de la tensión por todo el tiempo que hemos querido que pase.

Para él, este beso es una señal de un no sé qué divino, el posible comienzo de algo nuevo y hermoso, pero para mí, es una despedida, un adiós.

Es un perfecto ejemplo de su cita:

"Si por besarte tuviera que irme al infierno, lo haría sin dudarlo. Así podría presumir frente al mismísimo diablo de haber estado en el paraíso sin nunca haber entrado"

Cuando nos separamos, un Elvis me mira confundido con sus ojos azules como un mar violento y sus pupilas dilatadas.

-Eider-suspira con pesadez- yo...-acuna mi rostro con sus manos.

Una lágrima resbala por mi mejilla, pero la seco con rapidez. No voy a llorar, no hoy, no por él, no más. Agarro de mi cuello el colgante de sol y me acerco rápidamente a él para unirlo con la luna de plata, antes de que me detenga.

Encajan a la perfección. Mi corazón se rompe una vez más. Parpadeo varias veces en un vago intento de retener el llanto.

Miro a mi alrededor y noto que estamos solos, ya todos han entrado a sus respectivas clases.

Me alejo un poco de él y saco de mi bolso el dibujo que me dio anteayer, solo para estamparlo contra su pecho. Elvis me mira anonadado. Sigue fingiendo como si de verdad no supiera de qué se trata.

-Muchas gracias por lo que hiciste, El- declaro furiosa y me dedico a mirar su cara. Es todo un poema. Primero pone una expresión de shock, luego una de miedo, angustia, decepción y por último tristeza.

Guía para enamorar a Eider (GUÍA PARA AMAR #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora