Capitulo 49

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Al fin había llegado el día tan esperado. La universidad las había dejado agotadas, sin mucho tiempo para tener vida social, pero se habían dedicado dos o tres horas por día para organizar la boda y estaban bastante contentas con lo que habían logrado. Poché se había encargado del menú con la ayuda de su padre, Dani y Flavio de las reservaciones y Marta y Emma de casi todo lo demás.

Como la mayor parte de sus familiares y amigos se encontraban en Madrid, la boda sería allí. Así que la pareja, junto con sus mejores amigas, había viajado con tiempo como para preparar todo. Luego de conversarlo mucho, habían decidido hacer una pequeña ceremonia en el jardín de la casa de playa que aun tenía Dani, aprovechando también la preciosa vista.

Y entre planes y preparativos, había llegado el día de la boda.

Sola, de pie frente al espejo, poché estudiaba su reflejo. Un precioso vestido blanco se encajaba perfectamente en su cuerpo, haciendo que su sonrisa brillara aun más. Su pelo caía sobre sus hombros con delicadas ondas mientras algunos mechones se aferraban detrás. Tuvo que admitir que se sentía un poco vacía sin su anillo de compromiso pero le alegraba pensar que pronto sería reemplazado por uno más interesante.

Se preparó para salir del baño, y en el momento en que dio un paso fuera, encontró a su padre que estaba esperándola. Los ojos del hombre se llenaron de lágrimas en el momento en que vio a su hija, tan grande y tan preciosa, tragó con fuerzas y aclaró su garganta antes de hablar.

"¡Te ves perfecta hija!"

"Gracias", murmuró con timidez. "No llores papá que si lloras yo te sigo atrás."

"Vale vale, freno", apenas pudo apartar los ojos de su hija. "¿Estas lista?"

Asintiendo con la cabeza, tomó el brazo de su padre para empezar a caminar. Bajaron las escaleras, porque se encontraban en el primer piso, y se dirigieron hacia la parte trasera de la casa. Intentaba medir sus pasos para no caerse, pero los nervios no la ayudaban. Iba a casarse con Dani, iba a convertirse en su esposa en tan solo unos minutos. Intentó pellizcarse para ver si eso que estaba viviendo era un sueño, pero el leve dolor que sintió en su brazo le dijo que no.

Mirando a través de las puertas de cristal que daban al jardín, vio a todos los invitados sentados en las sillas. En primera fila se encontraba su abuelo, su madre y, junto a ella, su hermano. Había dos sillas no ocupadas esperando a Flavio y a su padre, y otros familiares y amigos que tenían en común detrás. Ya todos estaban listos.

"Última oportunidad para correr hija", bromeó Juan a su lado.

"¡Ni soñando!"

Con la última sonrisa, salieron al lugar donde los estaban esperando, caminando lentamente mientras la música llenaba sus oídos. Juan le había dicho la noche anterior que todo iba a salir bien así que ella confió en sus palabras mientras caminaban hacia el centro, rezando para no caerse.

Al llegar, su padre le besó la frente y se hizo a un lado. Miró a sus mejores amigas, que estaban de pie a sólo un metro, y vio que Juana ya tenía lágrimas en los ojos. Pero no llegó a ver a nadie más porque una vez que la música empezó a sonar de nuevo, su mirada centró en el otro extremo del pasillo y, cuando Dani finalmente salió a la vista, no pudo evitar que se humedecieran sus ojos.

"¡Madre mía!", susurró para ella misma.

Dani estaba preciosa, había elegido un vestido que le quedaba a la perfección.

Una en un millón [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora