Lorcan
Desde que ella llegó a mis manos he tenido claro lo peligrosa que es y, sobre todo, sus planes. Por eso hice los míos para prevenir, al final no me equivoque y gracias a eso estoy aquí de nuevo, con hombres leales que no dudan en seguirme. Pero olvide la existencia de esa rata que se ha mantenido en las alcantarillas por años y es que no me representaba un problema, pero ahora lo es ya que la víbora ahora tiene algo que me importa y que debo proteger de esa rata que sé que las tiene en la mira, por eso planeo derribarlo de una vez por todas porque el que crea que estoy en la mierda es una ventaja. Y es que esa niña de cabello rubio cambió todos mis planes, pero, aunque eso me retrase no me arrepiento de haberla engendrado porque aunque no lo grite, me enorgullece el hecho de que tenga mi sangre y la de la víbora, porque tanto la de ella como la mía son leyenda. El secreto de sus padres estaba cerca de ella, en un cofre al alcance de sus manos, pero pocas personas tenían la llave y he decidido dársela porque así lo amerita lo que tengo planeado. No la quiero muerta, la quiero a mi lado y aunque ella no lo acepte, debe de entender que yo siempre obtengo lo que quiero y es mi poder, mis hombres, mi mujer y sobre todo a mi hija en la grandeza que se merece.
El sudor baja por mi cuerpo, mis músculos están tensos y mi garganta arde mientras mi corazón late rápidamente, respiro hondo y lanzo el ataque que pone mi puño contra la mandíbula del hombre frente a mí y así le lanzo otro que lo deja en el suelo y ante su intento de barrerme los pies, le mando una patada al rostro que lo pone a escupir sangre la cual también cae por mis manos. El cabello me cubre la frente y miro de reojo antes los pasos que escucho, pero vuelvo a encuellar al hombre cuando intenta levantarse plantándole varios puñetazos más que le van deformando el rostro dejándolo lleno de sangre. La ira me toma al recordar a ciertas personas que me vienen asqueando y que muy pronto voy a dejar fuera de juego. Mis dedos se entierran en los ojos del tipo haciéndolo gritar antes de estrellarlo contra el piso una y otra vez hasta que permanece en el suelo por las contracciones de las convulsiones. Me levanto acariciando mi cuello y entrecierro los ojos cuando veo a la mujer de cabello negro que espera en la esquina de la sala. Ante la falta de peleas, traigo aquí a los sobrevivientes de mis emboscadas y los hago pelear.
—Que bien peleas —dice con tranquilidad y asiento.
—Desde los siete lo hago, me iba a las cloacas con un antiguo novio de mi tía —respondo tomando una toalla para limpiarme la sangre.
—Vaya, al parecer ninguno aquí tuvo una infancia normal —dice y niego caminando fuera de la sala.
— ¿A caso tú sí? —Cuestiono burlón y se encoge de hombros.
—Dentro de lo que cabe, ser hija de un mafioso no es algo muy normal, pero al menos espere a los quince para matar a alguien.
—Pero lo hiciste.
—Porque me tocó —comenta cuando entramos a mi despacho.
— ¿Te tocó? —cuestiono sentándome en mi escritorio y ella asiente.
—Sí, mate al bastardo amigo de mi padre que intentó tocarme —suelta tensándome.
—Vaya.
—Y luego mi padre mató a toda su familia, desde entonces nadie se atreve a mirarme demasiado siquiera —dice y levanto las cejas.
—No si yo así no lo quiero —agrega y relamo mis labios.
—Interesante tu historia, pero necesito pedirte algo —digo tomando la daga con el cuervo tallado.
— ¿Qué cosa?
—Que, ante cualquier situación, si su madre ni yo podemos protegerla, quiero que lo hagas tú —ordeno y ella sonríe.
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Destrucción [E #2]✔️
RomanceSEGUNDA PARTE DE BÁRBARO. Dos engendros bárbaros cegados por la ira se enfrentaron en una lucha tan reñida, tan peligrosa, tan candente que lo único aquello que sobrevivió es la pasión que los une. ¿Qué quedara al final de la guerra, unión, odio...