Demonios

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Mi corazón retumba en mi pecho mientras mis ojos están fijos en mis manos que tiemblan debido a la rabia, a la impotencia de no haber matado a ese bastardo y, sobre todo, el que el hecho de que me besara y mi cuerpo respondiera de una manera tan absurda me mantiene con el cólera alto. La camioneta salta debido a la irregularidad del terreno y levanto la mirada centrándome en Goliat quien no deja de mirarme a través del espejo retrovisor.

— ¿Qué? —Cuestiono y él bufa.

—Nada, solo que tengo cierta duda —habla con demasiada tranquilidad.

— ¿Cuál?

—No sé, tal vez sea porque tuve que evitar que las balas te destrozarán la cabeza mientras tú te besuqueabas con un psicópata enmascarado —suelta y mi cuerpo se tensa cuando mi mente rememora su voz.

Maldito estoy desde que nací.

Esa voz, está clavada en mi cabeza como un maldito parasito que me pone mal. Es imposible, pero no puedo dejar de pensar en eso y es que sé quién era Lorcan Ivanov, un maldito infeliz que no se dejaría quitar lo suyo tan fácil y lo sé. Pero han pasado cuatro años y solo hasta ahora he tenido estos pensamientos, es como si algo...

— ¿Me vas a explicar? —Cuestiona Goliat con el ceño fruncido.

—Como dijiste, es un psicópata que no sé porque hizo eso —respondo aturdida y él ríe.

—Pues muy disgustada no te veías —responde haciéndome rodar los ojos.

—Solo cállate y date prisa —ordeno y él ríe para después concentrarse en el camino frente a nosotros mientras tanto yo ordeno el cierre total de las fronteras rusas.

La fortaleza aparece frente a mí y no tardo en saltar del auto deshaciéndome de las armas las cuales se las dejo a Edik quien me recibe. Me adentro en la casa yéndome directamente al baño donde no paro de pensar en el maldito loco del muelle, pudo mandar dos cargamentos realmente grandes y ni hablar de las masacres búlgaras que produjo. Algo me pica en el cuello y estoy segura que no parará hasta que descubra quien está detrás de la máscara y tal vez sea paranoia, pero la verdad detrás de esas palabras me pondrá en peligro y junto conmigo a Hela. Después de vestirme me voy al ala de la casa que permanece con juguetes tirados en el piso y la música infantil resuena por los pasillos día y noche. Me muevo rápido y como si fuera escuchado mis pasos, mi amiga sale, pero su expresión de pánico junto con su rostro pálido me hace fruncir el ceño. Me acerco rápidamente y ella respira mal cosa que me contagia.

— ¡Mami! —Chilla Hela y es segundos veo como por la esquina que da al pasillo de las habitaciones mi hija corre junto a un potente perro de pelaje blanco que ladra haciéndome retroceder.

Observo al perro quien recibe feliz las caricias de mi hija y logro reconocer la raza Great Pyrenees el cual mide un poco más que ella. Miro a mi amiga la cual se encoge de hombros.

—Mira, se llama Oreo —dice emocionada y asiento antes de ponerme de cuclillas.

— ¿Oreo? —Cuestiono mirando recelosa al perro.

— ¡Sí, así me dijo mi amigo! —exclama helándome la sangre.

—¿Tú amigo? —Cuestiono y ella asiente— ¿Cómo se llama tu amigo?

—No lo sé, pero me prometió que nos veríamos seguido —responde antes de besar al perro—tengo hambre.

Habla tranquila mientras siento que a mí se me van a estallar los oídos por la rabia, mis puños se cierran y Alison al notarlo toma a Hela de la mano llevándola a comer. Respiro mal, el sudor baja por mi espalda y con la sangre hirviendo me muevo por los pasillos con arma en mano y cuando llego a la habitación de ella todo está tranquilo. Respiro hondo y me voy a mi despacho mandando a llamar a Edik quien aparece con el ceño fruncido y Goliat quien tiene la duda estampada en la frente.

Destrucción [E #2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora