Legacy

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Yo siempre he sabido lo que causo en él, siempre me lo ha dejado claro y no sabría decir si me gusta o no, simplemente dejo que siga hasta terminar desnuda saltando sobre él y es insano, porque verlo en su faceta bárbara es algo que me prende de una manera inexplicable, pero supongo que es lo que nos une, lo que hemos personificado.

Mortal e insano. Infierno en la tierra. Engendro letal. Cobra...

El cuerpo me arde, pero ignoro todo centrándome en el mapa que nos muestra el hermano de Rebecca, Armando. Italia se muestra y el punto titilante se mantiene inmóvil al tiempo que la pelinegra y Duman permanecen en silencio.

—Tenemos que ir hoy —hablo girándome hacia ellos y Lorcan suspira.

—Los hombres que mandamos allá informaron que nadie había entrado ni salido en los últimos días, que cualquiera pensaría que el lugar está abandonado de no ser por los guardias que salen a hacer rondas y a los que siempre están en las torres a unos metros listos para volarle la cabeza a quien se atreva a acercarse —informa Armando y niego.

—No sé qué pueda estar pasando ahí dentro, no tenemos tiempo...

—Lo sé, pero es necesario tener la cabeza fría porque no podemos arriesgarnos...

—¿De qué hablan? —cuestiona el tal Armando porque tanto para los hombres de Duman como para el resto, esto solo es un ataque al enemigo como cualquiera, mas no un rescate.

—No podemos perder hombres, eso es todo —responde Lorcan y asiento.

—¿Y ella por qué está aquí? —pregunta y el ruso levanta las cejas—no digo que no pueda porque claramente no es mi casa, es simple curiosidad...

—Está aquí porque yo así lo quiero, ahora necesito que tú y Adriana tracen un plan para poder entrar al lugar para posteriormente destruirlo —demanda Lorcan.

—¿Entrar?

—Deja de hacer tantas preguntas, Armando —suelta su mujer y él se encoge de hombros.

En las siguientes horas se unen Edik, Goliat y Rod a trazar el plan que se lleva bastante tiempo para después salir acompañada de Lorcan a darle las indicaciones necesarias a los hombres que se enrumban tiempo después a Italia. El tiempo pasa demasiado rápido y cuando lo noto ya anocheció. Antes de la media noche salimos hasta la pista privada donde abordamos un avión en el cual recibimos los informes de los que se encuentran rodeando la casa y a mí el mundo se me oscurece cuando algunos infiltrados informan que escuchan gritos de tortura. Lorcan permanece sentado fingiendo tranquilidad, pero solo hace falta ver sus músculos tensos y la vena en su frente para saber que está a nada de sufrir un ataque.

Italia nos recibe y no tengo tiempo de admirar, solo subo a la camioneta asegurándome de llevar las balas suficientes y esta derrapa enrumbándose a la mansión que aparece minutos después, pero Lorcan el cual va manejando se desvía adentrándose en el bosque que rodea la fortaleza y es ahí donde me levanto saliendo por la abertura del techo que me permite tomar la metralleta modificada con la que derribo a los vigías y a los que logran alertar. Pero mi mano se entumece y suelto un grito cuando algo roza mi brazo poniéndolo a sangrar, de inmediato Lorcan hala de mí mandándome de nuevo al asiento y cuando la pelinegra detiene el auto tomo mi arma y salgo mandando abajo a todos los que se me atraviesan hasta que uno me tira al suelo y gruño cuando mi piel arde por la fricción antes de recibir el golpe que me pone a saborear sangre. La ira me toma y detengo el siguiente ataque antes de enterrarle el pie en el estómago, pero me toma el tobillo y soy rápida al hacerle una llave que me deja con su cuello entre mis piernas y las tenso rompiéndoselo. Me arrastro en busca de mi arma, pero soy arrastrada por un tipo y llevo mi mano a mi daga la cual lanzo enterrándosela entre las cejas, guardo la daga y vuelvo a correr tomando el arma y volándole la cabeza a un par más hasta llegar a la puerta trasera que derribo y de inmediato un puño pasa a centímetros de mí y no dudo en romper el brazo mandándolo al suelo mientras suelta gritos que acallo enterrándole un tiro en la cabeza.

La sala se encuentra vacía y miro a todos lados al tiempo que Lorcan entra igual de confuso que yo, la casa por dentro es diferente a la vez que viene por Santino, está deteriorada y hay puertas que no llevan a ningún lado hasta que Lorcan mira su reloj y me señala un pasillo por el cual corro mandando abajo la puerta que encuentro en el fondo y todo está oscuro, mando manotazos a todos lados hasta que encuentro una palanca que bajo, de inmediato las luces se encienden mostrándome las paredes de piedra y lo que parece una reja. Percibo a Lorcan tras de mí y me muevo con rapidez hasta esta y mi sangre se hiela cuando encuentro a una mujer de cabello negro y con un parecido a Ekaterina la cual está contra la pared con mi hija entre sus brazos la cual se encuentra con los ojos cerrados y lo único que mis ojos captan es el cuchillo contra el cuello de mi hija.

—¡Aléjense o la mato! —grita y la cordura no es algo que brille en ella.

—Gergana Aleskseva —habla Lorcan tras de mí mientras yo no aparto la mirada de mi hija.

—Cría rusa —suelta la mujer desesperada.

—Rata Búlgara —responde él y respiro hondo.

—Aléjate o la mato —habla y miro de reojo al ruso el cual permanece tranquilo.

—Dame a mi hija —ordena él y ella niega.

—Le haré lo mismo que tú le hiciste a la mía —dice y frunzo el ceño.

—Ekaterina era una perra que cometió el error de derramar sangre Ivanov, no quieras cometer el mismo error —responde él y la ira me toma.

—Sabes que lo haré...

—Y sabes que no lo permitiré —La interrumpe él y en solo segundos, veo como una bala queda entre sus cejas y de inmediato corro hasta mi hija la cual se despierta en llanto.

—Tranquila, ya mami está aquí —digo acariciándole el rostro antes de colocarla contra mi pecho.

La levanto y me giro en busca de Lorcan el cual tiene la mirada fija en la comida para perro esparcida en el suelo, frunzo el ceño y él le toma el rostro y mi garganta se cierra cuando noto las migajas que tiene alrededor de su boca. Lorcan se yergue y evito mirarlo cuando las lágrimas llenan mis ojos.

—Mírame, víbora —ordena y respiro hondo antes de hacerlo—ponla a salvo que de ese malnacido me encargo yo —agrega y asiento sin ganas de separarme de ella.

Antes de salir le coloco un abrigo que me da Lorcan más una sábana para que nadie la vea, tomo mi arma y salgo asegurándome de que todo esté bien antes de correr rumbo al auto donde está la pelinegra la cual pisa el acelerador apenas cierro la puerta. Hela se remueve entre mis brazos y la aparto asegurándome de que todo esté bien.

—¿No te hicieron anda? ¿Estás bien? —cuestiono con la preocupación al punto que la acaricio con las manos temblorosas. Ella asiente y la noto cansada y sucia, cosa que me enciende la ira.

—Tengo hambre, mami —murmura somnolienta y suspiro.

—En el maletín hay comida —habla la pelinegra y la busco dándole el suero y un par de cosas más antes de volver a colocarla contra mi pecho.

—Perdón por dejarte sola —susurro besando su cabeza.

—No te preocupes, mami —responde en un susurro y cierro los ojos alejando las lágrimas.

El auto se detiene frente a un avión que abordo yéndome directo al baño donde la baño y arreglo antes de acostarme con ella hasta que se duerme, los minutos pasan y escucho como alguien grita. Me aseguro que ella este bien y salgo encontrándome con el ruso con las manos cubiertas de sangre y el rostro enrojecido. Me acerco, pero su expresión me hace detener y en segundos manda al suelo todo lo que está en la mesa mientras maldice en ruso.

—¿Qué sucede, Lorcan? —cuestiono—¿lo mataste?

—¡El hijo de puta no estaba, pero más le vale enconderse bien porque lo que le hizo a Cobra no se lo paso! —grita y mi cuerpo se tensa.

—Cálmate —habla la pelinegra y él se acerca a mí.

—A ese hijo de puta no le va a alcanzar la vida para pagarme lo que hizo, porque nadie en este maldito mundo tiene permitido meterse con ella ni contigo.

Destrucción [E #2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora