Furor

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Lorcan

Respiro hondo cuando veo a Rebecca acercarse, ella pasa por mi lado y la escucho chillar cuando ve a las seis mujeres dormidas sobre los cojines esparcidos en el suelo del salón. Su rostro está rojo y entrecierro los ojos a la espera de que diga algo, pero logra notar mi carencia de paciencia y calla. Me muevo a la salida acomodando mi pantalón y escucho sus pasos tras de mí. Voy a mi habitación donde me ducho y vuelvo a encontrarla de pie a un lado de mi cama, ella se remueve ansiosa y yo solo me aseguro de secar mi cuerpo.

— ¿Qué mierda te pasa? —Escupo molesto y ella suspira.

—Te espero, no te enojes —responde y mis ojos recorren su cuerpo cubierto por un vestido blanco.

—No voy a ninguna parte contigo, así que vete —demando y ella bufa.

—Pero hoy llega...

— ¡Vete! —Grito y ella se sobresalta—no te quiero cerca.

—Está bien —susurra antes de salir.

Aviento la toalla a la cama antes de comenzar a vestirme mientras la imagen de la víbora baila en mi mente. Me molesta no poder simplemente odiarla y me molesta aún más el hecho de que mis palabras se volvieron en mi contra.

Aquel que tiene tu mente, tiene tu vida.

Resoplo asqueado terminando de vestirme y salgo rumbo a las camionetas que me esperan en la salida, el castillo abandonado vasco queda atrás cuando las camionetas se enrumban a la pista privada que dos horas después aparece frente a mí. Bajo del auto y me muevo rápido hasta quedar frente al jet privado el cual abre sus puertas dejándome ver a el hombre de cabello castaño y ojos azules el cual viene seguido de una mujer que se gana toda mi atención, lleva una gabardina negra cerrada y sus ojos azules se concentran en mí y algo en su mirada me hace erguir.

—Buenos días, Duman —saluda el hombre de traje y asiento esperando que la mujer hable—ella es mi esposa Adriana —agrega señalándola y asiento extendiéndole mi mano.

—Duman, un gusto —digo y ella sonríe.

—Un placer —responde y me concentro en el hombre.

—Espero vengas preparado, tenemos bastante trabajo —digo y él chasquea la lengua.

—Te tengo varias propuestas, pero ¿Dónde está mi hermana? Hace bastante no la veo —dice y ruedo los ojos.

—Vamos —demando y me siguen subiendo a la camioneta de atrás que se devuelven al castillo.

Debo de estar aquí ya que si la víbora es lo suficientemente inteligente tendrá a sus hombres recorriendo toda Rusia y hasta Italia, es por eso que lo recibí aquí ya que él es uno de los principales clientes de trata de blancas, por su cadena de hoteles y bares que son el foco de este negocio. Me adentro cuando llegamos y ruedo los ojos al escuchar a Rebecca gritar con la llegada de su hermano. Recibo el trago que me da Fedor quien le indica a los recién llegados el lugar de la reunión.

— ¿Qué, no descansaremos? Estoy cansada —habla la tal Adriana que me tiene con una pesadez en los hombros.

—Eso ya será luego, no los tengo aquí para jugar —digo empinándome el trago.

Las enormes puertas se abren frente a nosotros dejando ver una antigua biblioteca de dos pisos atestadas de libros y debo aceptar que el olor me gusta. Fedor acomoda a los presentes mientras yo me deshago del saco dejándolo a un lado para después dejarme caer en el trono que está en una esquina.

—Lo que conseguimos en estos últimos tres años es suficiente para mirar hacia otros horizontes y ya que las dichosas sombras tienen la mayoría del mundo acaparado, pero dejaron uno de los más importantes que es la trata de blancas, este sector está hecho un caos ya que no hay proveedores. Pero unas cuantas alimañas como lo son la alianza negra quieren acapararlo y eso es algo que nosotros no vamos a permitir, es por eso que los acabaremos —expongo tomando el puro que reposa en la mesa a mi lado.

Destrucción [E #2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora