Cruel

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Lorcan

Respiro hondo permitiéndome ver el moretón en mi mejilla, podría enojarme, podría matarlo, pero el que Cobra esté secuestrada me tiene mal al punto que me he mantenido en mi despacho por dos días. La víbora me avisó que se regresaba a su casa en busca del cazador y eso es otra cosa que me tiene mal, ella no tiene por qué preocuparse por ese hijo de puta. Me giro fijando mis ojos en la foto sobre mi escritorio, quien se resguarda en la guarida puede ayudarme, aunque no veo como. Me voy hasta el escritorio y tomo mi teléfono con el que contacto a mi gente en Siberia, la línea permanece en silencio.

—Quiero que me consigas una información —demando con la mirada en el cuadro con mi escudo.

—Lo que usted ordene.

—Quiero que me consigas el nombre de la persona que llevó la información de la existencia de Cobra a la alianza negra, cuanto antes —respondo y escucho algunos gritos al fondo.

—Se la haré llegar cuanto antes —Y corto.

No tengo tiempo, pero en este tipo de situaciones alterarse no es la solución y más si sabes cuales son las intenciones de quien te ataca. Luca Romano no tiene tiempo para juegos y lo sé, es por eso que sé que él no quiere a Cobra, nos quiere a nosotros y lo tengo claro. Es por eso que iré, pero con el plan adecuado para volarle la cabeza. Resoplo molesto al escuchar como llaman a la puerta, pero no miro en esa dirección porque sé quién es.

—Eres un imbécil, tu hija está en peligro y lo único que haces es encerrarte a perder el tiempo —chilla molesta la pelinegra y niego con los ojos fijos en la hoja que me llegó un poco antes de que la víbora viniera.

"Estoy para ti, Duman. Solo espero tu señal".

Levanto la mirada y Adriana me mira molesta, me dejo caer en mi asiento y me sirvo un trago mientras la colombiana me mira impaciente.

—Solo dime que vas hacer —pide y sonrío.

—Esperar.

—¿Qué? ¿acaso no tienes en mente lo que esos bastardos le pueden llegar hacer? —cuestiona y me encojo de hombros.

—Lo que quieren es evidente y hacerle daño no es. Es por eso que quiero confirmar algo antes de proceder.

—¿Esperar qué?

—Información, aprende Adriana. Un líder no se debe dejar llevar por sus emociones, debe pensar y analizar sus pasos a seguir, eso es lo que hago —respondo antes de dejar que el líquido baje por mi garganta.

—¡Por favor! Ya veo que tu visita a la italiana te achicharró el cerebro, está más que claro que si no te mueves la van a matar —suelta y niego.

—Tengo claro que tengo tiempo limitado, pero antes de ir a exterminar a esa rata...—Me levanto—primero debo de acabar con las que están aquí.

Y sin más, salgo del lugar dirigiéndome a mi habitación donde me coloca ropa adecuada antes de darle la orden a Fedor para que mande a un recluso al gimnasio. Los minutos pasan y termino de vendarme las manos al tiempo que las puertas se abren dejándome ver a un hombre con un lobo tatuado en todo el pecho, niego y me coloco en posición dejando que lance el primer ataque antes de tomar su muñeca y torcerla. Los golpes van y los golpes vienen mientras lo único que me taladra la mente es lo que puede pasar si no llego a tiempo, si dejo que otra vez vuelvan a joderme. La sangre salpica la lona y no me detengo, tomo el cabello del tipo antes de estrellarlo contra la lona y me permito descargar toda mi rabia en él mientras mi cabeza repite una y otra vez las cosas que les haré a los que se atrevieron a poner en peligro a mi hija.

—Señor —hablan cerca de mí mientras mis ojos captan como con cada golpe la cabeza del tipo inmóvil se abre más.

Percibo como la oscuridad sume mis pensamientos y me levanto con la cabeza pesada y me giro en dirección al hombre que me observa con fijeza y no tardo un segundo en estamparlo contra la pared y atinarle un puñetazo que me permite ver nuevamente sangre.

Destrucción [E #2]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora